Por DANIEL FERNÁNDEZ CANEDO
Involuntariamente, Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, le jugó una mala pasada a su colega Cristina Kirchner al poner en evidencia que en cuestiones financieras hay cosas que no están saliendo bien.
Bolivia salió a buscar US$ 500 millones de dólares al mercado internacional con la idea de que debería pagar una tasa algo menor al 6,5% anual y se encontró con una sorpresa.
No sólo le ofrecieron US$ 5.000 millones, diez veces más de lo que pedía, sino que la tasa resultó bastante más baja que la prevista: 4,8% anual.
Bolivia salió a buscar US$ 500 millones de dólares al mercado internacional con la idea de que debería pagar una tasa algo menor al 6,5% anual y se encontró con una sorpresa.
No sólo le ofrecieron US$ 5.000 millones, diez veces más de lo que pedía, sino que la tasa resultó bastante más baja que la prevista: 4,8% anual.
Frente a ese resultado, las comparaciones no son difíciles: la Argentina, en el caso de que decidiese tomar fondos del exterior, no pagaría hoy menos de 9,25% anual (renta del bono Global 2017). O sea, casi el doble de lo que paga Bolivia.
Los datos están a la vista y las causas a considerar son múltiples.
Se puede decir que es porque Bolivia tiene y exporta gas y eso le garantiza un flujo de dólares suficiente para hacer frente a sus compromisos.
Pero la Argentina tiene soja y un superávit comercial que supera los US$ 10 mil millones anuales y eso también le garantizaría poder pagar todas sus obligaciones; más aún, con uno de los niveles más bajos de deuda en relación con su PBI a nivel internacional.
A poco de andar, según los analistas, las diferencias se amplían.
Bolivia tiene reservas de divisas por el equivalente al 50% de su Producto Bruto. En la Argentina, representan sólo 10%.
En Bolivia, el ministro de Economía ocupa el cargo desde el año 2005 y el presidente del Banco Central pelea contra una inflación –como acá, apreció la moneda pero con otros resultados– que se ubica en el 6 por ciento anual.
Hernán Lorenzino reiteró ayer su idea de que lo importante es expandir el gasto público para alimentar el consumo sin importar la inflación, y la presidenta del Banco Central no pierde oportunidad de reiterar que le gusta emitir generosamente billetes porque eso, según su visión, no impacta en los aumentos de precio.
Evo Morales, a diferencia del gobierno argentino, recibe todos los años una misión del Fondo Monetario Internacional para que realice un diagnóstico sobre la economía del país que se conoce como Artículo IV, que la Argentina no acepta.
Además, según los conocedores de la evolución de la economía boliviana, existe otro comportamiento que le permitió obtener fondos a tasa baja. Bolivia expropió empresas privadas pero las pagó.
Así, Bolivia y toda la región pueden aprovechar un excepcional momento financiero que la Argentina se pierde.
Este año ya es récord la emisión de bonos de empresas latinoamericanas que consiguieron US$ 95.000 millones, superando la marca máxima anterior de 76.000 millones en 2010.
En conjunto, los países emergentes lograrán US$ 300.000 millones de un mercado financiero superlíquido mientras que en la Argentina, el Gobierno optó por recurrir a un cepo cambiario como medio para lograr algo más de 10.000 millones fruto del saldo comercial.
Las tasas que ofrecen las emisiones de bonos de países y de compañías son los más bajos de la historia financiera reciente, desde los 90 cuando empezaron a contar los mercados emergentes.
Mientras tanto, acá Formosa convocó a los tenedores de un bono que deberían cobrar en dólares para decirles, seguramente, que seguirá el camino del Chaco y les pagará en pesos haciendo la conversión al tipo de cambio oficial.
Tucumán también se pondría en la fila para pagar en pesos amparándose en que el Banco Central no libera dólares para pagar bonos que estén emitidos con legislación nacional.
Si el Gobierno decidiese pagar en pesos los servicios de los bonos con legislación local al tipo de cambio oficial estaría convirtiendo deuda por más de US$ 15.000 millones, una montaña de pesos que ahora queda al arbitrio de una resolución del Banco Central.
La estrategia de pesificar las rentas hasta ahora tiene un límite. El Central dijo que los bonos argentinos con legislación en el exterior se cancelarán en dólares. Los mercados parecen creerle.
Pero el problema es que la cruzada pesificadora encuentra escollos fundamentales: inflación alta con riesgo de indexación (casi todo se actualiza por encima del 20% anual) y desconfianza respecto del cumplimiento de los contratos.
Mientras algunos funcionarios dicen que trabajan para crear instrumentos para que la gente ahorre en, por ejemplo, jugadores de fútbol, otros empezaron a apretar clavijas para subir las tasas de interés (están en 15% anual) que aunque corren de atrás a la inflación, se le acercan un poco.
La acción combinada de cepo cambiario y embestida pesificadora podrá capturar los dólares del superávit comercial pero difícilmente pueda servir de base para una estrategia de crecimiento sustentable.
Un parche aquí, otro allá, es la táctica de ir tirando mientras se pueda.
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