El Gobierno no puede disimular la desesperación en la que está envuelto por el temor al voto nulo del domingo y ha ingresado en una espiral prebendaria sin precedentes. Solo el inmenso derroche en el que está incurriendo el Ejecutivo explica lo importante que son para el régimen las elecciones judiciales del domingo, que podrían permitirle el copamiento total del poder republicano, lo que a su vez implica activar todos los instrumentos destinados a eliminar el pluralismo político y perpetuar el mandato del presidente Morales.
Empezó con la entrega de un bono de mil bolivianos para los funcionarios públicos; le siguió el reparto de computadoras portátiles a los maestros de las escuelas públicas (con un componente de egolatría caudillista inadmisible); el presidente ha prometido viviendas, entrega focos ahorradores y por último y lo más vergonzoso, utiliza a la niñez con el inicio de la entrega anticipada del bono Juancito Pinto justo para el 15 de octubre, beneficio que además ha sido aumentado de 200 a 300 bolivianos este año.
Al paso que marcha el deterioro del Gobierno ¿qué va a ocurrir en el futuro? ¿Entregará el bono escolar en julio? ¿creará uno nuevo? ¿De dónde obtendrá tantos recursos para sobornar a tanta gente, cada vez más descontenta con el abuso y la falta de respuestas a los problemas estructurales? Este año las finanzas públicas terminarán con un abultado déficit, propio de los periodos recesivos del pasado y no de un lapso de bonanza como el que ha estado disfrutando la administración Morales desde que ascendió al poder. Ya lo dijo el primer mandatario cuando decretó el “gasolinazo” a finales del año pasado. La situación es muy grave y el bajón de los ingresos, los abultados subsidios y el inmenso despilfarro en el que incurren las autoridades, que además no contribuyen con políticas para incrementar la producción y el empleo, sin duda alguna dejarán las arcas públicas en la miseria, después de haber inflacionado las expectativas y generado demandas en forma de prebendas que claramente no son sostenibles.
Paralelo a la ola prebendalista, el Gobierno ha activado todos los mecanismos para asegurar que lo del domingo luzca como una nueva victoria electoral del MAS, cuyo telón de fondo intenta ser una reafirmación plebiscitaria para la esmirriada figura del presidente Morales, no hablemos ya de su entorno y su gestión. Finalmente quedaron en nada todas las normas relacionadas con la elección de las autoridades judiciales. La prohibición de hacer campaña electoral se convirtió en una chacota y fue el propio presidente del Tribunal Supremo Electoral el primero en violarla y como ladero tuvo obviamente al MAS y al primer mandatario, quien puso todos los recursos del Estado a disposición de una ruidosa manifestación que movilizó a los mismos empleados públicos que días antes habían recibido un bono, con la condición de que asistan obligatoriamente al acto de apoyo al jefe de estado.
Costará mucho salir de esta pesadilla. Es posible que el MAS aún tenga saldo para salirse con la suya este domingo, pero es obvio que cada vez sus jugadas pierden alcance y se quedan sin oxígeno al poco tiempo. Tal como sucedió con todas las fabricaciones que hizo el oficialismo: la nacionalización, la constituyente, el revocatorio. Ninguna cambió la historia del país, nada de eso ha modificado la realidad boliviana y tampoco han ayudado a mejorar la calidad de la vida de la gente. Todo eso, sin embargo, ha servido para pasarle una factura al Gobierno, la que viene con intereses cada vez más altos.
Empezó con la entrega de un bono de mil bolivianos para los funcionarios públicos; le siguió el reparto de computadoras portátiles a los maestros de las escuelas públicas (con un componente de egolatría caudillista inadmisible); el presidente ha prometido viviendas, entrega focos ahorradores y por último y lo más vergonzoso, utiliza a la niñez con el inicio de la entrega anticipada del bono Juancito Pinto justo para el 15 de octubre, beneficio que además ha sido aumentado de 200 a 300 bolivianos este año.
Al paso que marcha el deterioro del Gobierno ¿qué va a ocurrir en el futuro? ¿Entregará el bono escolar en julio? ¿creará uno nuevo? ¿De dónde obtendrá tantos recursos para sobornar a tanta gente, cada vez más descontenta con el abuso y la falta de respuestas a los problemas estructurales? Este año las finanzas públicas terminarán con un abultado déficit, propio de los periodos recesivos del pasado y no de un lapso de bonanza como el que ha estado disfrutando la administración Morales desde que ascendió al poder. Ya lo dijo el primer mandatario cuando decretó el “gasolinazo” a finales del año pasado. La situación es muy grave y el bajón de los ingresos, los abultados subsidios y el inmenso despilfarro en el que incurren las autoridades, que además no contribuyen con políticas para incrementar la producción y el empleo, sin duda alguna dejarán las arcas públicas en la miseria, después de haber inflacionado las expectativas y generado demandas en forma de prebendas que claramente no son sostenibles.
Paralelo a la ola prebendalista, el Gobierno ha activado todos los mecanismos para asegurar que lo del domingo luzca como una nueva victoria electoral del MAS, cuyo telón de fondo intenta ser una reafirmación plebiscitaria para la esmirriada figura del presidente Morales, no hablemos ya de su entorno y su gestión. Finalmente quedaron en nada todas las normas relacionadas con la elección de las autoridades judiciales. La prohibición de hacer campaña electoral se convirtió en una chacota y fue el propio presidente del Tribunal Supremo Electoral el primero en violarla y como ladero tuvo obviamente al MAS y al primer mandatario, quien puso todos los recursos del Estado a disposición de una ruidosa manifestación que movilizó a los mismos empleados públicos que días antes habían recibido un bono, con la condición de que asistan obligatoriamente al acto de apoyo al jefe de estado.
Costará mucho salir de esta pesadilla. Es posible que el MAS aún tenga saldo para salirse con la suya este domingo, pero es obvio que cada vez sus jugadas pierden alcance y se quedan sin oxígeno al poco tiempo. Tal como sucedió con todas las fabricaciones que hizo el oficialismo: la nacionalización, la constituyente, el revocatorio. Ninguna cambió la historia del país, nada de eso ha modificado la realidad boliviana y tampoco han ayudado a mejorar la calidad de la vida de la gente. Todo eso, sin embargo, ha servido para pasarle una factura al Gobierno, la que viene con intereses cada vez más altos.
Al paso que marcha el Gobierno ¿qué va a ocurrir en el futuro? ¿creará un bono nuevo? ¿De dónde obtendrá tantos recursos para sobornar a tanta gente, cada vez más descontenta con el abuso y la falta de respuestas a los problemas estructurales?
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