En el relato de la “repostulación”, ya sean los defensores o críticos de la iniciativa no han sido claros en cuanto qué es lo que defienden o critican, a pesar de que existen algunos juicios acerca de los diferentes atisbos de lo que implica esta inventiva.
Las funciones y límites del poder, al menos del poder político en un Estado de derecho, se derivan de la Constitución Política del Estado. No obstante, una depuración formal del concepto de poder político debe anteceder cualquier justificación de su uso y sus límites.
Sin entrar en el análisis del origen y evolución del poder, es fácil comprobar que, sean cuales fuesen las formas que asumió o fue susceptible de revestir el Estado, el poder político es un poder de dominación que ejerce un control con el fin de garantizar el equilibrio entre los individuos y grupos alojados en su interior, para lo cual establece ciertas obligaciones. Si el poder político implica necesariamente autoridad y subordinación, la observancia de la CPE está por encima de las opiniones y de las conductas. Al acomodar el sistema político a sus propias necesidades, el Gobierno trata de retocarlo, llevándolo a sus últimas consecuencias mediante la imposición de una nueva “casta” soberana, los movimientos sociales, fieles guardianes del “proceso de cambio”.
Recurrir al apoyo de ciertos grupos de interés y apelar a su número puede constituir un éxito momentáneo para el régimen, pero al mismo tiempo son las semillas de su próxima decadencia, perpetrando su propio suicidio. Mientras existan oídos para la música celestial que entona el paladín, que no ha perdido su poder seductor y, puede hacer mover los pies de la multitud, trata de convertirse en un sargento instructor que desentona al gritar órdenes a sus subordinados. Cuando la música desafina, empiezan a vacilar los pasos y se producen pisotones que se tratan de remediar mediante latigazos.
Entre los distintos grados de tensión y las diferentes maneras de abordar los problemas, se encuentra las cualidades y disposiciones de los detentadores del poder. El “líder” aparece en un contexto social determinado y no puede comprenderse fuera de este. La primera preocupación del régimen ha sido repudiar todo lo que habían hecho los “otros”, siendo que el país sólo se podía salvar por una alianza de los movimientos sociales y el sistema político, sin embargo, como todo gobierno y a pesar de sus apoyos, militar y místico, está siempre amenazado y ninguna subordinación es completa, ya que existe por una parte, un continuo trabajo de recreación y reconstrucción del poder, y por otra, fuerzas sociales que tienden a suscitar la disgregación cuando no provocan luchas fratricidas para la conquista del poder político.
Aquí reside la importancia del respeto a las instituciones que han sido creadas para reducir las incertidumbres en las interacciones humanas. Ya lo decía Weber: “el destino del carisma es retirarse… después de haber entrado a las estructuras permanentes de la acción social”.
El autor es docente universitario.
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