Pinochet jamás aceptó que hubiesen muerto bajo sus órdenes, pero ya historia demostró y por la confesión de algunos esbirros ejecutores de los crímenes que sí recibieron las órdenes si bien no directamente por la cadena de mando que Pinochet quizo conservar celosamente afirmando en el ejercicio pleno del poder "no se mueve un pelo sin mi autorización" refiriéndose a las órdenes que el General Contreras hoy preso de por vida y que cumplió funciones de jefe de la DINA, (Dirección de Investigaciones) que tuvo que desaparecer, ser borrada con ignominia bajo presión de los propio militares estando todavía al mando el mismísimo generalote.
Para cerrar el capítulo digamos por boca de Pinochet: "Tan grande había sido el poder del partido comunista que me persiguió desde el primero al último de mis días de Presidente culpándome de todos los crímenes. Para defenderme utilizé todos los recursos del Estado, sacrifiqué mi propio patrimonio comprometiendo el futuro de mis hijos y de sus hijos" En efecto, dicen los cronistas de aquellos días que para encubrir los asesinatos de la Caravana de la Muerte, Pinochet empleó mucho tiempo, muchos recursos y energías, propósito que no fue cumplido porque como la verdad termina descubriéndose, la verdad siempre triunfa, la verdad salió a flote y fueron las víctimas de la "desgraciada Caravana...que dieron origen a otras muertes" hasta sumar las tres mil víctimas o más de toda la dictadura hoy sepultada en el manto del olvido.
Ahora bien. Qué tiene de similitud "La Caravana..." con el crimen del Hotel en Santa Cruz? Es curioso pero la historia trágica de nuestro continente se repite y en su proyección reaparecen las figuras y las circunstancias y cambiando las fechas y los lugares, los protagonistas cambian de papel, aunque son los mismos. Asesinos, sus esbirros, los ejecutores, las víctimas. Veamos.
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