El dólar y su origen español

Muy pocos norteamericanos saben que su moneda posee origen español

Los reales de a ocho fueron conocidos como «taleros», por su parecido con la recia moneda austríaca «thaler», acuñada en Bohemia, también en el territorio imperial de Carlos V, pero tenía mucha menor distribución.

El real de a ocho español se acuñaba en la Ceca o Casa de la moneda de México, procediendo el metal de los yacimientos mexicanos de Zacatecas o Guanajuato, y de las riquísimas minas de Potosí, en Bolivia, prácticamente una montaña maciza de plata, el mayor yacimiento argentífero que haya existido nunca. Estos navíos levantaban la codicia de los piratas del Caribe y el Atlántico, cuyo sueño era hacerse con el botín de un galeón español atiborrado de estas monedas. El último aflorado, el Nuestra Señora de las Mercedes, rescatado por la polémica compañía Odyssey, transportaba 574.000 monedas de reales de a ocho, una verdadera fortuna.

Los reales de a ocho fueron la primera divisa universal, porque no solo circulaban en Europa y en América, sino también en Asia. El famoso Galeón de Manila español, que hacía un trayecto anual entre México y Filipinas, la primera globalización comercial, transportaba estas monedas para cambiarlas por los productos exóticos del Oriente como sedas, porcelanas o mantones de Manila, y la moneda española, aceptada y apreciada por los comerciantes de todo el mundo, llegaba así a muchos rincones del Oriente. De hecho, los comerciantes chinos solo aceptaban estos pesos españoles de plata a cambio de sus mercancías.

Pero también circulaba la moneda española en las Trece Colonias británicas de América del Norte, mucho antes de que declararan su independencia. Por la dificultad de las navegaciones llegaban pocas libras esterlinas a las colonias, y era mucho más fácil surtirse de los cercanos y acreditados reales de a ocho acuñados en México que de libras inglesas, de modo que en las Trece Colonias la moneda española circulaba normalmente, y era conocida primero como «spanish thaler», pasando después a «spanish daller», y más tarde a «spanish dollar».

Cuando llegó el momento de la emancipación de las colonias, los flamantes Estados Unidos repudiaron formalmente la moneda británica y se vieron en la necesidad de acuñar moneda propia. Pero resultaba difícil introducir en el comercio un valor nuevo, y por ello se recurrió al que entonces lo poseía en grado superlativo en todo el mundo: el peso duro, la moneda española real de a ocho, la referencia monetaria indiscutible. Había muchas de estas monedas en circulación en las Trece Colonias, y tenían la garantía de su prestigio y de su depurado contenido de plata, de modo que el real de a ocho de la monarquía española se convirtió en la base de la moneda de los Estados Unidos.

La paridad del dólar americano fue unida oficialmente a la moneda española, y el «spanish dollar», llamado así durante mucho tiempo, convivió durante largos años con el «dollar» americano. Ambas monedas, la americana y la española, circulaban por igual y con el mismo valor en los Estados Unidos, y por cierto que sus ciudadanos, siendo idéntico el valor nominal, preferían con mucho los pesos o duros españoles que los nuevos dólares americanos, porque los españoles tenían más prestigio y mayor contenido físico de plata. La moneda española estuvo vigente en Estados Unidos hasta el año 1857, cuando se prohibió su uso.

En cuanto al signo del dólar, el conocido «$», las barras (comúnmente se dibujan dos barras verticales y no una) provienen, según la opinión más extendida, de las dos columnas de Hércules de la pieza española, estilizadas. De hecho, cuando surgieron las primeras monedas acuñadas por Estados Unidos, se les denominó también «pillar-dollar», por los dos pilares o columnas de Hércules. Y en cuanto a la S, según la versión más generalizada se trata de una abreviatura de la palabra «peso», como era llamado el real de a ocho, con la P y la S superpuestas.

En conclusión, que la archiconocida moneda estadounidense tiene su inequívoco origen en la vieja moneda española. Un capítulo más del legado de España en Norteamérica.