Hugo Chávez no dudó un instante en brindarle a su flamante colega Evo Morales toda clase de ayudas para introducirlo en la esfera política para “el indio” como llamaba al boliviano.  Una vez llegado al poder le organizó un periplo por España, Francia, Bélgica, Sudáfrica, China, Brasil, Argentina, Irán… lo haría en un lujoso jet “prestado por Chávez” sin sospechar que no podría llegar a Irán por cuanto siendo un avión “made in USA” el teocrático Ahmadinejad chocó con la negativa de los Ayatolas de permitir el ingreso de la nave gringa a su territorio. Primera frustración. La segunda obtener una entrevista con Nelson Mandela, por cuanto según registra Emilio Martínez en su “Ciudadano X” se estropeaba con la negativa una jugada mediática largamente acariciada de los ideólogos del MAS que soñaron con la foto del cocalero abrazando al anciano líder del Congreso Nacional Africano.
El autor citado trae a colación el intento de García Linera de comparar a Bolivia con el Apartheid hasta el triunfo del MAS  distorsionando la historia de la Revolución Nacional que estableció el sufragio universal y la presencia indígena posterior a 1952, cuando alcaldes, diputados, senadores y ministros de raíces originarias incluyendo a un conocido vicepresidente aimara Victor Hugo Cárdenas, que superó por el esfuerzo propio la barrera lingüística de su natal aimara, dominando el quechua, el inglés, el francés y que hicieron presencia en la vida pública.
Varias veces más intentó entrevistarse con Mandela, por cuanto el líder sudafricano marcó siempre las grandes diferencias con el favorito de los cocaleros que siendo dirigente sindical  y “tocador” de las bandas carnavaleras de Oruro, llegó por su osadía y predicamento en contra de “los ladrones del Gobierno” y su maestría en el bloqueo de caminos, y en infundir “el miedo y agotamiento de los ciudadanos” imponerse por la vía electoral, logrando  los votantes que buscaban paz y tranquilidad que quizá obtendrían con el MAS.
Mandela sí luchó contra el Apartheid, aquel oprobioso sistema de segregación racial en Sudáfrica, por ello tuvo que permanecer 27 años en prisión acusado de alta traición. Sin embargo, y gracias a la falta de pruebas, fue liberado en 1990. Pese al rencor acumulado tras tanto tiempo de represión y a los estallidos de violencia que marcaron el delicado proceso, nunca se cansó de convocar a la paz civil y a la reconciliación entre sudafricanos. Trabajó además como mediador en los conflictos de Angola, Burundi y República Democrática del Congo.
Gracias a su lucha en favor de las personas de color, Mandela fue acreedor del Premio Nobel de la Paz en 1993, después de haber recibido el premio Mahatma Gandhi a la Paz y el de Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional en 1992. Desde el poder, ya subido a la silla presidencial qué no hizo Evo y sus seguidores funcionarios del Estado para promocionarlo como candidato al gran premio que se otorga en Oslo.
Se tiene entonces que Mandela llegó a ser el Jefe de Estado más transparente y genuino que convocó a los eternos enemigos (negros y blancos) a la convivencia pacífica por el interés común de su nación. Alcanzó las más altas distinciones y los honores a que puede aspirar ser alguno, mientras el segundo provoca la repulsa general por varias actitudes contradictorias. Mientras proclama en uno de sus discursos en la ONU que los DDHH están por debajo de las leyes de la Naturaleza y la Pachamama, en otro más reciente se proclama defensor de los mismos, entre los cuales está el derecho a elegir y ser elegido.
No hay entonces puntos de comparación entre uno y otro. El primero persigue el poder por encima de todo principio y de toda moral, el segundo consagró su vida al ideal de la Paz entre todos los hombres y la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.

El autor es periodista.
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