Julio Iglesias: «Cantaré hasta que la ciática me lo permita»
Acaba de lanzar su primer disco de duetos, con artistas como Sabina, Calamaro o Plácido Domingo
A Julio Iglesias (Madrid, 1943) le han formulado una y mil veces las mismas preguntas, pero él siempre brinda una nueva respuesta. Conversador insaciable, mantiene intacta su maquinaria de generar titulares y eso es de agradecer cuando uno desenfunda la grabadora.
Suena el teléfono. Llama desde Miami. Se interesa por la edad de su interlocutura y al final, el paso del tiempo y la búsqueda de la eterna juventud acaban por acaparar buena parte de la conversación. «Yo me levanto regular con 73 años, pero al cabo de una hora ya me siento como si tuviera 18. Mi cabeza sigue joven y por tanto mi cuerpo está bien. Si el cuerpo manda en la cabeza, la salud se va a la mierda».
El cantante lleva varios días con la oreja pegada al teléfono para presentar a la prensa su nuevo disco «México y amigos», un álbum homenaje a la música mexicana que tiene como invitados a Pablo Alborán, Joaquín Sabina, Thalía o Plácido Domingo entre otros, con quienes canta a dúo. «Es una suerte contar con artistas invitados increíbles que han hecho que canciones históricas tengan una nueva dimensión. Los once colegas me han sorprendido. Es un gran contraste, tienen un estilo diferente y eso aporta colores nuevos».
Cada vez que lanza un nuevo trabajo se cierne la misma incógnita. ¿Será el último? Eso dijo del anterior, pero aquí sigue, con un disco más y ya supera la ochentena. Julio tiene cuerda para rato y se angustia solo con oír el vocablo jubilación. «Tengo energía. Soy como una especie de vampiro, la sangre que me da la gente me fortalece continuamente y me hace tratar de ser mejor. Los artistas tenemos la responsabilidad de crecer como el público quiere que crezcamos».
En el verano de 2015, se vio obligado a suspender parte de una gira por un problema en la parte lumbar de la espalda de la que tuvo que ser operado en Nueva York. Su intervención desató todo tipo de rumores. «Soy propenso a la ciática, pero no me quiero operar. ¿Tú nunca has tenido una ciática?», inquiere. «Bueno tú eres muy joven. Pero de vez en cuando las lumbares se enfadan y me dan un dolor terrible. Hace dos años estuve tres meses sin cantar, pero ahora estoy fenomenal. Cantaré hasta que la ciática me lo permita».
El lanzamiento de su disco homenaje a México coincide con los primeros cien días de Donald Trump al frente de EEUU. No quiere volver a pronunciarse sobre él. «Eso deben juzgarlo los americanos, yo prefiero hablar sobre mi país». Le tomamos la palabra y, una vez más, se deshace en elogios hacia la tierra que le vio nacer. «Cómo no voy a amar a España. La llevo tan dentro que es como si estuviera de parto cada día». Y, ¿qué hacemos con la corrupción? «El que corrompe a la cárcel, sin más explicaciones. No debe haber tanta complicidad entre todos los partidos. La corrupción existe en el mundo entero, no vamos a decir que España es el país más corrupto, sino que forma parte de una corrupción universal, que puede producir una gran rebelión de los pueblos en el futuro».
Eterno galán, padre de ochos hijos y abuelo entregado, rechaza la etiqueta de conquistador y mujeriego que le han atribuido siempre. «No soy un seductor, soy un flaco desgarbado con una cabeza mágica». Una capacidad de trabajo y entrega en el escenario que han heredado sus hijos. «¿Le gusta el “Súbeme la radio” de Enrique? «Es un artistazo. Tiene unas cualidades brillantes y un éxito descomunal, no hay que cansarse de aplaudirle». Otro Iglesias que podría subirse al escenario es Rodrigo, quien cumplió 18 años el pasado abril. «Le gusta la música, se pasa cuatro horas al día a la guitarra. Es un chico, con muchas luces y muy aprovechadas».
La última pregunta la reservamos para conocer cómo es su relación con su exmujer Isabel Preysler. «Claro que somos amigos, tenemos tres hijos en común, me llama, la llamo, me preocupa y estoy feliz de que sea feliz. Hablamos cada cinco o seis meses». De su pareja Mario Vargas Llosa ha leído muchos ensayos. «Ahora me llama más la atención, pero a los grandes escritores los he leído siempre y Vargas Llosa es un grandísimo escritor». Julio se despide con un afectuoso saludo y se prepara para la siguiente llamada.
