ha muerto el popular
“HUACHO”
Repitiendo los antiguos versos del poeta alusivos a la
pérdida de un ser querido reflexiono. “¡Por quién doblan las campanas! Reza
John Donne desde el pasado y afirma: El ser humano no es una isla. Somos todos un
fragmento de la urdimbre universal, apenas una brizna del conjunto pero una
parte del todo; cuando la mariposa bate sus alas, en otro punto del cosmos otro
movimiento similar sucede, y por ello, la muerte de un ser humano nos afecta;
también un pedazo de cada uno de nosotros muere con él. Él mismo poeta da
respuesta a su pregunta: “Las campanas
doblan por ti, por todos nosotros, porque hemos perdido para siempre el tesoro
de una vida, una parte de nuestra vivencia”, y con la muerte de Huacho, perdemos alguna
trascendencia de la grandeza humana.
Al evocar recuerdos compartidos de mi condiscípulo y
entrañable hermano de la vida, lo veo niño otra vez, juguetón y divertido,
riendo siempre con sonrisa de ángel puro.
Cuando se concluía el Teatro “Teófilo Vargas”, párvulos
aún, recitamos juntos en el escenario y al “Alimón”, el dulce verso del cubano
Martí: “Cultivo una rosa blanca,/ en
junio como en enero/ para el amigo sincero / que me da la mano franca / Y para
el cruel que me arranca / el corazón con que vivo. / Cardo ni ortiga cultivo /
Cultivo una rosa blanca”.
Más tarde, en el colegio, destacado como gran compañero y
leal amigo. Muy joven, el primero en el empeño de ser útil despachando
milagrosos fármacos en la Farmacia “Mercado”, mágicas recetas magistrales.
Luego nos diste la lección de hombría, deportista consumado, pieza humana
irremplazable en el equipo preferido; aseguran que compartiste una delegación
deportiva a Europa cuando Holanda ofreció contratarte, también supimos de tu
heroísmo y de tu amor por la lid deportiva realizada con honor y sacrificio;
cargado de dolor por un trauma, debieron administrar anestésicos y
desinflamantes que complicaron la circulación distal de una extremidad con
graves consecuencias ulteriores.
Experto jinete triunfador sobre veloces corceles; alguien
te encontró junto a un hermoso alazán, dormido de amor en su regazo, en el Club
Hípico de nuestros recuerdos, las carreras de caballos que hoy son una
nostalgia y el club un terreno en la mira de ser una bomba de polución en
Cochabamba. En tu madurez de hombre, relevante fue tu desempeño cargado de
afectos en la línea bandera de la Patria. Ofreciste la mejor de tus bondades,
tu sana alegría, tu empeño intelectual y tu ser de noble estirpe familiar. Benefactor
entregado al servicio del prójimo, plasmaste en todos los departamentos de la
Patria, en Panamá, en Chile, tus valores humanos prestigiando la institución
que te dio cobijo laboral. El nombrado “Ojmillo” y tú, serán para siempre recordados
como “Los “Caballeros” del LAB.
Buen hijo del mejor alcalde de Quillacollo y Cochabamba,
don Aníbal Zamorano, en cuya sangre bullía la nobleza, tenías que nacer también
noble, de sangre y de alma. Buen padre, buen esposo, buen hermano, ¿qué más?
Capitán heroico hasta culminar la travesía. Cual Cyrano de blanco penacho, sonriendo
al destino, te vimos los últimos años enfrentar la batalla del dolor, sembrando
a cambio, amor genuino hasta el instante de quedar inane y partir a tu vuelo de
ángel destinado al paraíso.
Al despedirte, sensible mi corazón, sólo atino a
pronunciar el Salmo que escuché de ti en el silencio de las palabras sublimadas,
cuando preparabas los aprestos del viaje último, moviendo los labios sin
sonido, rezabas en la interioridad de tu alma al avanzar hacia el cambio de
substancia humana, el salmo que yo rezo acompañando tu infinito viaje: El Señor es mi pastor, nada me falta./ En
verdes pastos me hará reposar. / Por aguas tranquilas me conduce / Y reconforta
mi alma. / Porque tú Creador estarás conmigo. / Tú vara y tu cayado / Me
infundirán aliento. /
Vuela al cielo, hermano, la paz
sea en tu sueño.
Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba, 31 de junio 2015.
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