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martes, 19 de septiembre de 2017

Claudio Ferrufino comenta la presencia de Alvarito en Nueva York, su paprticipación en "el foro de Izquierda" y se pregunta: qué hace este feroz depredador de extinción de especies, destrucción de hábitats,,,,,,,, lo cierto es que hay "izquierdas que se niegan a escuchar los lineritas o moralitos".

La Momia y las incongruencias plurinacionales/MIRANDO DE ABAJO
Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Alvarito García, vicepresidente quizá también eterno (terrible drama el de ser siempre segundo, cola de perro) viaja a Nueva York al “Foro de la Izquierda”, centrado este no ya en la toma del poder como hubiera sido décadas antes, sino en la supervivencia de la especie en un ambiente socialmente justo, ecológico. ¿Pues qué hace este feroz depredador de terno y peinado impecable en un lugar así? Habría discrepancias en cuanto a la política de extinción de especies, incluida humana, por la superexplotación de recursos naturales y destrucción de hábitats, si se contemplara la “revolución boliviana” en su realidad y no en la lírica, característica de las izquierdas, falaz y tóxica. Peor sabiéndose que el asunto no está referido a políticas que apunten a beneficiar al colectivo sino a hacerlo de manera personal, para enriquecimiento de las cúpulas y las mafias que las apuntalan. Lo triste que hay izquierdas en el norte, y europeas también, que se niegan a escuchar el discurso veraz de lo que estos tipos, Morales, Linerita, y etcéteras, representan.

Ahora bien, la izquierda depredadora siempre existió. Su presencia se manifiesta en el desierto que es hoy el Mar de Aral, ejemplo palpable de la demencia soviética. O la política del imperio chino en la vasta provincia sureña de Yunnan donde, para beneficiar a la multitudinaria etnia Han, está destruyendo las últimas selvas tropicales y sus numerosas minorías, reemplazando los bosques con granjas de producción de goma. Ahí caería perfecto el tonto de capirote, alias genio, que funge como vicepresidente, entre sus congéneres viciados y delincuentes, aprovechadores del dolor, místicos del dólar y apóstoles de una prostituida miseria.

Nueva York le viene al pelo, porque el odiado capitalismo tiene delicias a las que él y Evo Morales pueden acceder sin problemas. Su amplio bolsillo y un avión particular para ser rellenado de contrabando, hace la cosa práctica. Por unos días serán las estrellas de la Quinta Avenida. Viendo su vestuario, no dudo que visite Gucci y adquiera calzoncillos de a 300 verdes. La recua revoltosa, mugrienta y vanidosa que los sigue, se animará con la vista de lo que el futuro será para ellos con dólares mal habidos y escaso esfuerzo. Dicen que el crimen no paga, pero la revolución sí. Mientras haya idiotas que creen en fantasmas.

El fantasma del comunismo recorre el mundo… cargado de billetes. “Comunismo”, “izquierda”, “revolución”, letras ya sin fundamento ni peso.

Ahora seguimos, supongo por el título del texto, hacia el panorama de la lucha libre: la Momia contra el Santo. Lo quisiéramos así, un espectáculo que adoraba Monsiváis y que refleja un aspecto de la mexicanidad. No, no es lucha libre. Nuestra Momia es el presidente. Hoy que anda de viaje no crítico –viaje de placer- en los Estados Unidos, tratará de conseguir paños lubricados en carísimos bálsamos para su porvenir de esperpento faraónico. ¿O no lo saben, que decidió no solo permanecer de mandatario eterno sino de semidiós en la pirámide que ha de construir en su memoria? Me recuerda a sus, y nuestros, antepasados que adornaban el salón de oro del Qoricancha del Cuzco en calidad de momias. Ellos creyeron, igual que el abanderado del paraíso terrenal, el Dalai Lama de Orinoca, en la eternidad. Bastó un puñado de bestiales extranjeros para desbaratar sueños, veleidades, privilegios. Mientras los soldados de Pizarro arrancaban láminas de oro de las paredes del templo, arrojaban los despojos de los reyes incas, desprovistos ya de joyas y vestimentas, al suelo. El poder no pasa de dudoso hálito. Quien elucubre en su intemporalidad, alucina.

Tendremos mañana, en las Naciones Unidas, a Evo Primero balbuceando la misma cháchara. Como siempre, ante un escenario casi vacío. Luego a probarse las vendas que bañadas en jazmín y aceite preservarán por los tiempos a venir su poco elegante humanidad. Quizá sobre tela, ojalá, para que decoren a Alvarito y lo conviertan en momia menor.

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