Un antecedente memorable relacionado indirectamente con la ética parlamentaria es el juicio interpuesto por la Cámara de los Comunes a Tomás Moro, procesado y decapitado en 1535 por resistirse a juramentar contra la autoridad papal al alegar objeción de conciencia, pero también usando como argumento haber aceptado un regalo que habría influido en una decisión adoptada mientras era canciller de Inglaterra de Enrique VIII.
En realidad, fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando comenzaron a desarrollarse los códigos de ética pública y legislativa. Se lo hizo bajo la premisa de que los parlamentos son de vital importancia para la sobrevivencia, la salud y la credibilidad de las instituciones democráticas. Estos tienen la finalidad no solo de sancionar las faltas de autoridades electas, sino, ante todo, de prevenir que incurran en actos que puedan empañar su imagen. Esta función preventiva puede traducirse en dictámenes que adviertan sobre conflictos de intereses a tiempo de tomar decisiones de Estado en temas que tensionan el interés general y alguno particular.
¿Se imaginan que, en Bolivia, una comisión de ética recomiende que un empresario minero o un cooperativista, ejerciendo función pública, no tome decisiones al tratar una ley minera beneficiosa para el país, pero potencialmente incompatible al interés particular de un sector? ¿O que los representantes cocaleros, por razones éticas y conflicto de interés, vean la necesidad de abstenerse de votar la propuesta de ampliar a 20.000 hectáreas los cultivos de coca ahora excedentarios? Personalmente, no lo imagino. Aquí es bien visto y hasta una obligación que dirigentes y exejecutivos de empresas incidan a favor de sus sectores a cualquier costo y recurran a presiones de todo tipo, mejor si es en las calles, entorpeciendo y negando a los demás el derecho de limitar los intereses de minorías eficaces.
Con estos antecedentes, cobra sentido referirse a la reforma del Reglamento de Ética aprobado por la Cámara de Senadores. Definir como falta gravísima el no “respetar y acatar las decisiones acordadas en una bancada”, bajo pena de ser separados entre seis y doce meses sin goce de haberes, es altamente penalizadora. El inédito consenso entre opositores y oficialistas da cuenta de la necesidad de controlar las aguas nada mansas en ambas bancadas.
El acuerdo es contradictorio con la crítica realizada a la guillotina oficialista que cayó de modo inclemente sobre Rebeca Delgado y otros. El desacuerdo ocasional no es necesariamente transfuguismo. Cuando la política es entendida como guerra, de amigos y enemigos, la deliberación es limitada y la discrepancia se interpreta como herejía, derechización o ‘masificación’. Prima el receso. Paranoia total, hoy muy contagiosa. En este escenario, ¿es posible hablar de ética?
conversaciones, tertulias, confidencias trascendentes del pasado, de la actualidad y del futuro
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jueves, 29 de septiembre de 2016
Erika Brockmann se refiere a una norma sobre ética que acaba de aprobar el Senado. observa que el exceso de penalidades que contempla el instrumento lejos de mejorar la calidad ética de los representantes que pusieron su sello en el Reglamento de Etipa, al someter al legislador a un exceso de autoridad a su bancada. Erika tiene una rica experiencia en esta área por lo que es recomendable escuchar sus percepciones.
domingo, 25 de septiembre de 2016
quién autorizó a EM desviar a "las cooperativas mineras" las ayudas de Venezuela y China? contó con el respaldo de la Ley. DS? disposiciones avaladas por la Contraloría, por la Fiscalía, por el Congreso se trató de 100 volquetas y ambulancias y casas y otros...EM confiesa su pecado, lo hace de modo inconsiente. Carlos Valverde
Y como él puede… lo hizo ¡y seguramente lo va a seguir haciendo! ¡Ah…, claro!, usted no está obligado a saber a lo que me refiero.
Recomienzo: hace unos días, el presidente Evo Morales ‘reveló’ que desvió “parte de la cooperación que Venezuela y China hicieron al país para beneficiar a cooperativas mineras”. Según él, su Gobierno “fue el que más beneficios otorgó al sector de los cooperativistas mineros”. Bueno, eso ya lo sabíamos. Primero, y antes que nada, les dio el Ministerio de Minería; ese fue el costo por el cooperativista muerto en Sucre tras la renuncia de Carlos Mesa que precipitó la llegada del Dr. Eduardo Rodríguez Veltzé como presidente, tras la crisis que dejó fuera de la sucesión constitucional a Hormando Vaca Díez y a Mario Cossío.
A decir del presidente, desvió “una buena parte”, es decir, no hablamos de poco dinero y que en este Gobierno “se hizo lo que ningún Gobierno había hecho por las cooperativas mineras; se compraron “sedes”, se “hicieron construcciones”, les dieron vehículos, “volquetas” (100) y ambulancias. Y ahí vino la queja: esas ambulancias las usaron para trasladar dinamita en las protestas violentas que dejaron cinco mineros muertos y un viceministro cruelmente asesinado.