Suena el teléfono. Llama desde Miami. Se interesa por la edad de su interlocutura y al final, el paso del tiempo y la búsqueda de la eterna juventud acaban por acaparar buena parte de la conversación. «Yo me levanto regular con 73 años, pero al cabo de una hora ya me siento como si tuviera 18. Mi cabeza sigue joven y por tanto mi cuerpo está bien. Si el cuerpo manda en la cabeza, la salud se va a la mierda».
El cantante lleva varios días con la oreja pegada al teléfono para presentar a la prensa su nuevo disco «México y amigos», un álbum homenaje a la música mexicana que tiene como invitados a Pablo Alborán, Joaquín Sabina, Thalía o Plácido Domingo entre otros, con quienes canta a dúo. «Es una suerte contar con artistas invitados increíbles que han hecho que canciones históricas tengan una nueva dimensión. Los once colegas me han sorprendido. Es un gran contraste, tienen un estilo diferente y eso aporta colores nuevos».
Cada vez que lanza un nuevo trabajo se cierne la misma incógnita. ¿Será el último? Eso dijo del anterior, pero aquí sigue, con un disco más y ya supera la ochentena. Julio tiene cuerda para rato y se angustia solo con oír el vocablo jubilación. «Tengo energía. Soy como una especie de vampiro, la sangre que me da la gente me fortalece continuamente y me hace tratar de ser mejor. Los artistas tenemos la responsabilidad de crecer como el público quiere que crezcamos».
En el verano de 2015, se vio obligado a suspender parte de una gira por un problema en la parte lumbar de la espalda de la que tuvo que ser operado en Nueva York. Su intervención desató todo tipo de rumores. «Soy propenso a la ciática, pero no me quiero operar. ¿Tú nunca has tenido una ciática?», inquiere. «Bueno tú eres muy joven. Pero de vez en cuando las lumbares se enfadan y me dan un dolor terrible. Hace dos años estuve tres meses sin cantar, pero ahora estoy fenomenal. Cantaré hasta que la ciática me lo permita».
El lanzamiento de su disco homenaje a México coincide con los primeros cien días de Donald Trump al frente de EEUU. No quiere volver a pronunciarse sobre él. «Eso deben juzgarlo los americanos, yo prefiero hablar sobre mi país». Le tomamos la palabra y, una vez más, se deshace en elogios hacia la tierra que le vio nacer. «Cómo no voy a amar a España. La llevo tan dentro que es como si estuviera de parto cada día». Y, ¿qué hacemos con la corrupción? «El que corrompe a la cárcel, sin más explicaciones. No debe haber tanta complicidad entre todos los partidos. La corrupción existe en el mundo entero, no vamos a decir que España es el país más corrupto, sino que forma parte de una corrupción universal, que puede producir una gran rebelión de los pueblos en el futuro».
Eterno galán, padre de ochos hijos y abuelo entregado, rechaza la etiqueta de conquistador y mujeriego que le han atribuido siempre. «No soy un seductor, soy un flaco desgarbado con una cabeza mágica». Una capacidad de trabajo y entrega en el escenario que han heredado sus hijos. «¿Le gusta el “Súbeme la radio” de Enrique? «Es un artistazo. Tiene unas cualidades brillantes y un éxito descomunal, no hay que cansarse de aplaudirle». Otro Iglesias que podría subirse al escenario es Rodrigo, quien cumplió 18 años el pasado abril. «Le gusta la música, se pasa cuatro horas al día a la guitarra. Es un chico, con muchas luces y muy aprovechadas».
La última pregunta la reservamos para conocer cómo es su relación con su exmujer Isabel Preysler. «Claro que somos amigos, tenemos tres hijos en común, me llama, la llamo, me preocupa y estoy feliz de que sea feliz. Hablamos cada cinco o seis meses». De su pareja Mario Vargas Llosa ha leído muchos ensayos. «Ahora me llama más la atención, pero a los grandes escritores los he leído siempre y Vargas Llosa es un grandísimo escritor». Julio se despide con un afectuoso saludo y se prepara para la siguiente llamada.
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