VIOLENCIA INSTITUCIONALIZADA
La ciudadanía se ha convertido en una fuente de periodismo alternativo que
coadyuva a los medios formales de información probablemente gracias a la
inmediatez de las redes sociales que
irrumpen en el ámbito noticioso creando una conciencia social que pone acento
en temas de interés corriente. La gente común, está interesada en los
acontecimientos comunes que hacen a su vida y que les afecta directamente. Los
indicadores macro de las finanzas del estado, no es determinante porque no considera
que incide en el rendimiento de su salario mensual. El drama que viven miles de
personas en los mares entre África y Europa, la locura en Iraq e Irán con los
fundamentalistas islámicos, es una realidad con la que se puede vivir, que
impresiona, pero no afecta en lo personal.
Lo que toca profundamente, es la realidad de lo que sucede en su barrio, en
su ciudad, en su país y algo que sí está
afectando hondamente a la sociedad, es la proliferación de los hechos de
violencia que golpea día a día, sobre todo a mujeres y niños. La inseguridad
cala intensamente y múltiples formas de violencia, le ha quitado a nuestra bucólica manera de
pasar el tiempo libre, la tranquilidad que nunca conocerán las nuevas
generaciones.
La Defensoría del Pueblo ha hecho públicos estudios especializados en
sentido que el 83% de los niños en Bolivia sufren de algún grado de violencia.
Más de ochenta niños por cada cien. Y si de violencia sexual se trata, sólo el
0.2 % recibe asistencia psicológica de apoyo. El 77% de las agresiones son
perpetradas en el entorno familiar. ¿Qué papel juega en esta iniquidad, por
ejemplo, los índices de alcoholismo que no sólo engendran violencia física y
psicológica? Los niños sufren abandono por el consumo de alcohol o drogas de los
padres y son librados a su suerte además
de ser castigados por doble partida al ser testigos de constantes actos de violencia en su entorno familiar.
¿Cuándo vamos -como comunidad- a
enfrentar el tema del alcoholismo como una de las principales causas de la
generalización de estas atrocidades? So pretexto de preservar las
manifestaciones culturales de nuestro folclore, somos absolutamente permisivos
en cuanto festival se realiza y nadie se detiene a pensar en el infierno que se
desatará en las horas siguientes. Cuarenta y ocho después de las festividades,
se observa con verdadero espanto, el estado en el que transitan por las calles,
hombres y mujeres olvidando -en el mejor de los casos- que hay niños que presencian
el intolerable espectáculo si es que no pasan a ser las víctimas principales
como parte de la pesadilla de la inconsciencia del alcohol. Innumerables casos merecen la benevolencia de la justicia
por que los vejámenes han sido inferidos "bajo la influencia del
alcohol" como un atenuante. Si éste no es el principio de la destrucción
de una sociedad, es imposible imaginar qué más puede ser.
A estas horas, la violencia campea por ejemplo en la ciudad de El Alto, por
acciones de los denominadas Juntan Vecinales, que no son más que hordas de militantes
del MAS que se resisten a aceptar que la administración edilicia ha cambiado de
mano. Se observa en la televisión, niños
asustados, impotentes, acorralados entre el maltrato de los transportistas, los
químicos de la policía y las piedras de sus vecinos. Es un estado de guerra
virtual y constante por acción de desadaptados que han convertido a la Ciudad
de El Alto, en una de las urbes más inseguras y violentas del país. El daño que
vivir esta situación causa en la psiquis infantil es inmensurable. Violencia en
la calle, violencia en la escuela, violencia en el hogar.
Y el círculo vicioso se extiende y lacera. El 87% de la mujeres sufren
algún tipo de violencia. Noventa mujeres de cada cien. ¿En qué estamos
pensando? Esta monstruosidad de cifras son
tan chocantes que parecen irreales. La superficialidad con la que se encaran
estos temas, dice mucho de cómo no sólo las erráticas políticas de Estado, que
se reducen a enunciados y medidas que no se cristalizan, sino al abandono de
principios que está carcomiendo la base misma de nuestra sociedad.
Pero es criminal que las señales como síntomas de que la violencia puede
llegar a extremos, sigan siendo ignoradas.
Varios artículos de la importante Ley 348 contra la violencia de género,
deja muy claro que también es violencia,
-de modo encubierta o simbólica-, mensajes,
valores, signos e imposiciones sociales o económicas. Expresiones verbales o
escritas de ofensa, insulto, difamación sea pública o privada que desacredite a la mujer. O cualquier acción que
cause daño psicológico o que le genere perjuicio en su patrimonio, en su economía
o en su fuente laboral. Y los niños, frecuentemente víctimas colaterales,
siempre al medio.
La decadencia que estamos viviendo como país, es una consecuencia también de
la corrupción moral de los que sólo están interesados en lucrar con el poder.
La desmesura en la conducción del Estado, hace pensar en ese Nerón que prefirió
incendiar Roma antes de asumir su responsabilidad.
Karen Arauz