El adagio jurídico dice: “A confesión de partes, relevo de pruebas”. Pues bien, si a algún parlamentario o, por ahí, al contralor (¿lo hay?) se le ocurriera actuar conforme a la ley, debiera preguntarse al presidente: ¿dónde y en qué parte de la ley –o en cuál– se autoriza al primer mandatario ‘desviar’ (palabra dicha por él) dinero que un Estado dona al nuestro para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos?
Lo hecho y dicho por el presidente no es poca cosa, una autoridad no puede disponer de los bienes que ingresan al Estado en condición de donación para ‘arreglar’ sus acuerdos políticos (o adormecer sus problemas) con empresarios privados; al fin de cuentas, los cooperativistas son empresarios privados bajo otra regulación, pero privados al fin.
‘Alguien’ debiera pedir al presidente una explicación, primero de qué ley le permitió disponer de la plata del país como si fuera su caja chica; qué decreto lo respaldó y dónde se publicó. Además de eso, se necesita conocer a cuánto ascienden las donaciones en dinero, las condiciones de los créditos por casi 200 millones de bolivianos y cuántas minas operan los cooperativistas (las legales y las que están al margen de la ley).
Alguien debiera hacer su tarea (así parecería que este es un Estado de verdad)
Recomienzo: hace unos días, el presidente Evo Morales ‘reveló’ que desvió “parte de la cooperación que Venezuela y China hicieron al país para beneficiar a cooperativas mineras”. Según él, su Gobierno “fue el que más beneficios otorgó al sector de los cooperativistas mineros”. Bueno, eso ya lo sabíamos. Primero, y antes que nada, les dio el Ministerio de Minería; ese fue el costo por el cooperativista muerto en Sucre tras la renuncia de Carlos Mesa que precipitó la llegada del Dr. Eduardo Rodríguez Veltzé como presidente, tras la crisis que dejó fuera de la sucesión constitucional a Hormando Vaca Díez y a Mario Cossío.
A decir del presidente, desvió “una buena parte”, es decir, no hablamos de poco dinero y que en este Gobierno “se hizo lo que ningún Gobierno había hecho por las cooperativas mineras; se compraron “sedes”, se “hicieron construcciones”, les dieron vehículos, “volquetas” (100) y ambulancias. Y ahí vino la queja: esas ambulancias las usaron para trasladar dinamita en las protestas violentas que dejaron cinco mineros muertos y un viceministro cruelmente asesinado.
El adagio jurídico dice: “A confesión de partes, relevo de pruebas”. Pues bien, si a algún parlamentario o, por ahí, al contralor (¿lo hay?) se le ocurriera actuar conforme a la ley, debiera preguntarse al presidente: ¿dónde y en qué parte de la ley –o en cuál– se autoriza al primer mandatario ‘desviar’ (palabra dicha por él) dinero que un Estado dona al nuestro para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos?
Lo hecho y dicho por el presidente no es poca cosa, una autoridad no puede disponer de los bienes que ingresan al Estado en condición de donación para ‘arreglar’ sus acuerdos políticos (o adormecer sus problemas) con empresarios privados; al fin de cuentas, los cooperativistas son empresarios privados bajo otra regulación, pero privados al fin.
‘Alguien’ debiera pedir al presidente una explicación, primero de qué ley le permitió disponer de la plata del país como si fuera su caja chica; qué decreto lo respaldó y dónde se publicó. Además de eso, se necesita conocer a cuánto ascienden las donaciones en dinero, las condiciones de los créditos por casi 200 millones de bolivianos y cuántas minas operan los cooperativistas (las legales y las que están al margen de la ley).
Alguien debiera hacer su tarea (así parecería que este es un Estado de verdad)
viernes, 16 de septiembre de 2016
Previus. Conocí a tres grandes directores de LT. Don Carlos, cofundador con su hermano mayor Demetrio. Serio, profundamente trabajador, responsable y austero. Julio César que también dirigió El Diario de LP y La Patria de Oruro, amante del tema marítimo y admirador de Gaby de la Reza a quién reclutó para la causa marítima siendo premilitar y JC Ministro de Defensa después del colgamiento de Villarroel, y conocí a don Alfonso Canelas Tardío, companero en la U. Católica que estableció la primera cátedra de periodismo poniendo a funcionar un curso largo de cuatro anos, incluyendo el de práctica para periodistas en ejercicio, pero sin la disciplina académica requerida. Alfonso fue un gran director que enfrentó dificultades diferentes a las de sus antecesores, como el frente interno penetrado por los partidos políticos que crearon "células sindicales" para doblar la línea independiente y humanista de LT. por ello este recordatorio a los 73 años de lucha del diario de la familia Canelas, nos abre sentimiento y nostalgia por los desaparecidos y nos permite renovar nuestra Fe en la línea principista de LT mantenida con valentía y entereza por sus actuales responsables.
