Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto". Así comienza La Metamorfosis de Kafka. Y lo peor es cuando descubre, que no era una pesadilla.
Es muy difícil enfrentar cada día lo que viene sucediendo, porque tampoco es un mal sueño. Despertamos cada mañana, enfrentándonos con una realidad no deseada y muy difícil de asimilar. Estamos sufriendo una agresión constante que preocupa y molesta. La negativa de Evo Morales -que ladinamente le endilga una vez más a los movimientos sociales- de aceptar que el 21 de febrero, la mayoría de los ciudadanos decidieron en base a la democracia y el estado de derecho, negarle la posibilidad de una nueva reelección. La derrota sufrida por el Presidente y el MAS, los ha dislocado de tal manera que casi se respira la desesperación que ha hecho presa de ellos. Están buscando con frenesí, violar la Constitución ignorando las razones por las que perdió el SÍ, no solo haciendo de lado el mandato soberano, sino, y peor aún, pretendiendo arrastrar a todos en esa frenética marcha triunfal, vacía de contenido y plagada de desconfianza.
Las principales figuras del gobierno, están delirantes. No hay un solo día en que no sucedan situaciones de cariz casi patológico. Los que ya hemos vivido lo suficiente de la historia contemporánea de nuestro país, tenemos que reconocer, que no lo habíamos visto todo. A la derrota en el referendo del 21 de febrero pasado, se han sumado una serie de hechos que solo han logrado exacerbar la virulencia con la que enfrentan la más mínima situación que no pueden ocultar y a la sociedad, la ha invadido un sentimiento de frustración por no haber previsto con cabalidad, que el poder por el poder, para ellos, lo es todo.
Las desaprensivas y constantes agresiones verbales de Evo Morales, confirma día a día que para él, ser admirado, significa ser temido. Y con este propósito, se ha rodeado de los sujetos idóneos pues no escatiman esfuerzos en doblar la cérvix las veces que sea necesario. García Linera no oculta su frustración de haber sido desenmascarado en una estúpida mentira y la vertiente de su inagotable rencor, es digna de largas sesiones de psicoanálisis. Y ambos se están equivocando. La proverbial falta de autocrítica y el no saber disculparse por nada y ante nadie, los ha alejado de la población en progresión geométrica a los oscuros manejos que hacen del poder.
Es poco inteligente, luego de la derrota del referendo, no cambiar de estrategia de acercamiento a la gente. Las amenazas son consideradas en su mayoría, bravuconadas sin ningún tipo de contenido. Insisten en endilgarle el fardo de sus enormes errores a las redes sociales. Ojalá alguien les hiciera entender, que es menos radical tener una ciudadanía ante una computadora o un teléfono expresando su desengaño, que tomando la calle para hacerse oír.
La administración hace muy mal en poner de abogados defensores a un puñado de sindicalistas de toda laya. Es incomprensible que no quieran mirar los acontecimientos de la historia contemporánea del país y comprobar que las lealtades -sobre todo en política-, no son inalterables. Cuando la obediencia militante colisiona con los intereses particulares, los giros son realizados sin ningún tipo de miramiento. Sería muy interesante saber cómo les ha caído a los beneficiarios de las obras solidarias de la iglesia católica, lo dicho por Choquehuanca, -medio solicitud medio orden-, de discriminar el hambre y la necesidad acorde con su militancia. Y el otro axioma de este gobierno que insulta, es la negativa a ver que el tema del narcotráfico es la causa del aumento exponencial de la criminalidad, siendo la mayor amenaza al tejido social del país. No hay país productor de algo, que no consuma. Meter la cabeza en la arena, es un pecado de omisión de grave irresponsabilidad.
La exposición mediática de Quintana, cuya gesticulación y lenguaje corporal sumado a su ridícula victimización de indigencia, no deja mucho espacio a la especulación. La manifestación de una supuesta superioridad intelectual en relación a todos los demás, incluido el Presidente, es la mejor muestra de su reinante decadencia y es obvio que es él, quien encarna lo siniestro y lo pernicioso.
No hay duda que somos muchos los que quisiéramos dejar de lado el vocabulario cotidiano sobre irresponsabilidad paterna y violencia, niños con fácil acceso a drogas, violaciones cotidianas, alcoholismo, servidumbre moral y corrupción endémica. Desearíamos estar ocupados con conceptos que sí hacen a la ética para un mejor futuro de la juventud. Que el lenguaje que oigan estuviera referido a rectitud, honestidad, justicia, libertad, lealtad, coraje y solidaridad. Pero esta realidad de pesadilla, no mide el daño que le está haciendo a la sociedad.
Se ha vuelto agotador ser tratados a diario como imbéciles, pero si encima nos personalizan, la cuerda se tensa demasiado. Debemos sin embargo, mantener la esperanza de que en el mediano plazo y en base a la unidad, recuperaremos la seguridad jurídica, que se logrará una justicia proba y pronta, y que ese tejido social tan manoseado y maltratado esta última década, encontrará el camino de la restauración.
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