El Dr. Marcelo Soza, el fiscal más temido de Bolivia, está desaparecido desde el sábado y en la tarde de este martes se supo que ha renunciado irrevocablemente a presidir la acusación del Juicio del Siglo, con acusaciones de magnicidio, terrorismo, alzamiento armado y separatismo sobre 39 personas.
La noticia causó conmoción entre los involucrados en el proceso y entre quienes, directa o indirectamente, resultaron sospechosos en el caso desencadenado a partir del asalto policial sobre el Hotel Las Américas, de Santa Cruz, el 16 de abril de 2009.
En el episodio murieron acribillados a balazos (la palabra “ejecución” empieza a ser dicha con más frecuencia en medios radiales) el boliviano-croata Eduardo Rózsa Flores, el irlandés Michael Dwyer, y el húngaro Arpad Magyarosi. Se salvaron el boliviano Mario Tádic y el rumano Elöd Tóásó.
Aunque un fiscal no puede renunciar si el caso que se le ha asignado no ha concluido, el carácter irrevocable de la decisión asumida por Sóza fue de hecho aceptado por el Fiscal General, Ramiro Guerrero, quien subrayó que el investigador del Ministerio Público debe hacer entrega oficial de la función que se le encomendó e informar de la estrategia seguida y por seguir a quienes ocupen la responsabilidad cesante.
La salida de Soza del escenario principal del caso puede representar la remoción de la piedra angular de una pirámide que haría que todas las piezas de la construcción se derrumben. En el caso está involucrada una gran parte de las más altas autoridades del gobierno.
En la más reciente estocada sobre la labor del fiscal, desde hace tres semanas circula profusamente la grabación de conversaciones atribuidas a Soza con distintos interlocutores, a uno de los cuales habría dicho que “se cae el caso terrorismo y cae Evo”. Su presencia alegre y afectuosa al lado de los fiscales del gobierno presos ahora por involucramiento en casos de extorsión. “Su credibilidad y honorabilidad quedó en tela de juicio”, dijo el abogado GaryPrado Araúz, que también defiende a su padre, el general Gary Prado Salmón.
En la noche de este martes, se desconocía el paradero del fiscal. “No sé si él renunció o lo renunciaron”, dijo el abogado al hablar en una entrevista con Cadena A. El abogado subrayó que hace una semana, en Caracas, al tomar conocimiento de la cinta con una voz que se atribuye al fiscal renunciante, el presidente Morales había instruido que fuese investigado el nuevo elemento que surgía en la trama. Dijo, sin embargo, que creía que el video era falso. “Una contradicción”, dijo el abogado. “No se puede investigar algo que de entrada se cree que es falso”.
La salida de Soza aparta del juicio a su protagonista más notorio. Soza fue quien ordenó encarcelamientos, totales y parciales, allanamientos, pero que no estuvo presente en el hecho mismo que le tocó investigar: la incursión armada al Hotel Las Américas. Sólo ingresó al escenario del acontecimiento horas después, “cuando estaban muertas las evidencias”, dijo el general Prado Salmón al referirse al caso.
El general, quien rindió a Ché Guevara en las selvas del oriente de Bolivia en 1967 y retirado de las armas hace más de 20 años tras culminar su carrera militar, ha sido acusado por el fiscal renunciante de ser el “cerebro” de los planes que atribuyó a Rózsa. Los planes nunca fueron comprobados y están en debate estos días, cuando se lleva a cabo en Santa Cruz la fase oral del proceso.
La senadora Carmen Eva Gonzáles, quien recibió la cinta con la supuesta voz de Soza, dijo que la renuncia del fiscal equivalía a admitir la validez del audio y a su contenido. Agregó, entrevistada también por el programa informativo de Cadena A, que “el fiscal Soza y el presidente Morales tienen el deber de hacer conocer la verdad a los bolivianos”.
En la cita, la supuesta voz de Soza dice que un funcionario llamado Nolberto Clavijo colocó una pistola sobre la almohada donde había dormido Eduardo Rózsa Flores y que fue una de las “evidencias” de que el grupo del boliviano-croata había atacado a la compañía policial determinando que los policías irrumpiesen en el hotel.
Sobre todo el caso pende ahora, con más peso que nunca, un signo gigante de interrogación. Alrededor de ese signo están decenas de pesonas y familias y autoridades del primer círculo del poder en Bolivia. Y la afirmación escuchada e la trabación de que “se cae el caso terrorismo y cae Evo” está a prueba.
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