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lunes, 30 de mayo de 2016

Talavera desde El Deber, describe los rasgos del Régimen EvoAlva, característicos de una dictadura socialista. no se equivoca para nada cuando hace ver que desde sus orígenes se mostraron díscolos a la Democracia y a una sociedad con apego al Derecho.

Aunque no es una necesidad reciente, no hay duda de que los hechos políticos que marcan la coyuntura nacional desde inicios del presente año nos obligan a escuchar la sugerencia dada por Ramón Alcoberro en el cierre de uno de sus escritos: pensar con urgencia en el totalitarismo como única manera de impedir, tal vez, que se reproduzca. Pensar, analizar y poner en agenda este tema es, sin duda, cuestión de prioridad para quienes aspiramos a continuar viviendo en democracia. No hacerlo es dar vía libre a unos gobernantes que ya no disimulan su verdadera naturaleza política, claramente totalitaria.

Rasgos de totalitarismo ya estaban presentes desde los inicios del Gobierno del MAS, en 2006. Pero entonces era imposible siquiera mencionarlos. El gran respaldo popular con el que Evo Morales llegó a Palacio Quemado, sumado al extraordinario marketing político a escala internacional que supo situarlo como “el primer indio presidente”, acobardó a todas las voces críticas que supieron ver más allá de una investidura que resultó ser más disfraz que vestimenta real. Tuvo que pasar una década de excesos de poder para que el barniz se fuera escurriendo, anulando los efectos ‘photoshopeados’ en el retrato del gran tata.

Los resultados del desgaste de esa magia están comenzando a aparecer hoy y se reflejan en una imagen más real de quiénes son los que nos gobiernan y de qué madera están hechos. No es madera noble, por mucho que intenten sostener lo contrario quienes viven de sus leños. No son democráticos, no tienen apego por el Estado de Derecho y poco les importan la independencia de poderes, la alternancia en el Gobierno y un desarrollo real del país, o un proceso de cambio, revolucionario y modernizador, del que tanto hablan.

La terca resistencia a aceptar el resultado del referendo del 21 de febrero; la irrespetuosa insistencia en violar la Constitución para forzar nuevas consultas que le den carta blanca a Evo y a García Linera para seguir en el poder; el desvergonzado sometimiento de todos los otros poderes al Ejecutivo; y el perfeccionamiento de la estrategia de terror para acallar voces discordantes o reveladoras de sus abusos de poder, son más que suficientes para advertir que se viene un particular totalitarismo en Bolivia.

Si alguien tiene dudas, sugiero revisar las actuaciones del Gobierno antes y después del 21-F, sobre todo las que guardan directa relación con el escándalo Evo Morales-Gabriela Zapata, CAMC, tráfico de influencias y, muy cuidadosamente, con la paternidad ignorada del presidente. A propósito, ¿alguien tiene noticias de la señora Gabriela Zapata?

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