Cristina Fernández de Kirchner se despide de “su” pueblo, horas antes de ser prácticamente echada del mando por creerse estrella rutilante. Tiene un invitado: Evo Morales, al que se dirige de cuando en cuando en medio de su quebrado discurso. Le dice: “Evo, no sé si vos te acordás”... la cámara se mueve hacia Morales y encuentra un rostro de piedra. No ve ni escucha ni analiza ni siente, greda andina. ¿Qué hace allí sin al menos una sonrisa? Cabe la pregunta de si lo invitaron o se invitó.
Beneficio de la duda. La Kirchner habla tonterías acerca del Mayo francés; de ahí salta al noviembre francés. Me cuesta interpretar que de la imaginación al poder se refiere ahora a los ataques fundamentalistas del mes pasado. Actriz de reparto que soñó con grandes papeles, intenta dramatizar su derrota. Unas lágrimas no caerían mal. Ella, cabaretera como la ancestral Duarte, encarna esa herencia nefasta italiana de multitudes aullando en pos de madonnas de carne y hueso con dudosa reputación y llantos de traje negro. Mussolinianas en esencia, fellinescas en su absurdo. La cámara gira hacia el plurinacional... el sexo de las piedras, mustio sexo...
Despierto al día siguiente y mi mujer me informa que Evito jugaba fútbol con Macri, el odiado rival sirviente del imperio. Horas después aplaude como novicia ante la posesión del enemigo. Imagino a Cristinita que en floreado estilo presidencial expresaría su opinión ante el cambio de camiseta inmediato. Y, en eso, la justifico. El impenetrable aymara estaría en su mutismo calculando pros y contras, o, siguiendo la larga tradición indígena andina, preparando odas de alabanza a uno y otro lado para congraciarse con todos. No eran chichimecas, estos en los Andes…
Entonces, estuvo presente como quizá el último icono vivo de la Gran Mentira socialista. Se le hizo el honor. Pero prefirió quedarse, decorar con fútbol su arribismo político y su poca integridad. Por poco no besa a Macri; gozaba más que la esposa del electo. Cierto que hay asuntos económicos de suma importancia que aconsejarían no enemistarse. El mayor de ellos, el tráfico de drogas por el norte argentino, las lluvias de cocaína que le han dado tono surreal al criminal asunto. La ausencia Kirchner en la zona muy posiblemente equivale a fuerte presencia de la DEA norteamericana. Esto, asociado con la futura debacle venezolana, cortarán por un buen período el soporte monetario del masismo. Y ellos que primero soñaban con el 2025, luego con el 2035, después canonización en manos de Bergoglio, divinización y extras. Ahora, cómo sobrevivir hasta el 2016, cuando le griten NO en la cara y la cámara lo enfoque. ¿Qué hará Linerita? Creo que los bienes raíces en Corea del Norte para convictos del mundo exterior no están tan mal. Compren, muchachas, mientras puedan, emigren a Corea porque Cuba ya no es, la momia será al fin enterrada y los otros se mimetizarán con los demás ricos que inunden la isla mártir. Compren, aconsejo, bien lejos.
La actitud “del Evo” lo descarta ante la historia. Es otro punto deficiente de los seculares del XXI. Anotamos: Argentina, Venezuela, pronto Brasil. ¿Bolivia? Claro que sí, se ha demostrado que no hay sustento ideológico: vanidad y lujuria. Robespierre es Robespierrot y el profeta de Orinoca que se desvanece. Viene el tiempo del análisis, de la necesidad del cambio que ya asoma. De ese futuro hay que descartar nombres de los que fueron sirvientes de Morales: Mesa, Rodríguez Veltzé, Jaime Paz y más. Y a no creer en los intelectuales que son tan malos como los de la izquierda y peor cobardes. Panorama de desasosiego, cierto, pero en algún momento habrá que comenzar.
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