Los países más avanzados desde el punto de vista tecnológico y científico están preocupados por los “grandes temas”: la conquista del espacio, la cura del cáncer, la vacuna contra la diabetes, la contaminación, la inteligencia artificial, las energías alternativas y el desarrollo de especies genéticamente modificadas. Muy pronto el Sida será problema solo de las naciones pobres que siguen azotadas por la malaria, el cólera, la fiebre amarilla, el dengue, los males respiratorios y muchas otras patologías fácilmente prevenibles y que alimentan el círculo vicioso de la marginalidad.
Los grandes centros de investigación son muy costosos e invierten solo donde hay retorno económico, por lo que los estados, las universidades y los sectores privados de las naciones subdesarrolladas tendrán que comenzar a promover su propia ciencia si es que quieren derrotar a la pobreza, pues al ritmo que vamos, los esfuerzos políticos, económicos y sociales no alcanzan y se quedan en buenas intenciones.
Esa es una de las conclusiones que ha difundido la ONU durante una reciente cumbre celebrada en Etiopía, donde se establecieron las nuevas metas relacionadas con la pobreza y que se proponen eliminar la miseria extrema hasta el año 2030. Pero ello no será posible si es que los países más azotados por las carencias, no toman en serio esta recomendación.
Vamos a un ejemplo. Los gobiernos pueden hacer muchos esfuerzos en construir escuelas bien equipadas, pero los niños no asisten por múltiples motivos, que van desde factores culturales, problemas de salud y muchos otros que deben ser debidamente identificados por especialistas e investigadores con el objetivo de atacar el problema de raíz.
En Bolivia se ha promovido con mucho entusiasmo la interculturalidad, pero ¿qué conclusiones sobre los beneficios de la educación bilingüe? ¿Cuál ha sido el impacto de la introducción de las computadoras en el aula?
Hace décadas que venimos luchando contra el mosquito transmisor del dengue pero no se observa un cambio de conducta en la gente para conseguir una adecuada prevención ¿qué sucede? ¿quién lo investiga? No vaya a ser que estemos tirando dinero en vano en campañas de fumigación y de control de vectores cuando lo que se requiere es atacar la mentalidad de los ciudadanos.
Cuando se menciona ciencia, muchos piensan rápidamente en energía nuclear, en grandes laboratorios impensables para nuestro medio por la carencia de fondos y de especialistas; en “inventar” el litio y en “descubrir la pólvora”, cuando hay muchos otros campos de la producción, del ámbito social, de nuestra propia realidad donde podemos ser eficaces, con la posibilidad de hacer hallazgos importantes. ¿Acaso no fue lo que sucedió con la fiebre hemorrágica en los años 50 en el Beni?
“Sin investigación de calidad no se podrá acabar con la pobreza. Gracias a ella y a las rigurosas e innovadoras metodologías se ha llegado al origen de problemas concretos que obstaculizan el crecimiento de las personas y de las naciones”, dice un reciente análisis publicado en España a raíz de las conclusiones de la ONU y que señala las cuatro grandes dimensiones a atacar: inseguridad, desnutrición, desempleo y enfermedades.
'Las buenas intenciones no bastan: la ilusión por tener un mundo mejor supone el punto de partida, pero no sirve para nada si no le precede una investigación rigurosa', dice el informe.
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