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viernes, 24 de junio de 2011

Guardo para Cayetano Llobet el mayor respeto. su palabra sabia tiene una transparencia profética. hay premonición en sus vocablos. Salud compañero!

El encuentro con el amigo íntimo que fue y que, aparentemente, ya no es el mismo, no debe ser muy fácil. Humala  -el de antes-  hablaba de la construcción del nuevo socialismo del siglo XXI, coordinaba con Evo y con Correa las marchas campesinas que iban a alborotar regiones peruanas, reían de los miedos de Alan García, que era el próximo que tenía que caer, planeaban las formas de compartir entre Bolivia y Perú las “casas del Alba” que financiaba Venezuela con asesoría cubana. Disfrutaban, en fin, la visión de sus próximas glorias en los paraísos socialistas compartidos. Lo que fue…
Y ahora -¡los milagros existen!-, Evo se encuentra con un amigo que ya no es el que conoció. Éste  -el nuevo-  es un caballero encorbatado, sereno, que ahora tiene que compartir menú y mantel con banqueros e industriales. Y, claro, cuando viene a Bolivia,  ya  no habla de  proyectos socialistas sino “del sueño de revivir el proyecto del Mariscal Santa Cruz”, que Perú y Bolivia sean un solo país, que somos lo mismo, que tenemos la misma historia, que el sello aymara  es común para los dos, etc., etc. Y hablar de sueños, a estas alturas, es contar cuentos.  Es un señor que ha firmado documentos con garantía de buena conducta, que ha tranquilizado a los empresarios, que ha hecho felices a los intelectuales pidiendo a Mario Vargas Llosa que vista su más elegante toga de príncipe del liberalismo  para explicar en Washington, China, Japón y Bruselas las virtudes del próximo gobierno: una suerte de Canciller ad hoc con su prestigio intelectual como traje diplomático de gala, para que en esos países no vean el uniforme militar ni el poncho rojo. Para  dar fe de que el “milagro Humala” sí se ha producido. Porque si de milagros se trata, ¿por qué no se puede volver de la promiscuidad populista-socialista a la virginidad del neoliberalismo? ¿Por qué el diablo no se puede convertir en ángel?  ¡Si hasta la Biblia nos cuenta que ya había sucedido lo contrario!
Evo, que se niega a aceptar las realidades, lo mira con curiosidad y debe pensar que algo de traición hubo en el camino. No sabe, o no quiere saber, que lo de Venezuela es un rotundo fracaso. Su amigo Lula ya no es el aliado que le hacía campañas con guirnaldas de hojas de coca y que la preocupación de su sucesora Dillma es el narcotráfico que viene de Bolivia. Y eso que los cubanos le cuentan todos los días la espectacular quiebra del experimento socialista.
Pero también  es cierto que debe tener la remota esperanza de que este  Humala esté haciendo lo mismo que hizo Chávez en 1999.  Prometió que no iba a buscar su permanencia indefinida en el poder, que iba a respetar la propiedad privada, que iba a ser un demócrata ejemplar y después hizo todo lo contrario. Puede ser que Evo esté pensando que Humala está jugando el mismo juego,  ¡mucho más si entre ellos se había desatado una suerte de pasión política incontrolada… se adoraban!
Tampoco sé lo que, en privado, le habrá contado Humala. ¿Le habrá deslizado algún secreto? Quizás Humala le ha asegurado que sigue siendo el mismo de cabeza cuartelaria y mentalidad estatista, pero que por el momento, tiene que disimular. Quizás le ha confesado que, después de todo lo que ha visto en el Perú en todas las encuestas, no tiene otro camino que cambiar el socialismo por el progreso. Quizá le ha dicho que si Bolivia sigue empeñada en el chavismo fallido, se puede ir fácilmente al carajo…   Quizás. 
El problema es que nunca se sabe lo que los amigos hablan en privado… ¿o ya no serán tan amigos?

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