Es difícil presentar los aspectos criticables de Luis Espinal Camps S.J., porque no son pocos los méritos intelectuales y sentimentales que le brindan un aura de protección frente a cualquier tipo de cuestionamiento.
Pero lo que nos interesa criticar son sus ideas políticas. Empecemos con su poema: “Comunismo” que pertenece a sus Oraciones a quemarropa, que dice así: “Señor, / nos da miedo este mundo/ que avanza hacia el comunismo. / La mancha roja se extiende/ con el apoyo de muchos. / Hoy, aquí, la religión de la materia/ es más fuerte que tu Religión, / es más viva, más proselitista. / Tal vez, sea mejor así, / que el comunismo crezca y de un zarpazo/ saque de su letargo a tu Iglesia milenaria. / Ante un peligro tan agudo, ¿qué significa esta Iglesia de boato y de rutina?/ Tal vez, tus pobres hallan en el comunismo/ aquello que Tú predicaste: / el hambre y la sed de justicia (Mt. 5,6). / Tal vez, nosotros los hacemos ateos al mostrarles un Dios que de verdad no existe; / tal vez, tienen razón al hablar de “opio del pueblo”/ porque hemos desencarnado nuestra fe…/ Tal vez, hará falta atravesar el Mar Rojo/ para entrar en la Tierra Prometida. / Tal vez, Tú, Señor, estás con”.
Desconocemos si como dice Víctor Codina S.J. en: “Luis Espinal. Gastar la vida por los demás”, esta oración conformó parte de sus escritos de 1965 o fue elaborada posteriormente con otras oraciones que pretendía publicar y que fueron publicadas póstumamente. Tampoco sabemos si fue por ignorancia o deshonestidad intelectual que desconoció los resultados del experimento comunista. Su obsesión con la hoz y el martillo lo plasmó en un crucifijo tallado en madera seguramente divagando en un posible acuerdo marxista-cristiano. Pero el símbolo de la hoz y el martillo fuera de que represente diálogo, es un símbolo de muerte, persecuciones, crímenes, hambruna, terror, dolor, represión y sufrimiento. Millones de muertos donde la mancha roja se extendía, la religión de la materia avanzaba con la prédica del profeta Marx y sus discípulos, hacia un infierno empedrado de buenas intenciones. No podemos negar las buenas intenciones de Espinal, pero estaba equivocado y como vemos en su oración, estaba confundido y desesperado, nos dice que tal vez sea mejor que exista comunismo soviético.
En su texto “El cristianismo y la revolución” plantea la revolución del pueblo en América Latina ejecutada por cristianos y crítica a la Iglesia que defiende el sistema y que tiene privilegios, siendo contrarrevolucionaria, determinando que: “Hay que recordar que la revolución no va a ser en favor de todos; sino solamente en favor de las mayorías”, claro discurso de la Teología de la Liberación, cuyos principales pensadores poco o nada conocían de economía, según uno de sus principales críticos Michael Novak, para quien estos religiosos estaban confundidos, porque atacaban el capitalismo que no estaba presente en los países latinoamericanos, lo que ellos veían y en su confusión atacaban, era el mercantilismo, aquel sistema que otorga beneficios y privilegios sólo a los amigos de los gobernantes.
Si la democracia te libera de la dictadura, los mercados te liberan de la pobreza. Los religiosos de la Teología de la Liberación criticaban el capitalismo en sociedades precapitalistas; no nos explicaron como debíamos producir y con qué herramientas salimos de la pobreza. Su discurso terminaba con la palabra revolución (revolución violenta, Espinal sostenía comunicación con el Ejército de Liberación Nacional). Pero: ¿al día siguiente de la revolución qué hacemos y qué comemos?
Esto ninguno supo explicar en sus oraciones.
El autor es vicepresidente del Instituto Libertad, Democracia y Empresa
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