EL TIEMPO ES IMPLACABLE
El socialismo del Siglo XXI nos ha traído, encima, una serie de
tele-culebrones inéditos en países donde hasta hace poco, por la predominante
tradición y educación judeo cristiana, la convivencia estaba regida por una
serie de normas y principios intrínsecos, que no contemplaba el nivel de
sucesos explícitos, obscenos y casi pornográficos que estamos experimentando.
Las cosas en Venezuela han llegado a límites surrealistas. En las últimas
horas, se observan escenas casi extraídas de Mondo Cane, el brutal film
italiano que implantó el cine shock. La violencia perversa que se observa en
las calles de desesperados ciudadanos que están llegando al límite del hambre,
disputándose hasta la sangre una pequeña bolsa de azúcar hasta extremos
delictivos de supervivencia como son los saqueos, es más de lo que se puede
procesar en uno de los reservorios de petróleo más abundantes y civilizados del
mundo. El salvaje desabastecimiento de alimentos y medicinas, es inconcebible.
Los que tuvieron la oportunidad de visitar la glamorosa Caracas en otros
tiempos, dudan hasta de su propia capacidad de asimilación, porque es imposible
dar crédito a este delirio.
La oposición que se hizo de la mayoría parlamentaria, está sufriendo lo
indecible para hallar el camino de un revocatorio que evite más tragedias y
muerte. La OEA está tratando de aplicar la Carta Democrática, que sería una
buena opción si no existieran sujetos como Rodríguez Zapatero o Iglesias de
España, que están pretendiendo ganar avemarías -y adeptos- con el caos
venezolano. Los que defienden la criminal posición de Maduro y su banda,
parecen ignorar que hasta ha sacado reos de las cárceles para simular marchas de
apoyo al régimen. Este es un extremo intolerable. Hasta Fellini tendría un arduo
trabajo para darle un guión mínimo a la más escabrosa de las realidades.
Pasará un tiempo antes de que el mundo sea testigo de la degradación de
ciertos gobiernos populistas que optan por la violación de derechos y la
implantación de la prebenda y el temor como método de sometimiento. Y eso es exactamente lo que estamos viendo en
la Argentina gracias al cambio de gobierno y donde la justicia se está
liberando del cepo empezando a poner un alto a la impunidad de una docena de
años. La corrupción ha sido tan descarnada y brutal, como lo es lo que se está
destapando. Los encargados de manejar la obra pública, están siendo
desenmascarados a niveles de locura.
La mano derecha de Néstor Kirchner, propietario de casi 300 propiedades de
lujo, cuando sólo hace doce años era un empleado bancario, no deja espacio a
dudas. El lavado y la legitimización de ganancias es de una magnitud tal, que
tiene a los más acérrimos defensores del kirchnerismo con la cola entre las patas, avergonzados y sin saber
dónde poner la cara. El que un alto ex funcionario haya sido hallado aventando
en la madrugada, bolsos con diez millones de dólares en efectivo dentro los
predios de una propiedad de la iglesia, donde se encontraron además, bóvedas
subterráneas de hormigón bajo el altar de la capilla, es asombroso y supera la
imaginación más febril. Otro delincuente, prófugo por cuatro años, implicado en
un asesinato ligado al tráfico de drogas sintéticas, cuya cabeza se sospecha es
nada menos que el Jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, finalmente es detenido
en la frontera con Paraguay con los dedos quemados con ácido en afán de borrar
sus huellas digitales. Pese a ello, cayó.
Pareciera que no sólo los jueces y fiscales argentinos se sienten liberados
de las presiones políticas de los últimos doce años y pueden ponerse en
movimiento, sino que, es clara la voluntad política de avanzar hacia el fin de la inmoral impunidad.
¿Cómo vamos por casa? El novelón
mediático de baja calidad que sin embargo tiene todos los elementos para
mantener en vilo a la audiencia, no logra desterrar la imagen ya definida de uso indebido de
influencias por las confirmadas relaciones personales entre la actora y el
poder. El gobierno, claramente permeable a cualquier tipo de crítica, ha
reaccionado como era previsible, con una virulencia desmedida. Abogados,
periodistas y miembros de la Iglesia, están siendo objeto de irracionales
ataques lo que no hace más que confirmar, que no existen los pases mágicos que
logren disimular las huellas que están
grabadas en piedra.
Flaco favor le hacen al Presidente sus múltiples voceros defensores, pues
más allá de establecer su lado de la verdad con alguna objetividad y sentido,
sólo optan por desdibujar la imagen presidencial mostrándolo como un lelo en
total desconocimiento de lo que pasa baja sus pies. Ni las maniobras de ilegal
continuismo ni las bravuconadas y
camorras que arman a diario, evitarán el descalabro de indeleble firma y clara
rúbrica. Lo que está sucediendo en la Argentina y lo que en cuestión de horas
sucederá en Venezuela, indefectiblemente sucederá aquí. No debieran ignorar al
menos la Ley de Murphy, que sabiamente apunta que cuando las cosas van mal,
siempre pueden ir peor.
Karen Arauz