La campaña electoral del comandante que quiere reelegirse de por
vida sufrirá unos cambios en los días por venir. La "gripe
repetitiva" del candidato que lo obliga a recluirse con más frecuencia por
estos días esconde un malestar mayor que lo obligó a viajar por segunda vez en
menos de dos semanas a La Habana. El origen de sus dolencias vuelve a surgir.
Las angustias recientes no lo ayudan. Lo de Amuay colmó el vaso de agua. Se
le fueron los tiempos.
Peor aún el viernes pasado cuando regresando de Cuba montó un
mitin de autobús y aerotransportado en el Polideportivo de Maiquetía. La
promoción a Henrique Capriles fue total. No dejó ni un minuto en ofenderlo y
por lo menos 200 veces lo tildó de jalabolas. Usando el montaje de un falso
programa de la MUD, cuya autoría es de Didalco 2, David de Lima, despotricó del
candidato tratando de asustar a sus electores. Siente que las cosas no le están
saliendo bien y que el cansancio colectivo del que todos hablamos es una
realidad hasta en lo más interno del chavismo.
Sus amenazas de darle un palo a la lámpara anunciado hasta una
guerra civil si llega a perder han tenido repercusión en el exterior. Sin
haberlo sabido medir a tiempo, solo por su contumaz empeño en ingresar al
Mercosur, se puso la soga al cuello en cuanto a cumplir ciertas condiciones del
grupo sub regional. No se le aceptaría negar un reconocimiento a una victoria
opositora y menos desatar una persecución a sus contrincantes. La primera en
advertírselo --en otras situaciones aquí lo escribimos- fue la presidenta
argentina, su amiga del alma, Cristina Kichner. Ella conversó del tema con su
par brasilera, Dilma Rousseff. Ambas han enviado mensajes a Chávez, por
diferentes vías, que una reacción como la anunciada no sería aceptada por la
comunidad de Mercosur ni la de Unasur. "Nos la pondrías muy difícil para
apoyarte. Ninguno de nosotros" me dice un colega argentino le habría dicho
la "Señora K" al caudillo según sus más cercanos colaboradores
de gabinete.
Ni en Cuba, donde discutió las últimas encuestas, consiguió el
visto bueno buscado. Allí dejó colar que "si llego a perder, unos días
antes de la toma de posesión encargo a Jaua de la presidencia para que él sea
quien traspase la banda presidencial". No duerme. Ayer, una vez más,
gargajeando su mocosidad vía telefónica, insistió en que el majunche, oligarca,
burgués y escuálido no sabe hablar, que sus mítines son de dos minutos y
que lo que hace es repetir todo lo que decía Manuel Rosales en sus tiempos. Una
vez más volvió a mandar a Diosdado para Monagas. Insistencia extraña. Anda
bravo y molesto. Por eso los días que vienen son más peligrosos. Añádase a ello
el informe de los funcionarios militares del Plan República sobre el simulacro
electoral del domingo donde se dieron cuenta que, a pesar de que el PSUV tuvo
más movilización -con todos los recursos del Estado, del gobierno y de Pdvsa en
un mismo pote-, al final tuvieron menos votos que los de Capriles en zonas que
antes eran controladas por los rojos.
Transcribo un segmento del artículo de Carlos Raúl Hernández
en este diario el pasado sábado que es demoledor por lo crudo y real: "Los
bolivarianos de relevo reciben su castración química. No habrá dirigentes
importantes, interlocutores de envergadura en el PSUV mientras ese tapón
(Chávez) se mantenga. Pueden ser funcionarios, más bien empleados disponibles,
para que en un mitin los lancen a capricho y estrellen de candidatos a
gobernadores del Zulia, Miranda, Táchira, Monagas, Nueva Esparta, Carabobo.
Siempre subalternos, nunca líderes..."
@nelsonbocaranda
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