El cacerolazo de las Ollas Vacías se sintió en todo Caracas

Sectores chavistas del oeste de la capital venezolana se unieron a la protesta contra el gobierno de Maduro.
Nueva protesta contra Maduro en Caracas. (AFP)
Cuando decenas de miles de personas suenan sus cacerolas en una manifestación multitudinaria el ruido que producen es ensordecedor y se escucha a leguas de distancia. Es lo que ha ocurrido este sábado en Caracas en la manifestación de las “ollas vacías” que la oposición convocó en el oeste de la capital venezolana.

Por primera vez desde hace dos meses la zona oeste de Caracas está participando en las protestas que ha convocado la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y su protagonismo ha centrado la atención de los medios.
Las zonas populares de La Vega, Montalbán y El Paraíso comenzaron a desafiar los obstáculos que le habían impuestos las bandas paramilitares, conocidas como los “colectivos”, para que no salieran a protestar.

Este viernes los habitantes de La Vega, todavía bastión chavista, estuvieron 12 horas enfrentándose con los cuerpos de seguridad. Y hoy, pese a la brutal represión, se unieron a sus vecinos de Montalbán y El Paraíso para hacer sonar las cacerolas en la denominada marcha de las “ollas vacías”.

La marcha se convocó para protestar contra el hambre para darle protagonismo al oeste de Caracas. El hambre en los adultos (pérdida de 9 kilos) y la desnutrición infantil están causando estragos en la salud de la población, especialmente en los niños menores de 5 años en los sectores populares, que Cáritas ubica en 11 por ciento.

Por ello las ollas vacías se hicieron sonar de manera estruendosa en un sector privilegiado del chavismo. María Cuenca, de 45 años, empleada de la Asamblea Nacional, estaba con su hijo en la marcha, “protesto porque no hay comida, los productos básicos están siete veces más caros que los regulados y además no se consiguen. Las bolsas de comida del gobierno (Claps) vienen cada dos meses”.

Un manifestante de 50 años, que pidió anonimato, también llevó una tapa de una cacerola que golpeaba como si fuera un baterista de una banda de rock: “Estoy marchando desde hace 18 años cuando comenzó el chavismo. Tengo los zapatos gastados de tanto marchar pero ahora las ollas agujereadas de tanto cacerolear. Con mi protesta le estoy dando un puntapié o patada a Maduro para que se vaya pronto”.

Carlos García, un inválido de 30 años iba en su silla de ruedas golpeando su sartén al que ya le quedaba poco tiempo de vida. “No consigo las medicinas para mi tratamiento, esto es el infierno venezolano. He participado en todas las marchas desde hace dos meses. Sé que los uniformados y pistoleros han asesinado a más de 60 personas pero sé que si dejamos las protestas entonces no se irá Maduro”.

Es muy significativo que el oeste de Caracas, la zona popular chavista, se sume a las protestas que se iniciaron el 1ª de abril en el este de la ciudad, donde se ubica la depauperada clase media venezolana.

La oposición que ahora representa a la gran mayoría, que está en contra del proyecto constituyente de corte comunista que ofrece Maduro para cambiar la constitución que creó su padre el difunto Hugo Chávez, piensa arreciar las protestas para reclamar elecciones generales ya.

Maduro ha levantado fisuras a la interna con su plan constituyente, dividiendo al chavismo, con la oposición que ha impulsado la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, cuya postura contra la ruptura constitucional le ha valido toda clase de críticas, protestas y amenazas por parte del sector madurista.