Es inadmisible que en pleno tercer mileno se siga discutiendo, en algunos países, los alcances de la democracia. Para desgracia nuestra, estos países se encuentran en el vecindario latinoamericano. El continente de los caudillos autoritarios no quiere dar paso a democracias auténticas.
El 11 de septiembre de 2001 se reunieron los políticos del continente en la XVIII Asamblea de la OEA en Lima (Perú), donde firmaron por unanimidad la Carta Democrática Interamericana. Este documento, que tiene rango supraconstitucional, expresa en su art. 3: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”. ¿Claringo, no? No hay por dónde perderse.
En junio de 2014 se reunieron en Santa Cruz los miembros del G-77 + China; la declaración emitida en el evento expresa en el punto 35: “Consideramos que la democracia es un valor universal basado en la voluntad libremente expresada de los pueblos de determinar sus propios sistemas políticos, económicos, sociales y culturales y participar plenamente en todos los aspectos de la vida. Reafirmamos que, si bien todas las democracias tienen características comunes, no existe un modelo único de democracia, y que la democracia no pertenece a ningún país o región, y reafirmamos además la necesidad de respetar debidamente la soberanía, la unidad y la integridad territorial y el derecho a la libre determinación, así como el rechazo de cualquier intento de desestabilizar los sistemas constitucionales y democráticos legítimamente establecidos por los pueblos”.
Esta es una definición ambigua que presenta una ‘democracia’ de plastilina. Ella puede acomodarse a cualquier necesidad, incluso la de regímenes totalitarios. Y la verdad no me extraña, ya que ella fue firmada por Robert Mugabe, Teodoro Obiang, Raúl Castro, Nicolás Maduro y Evo Morales. No es posible que sigamos discutiendo sobre el respeto a los derechos humanos en el mundo moderno. No es posible que sigamos discutiendo sobre la libertad de prensa y de expresión. Es hora de pelar capucha, los regímenes que no están con la Carta Democrática deben renunciar a ella
conversaciones, tertulias, confidencias trascendentes del pasado, de la actualidad y del futuro
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jueves, 10 de septiembre de 2015
Jimmy Ortiz opina que si firmaron y no cumplen, los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia deberían retirarsede la decisión tomada por la Décimo Octava Asamblea de la ONU sobre la Democracia donde figura el respeto a los DDHH, a las libertades fundamentales, el acceso al poder sometiéndolo al Estado de Derecho con elecciones libres, justas y basadas en el sufragio univeral y secreto. más claro agua, no cumplir tales normas es una burla que ofende.
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