Frente a desafíos como el tecnológico y las presiones del poder, ratificamos la vigencia de los principios que nos han guiado desde nuestra fundación y nuestro compromiso de seguir buscando apasionadamente la verdad
El 16 de septiembre de 1943, salía a las calles de Cochabamba el primer número de Los Tiempos, el periódico que con el correr de los años y dada la fuerza de los principios que guiaron a sus creadores para ofrecer una información amplia y respaldada, y una opinión plural, se ha ido convirtiendo en el periódico preferido de este departamento y referente del periodismo nacional.
En el transcurso de estos 73 años, fueron muchos los avatares que se tuvo que enfrentar. Casi desde su fundación, la vocación por buscar la verdad y difundirla hizo que nuestros fundadores, directores y los sucesivos equipos de redacción sufrieran el acoso de una dura represión, que se tradujo en confinamientos, arrestos y cierres. De hecho, en 1953, por acción de grupos radicalizados de universitarios y militantes del entonces partido de Gobierno, el MNR, fueron asaltadas sus instalaciones, provocando su cierre.
Pero, con tesón y el apoyo de la ciudadanía, Los Tiempos retornó a las calles de Cochabamba el 19 de julio de 1967.
Con capacidad para adecuarse a las circunstancias concretas, sin dejar de lado sus principios, Los Tiempos ha ido reflejando día a día la historia del país y de nuestra región, tarea que, como es usual, le granjeó el apoyo decidido de Cochabamba, pero también provocó la ira de los poderosos que, pese a utilizar diversas formas de presión, no han logrado, ni lo harán, desviarnos de nuestro compromiso de informar a la ciudadanía con responsabilidad.
Como en toda obra humana, a lo largo de nuestra historia hemos cometido muchos errores, pero, cumpliendo uno de los principios que nos guían, siempre hemos rectificado cuando se comprobó el error. Ello, porque nuestro objetivo central es informar en forma correcta a nuestros lectores, hombres y mujeres.
Actualmente, estamos atravesando una etapa compleja por la acción del Gobierno, cuyos operadores ven a los medios en general como parte de su oposición. Se trata, sin duda, de un craso error, pues, por un lado, no comprenden que hacer un periodismo independiente y responsable es parte indisoluble del sistema democrático y, por el otro, que ese tipo de periodismo les es más útil que uno sumiso. Esta falta de comprensión hace que seamos objeto de permanentes ataques y, por si fuera poco, de un acoso económico que, sin embargo, termina afectando más al Gobierno.
Desde otra perspectiva, este año también hemos celebrado nuestro ingreso, hace 20 años, a la era digital. Los Tiempos fue el primer periódico del país que tuvo una página digital y, desde entonces, hemos realizado esfuerzos por estar a tono con la tecnología de punta. Esto, sin duda, requiere de grandes esfuerzos pues exigen adecuarnos creativamente a las nuevas formas de comunicación que tiene la sociedad.
En ese contexto, frente a desafíos como el tecnológico y las presiones del poder, en este aniversario queremos ratificar la vigencia de los principios democráticos que nos han guiado desde nuestra fundación y, por otra parte, renovar nuestro compromiso de seguir buscando apasionadamente la verdad y defender el pluralismo político en nuestra páginas de opinión. Es decir, mantener profundizar las características que han convertido a Los Tiempos en el periódico de Cochabamba.
El 16 de septiembre de 1943, salía a las calles de Cochabamba el primer número de Los Tiempos, el periódico que con el correr de los años y dada la fuerza de los principios que guiaron a sus creadores para ofrecer una información amplia y respaldada, y una opinión plural, se ha ido convirtiendo en el periódico preferido de este departamento y referente del periodismo nacional.
En el transcurso de estos 73 años, fueron muchos los avatares que se tuvo que enfrentar. Casi desde su fundación, la vocación por buscar la verdad y difundirla hizo que nuestros fundadores, directores y los sucesivos equipos de redacción sufrieran el acoso de una dura represión, que se tradujo en confinamientos, arrestos y cierres. De hecho, en 1953, por acción de grupos radicalizados de universitarios y militantes del entonces partido de Gobierno, el MNR, fueron asaltadas sus instalaciones, provocando su cierre.
Pero, con tesón y el apoyo de la ciudadanía, Los Tiempos retornó a las calles de Cochabamba el 19 de julio de 1967.
Con capacidad para adecuarse a las circunstancias concretas, sin dejar de lado sus principios, Los Tiempos ha ido reflejando día a día la historia del país y de nuestra región, tarea que, como es usual, le granjeó el apoyo decidido de Cochabamba, pero también provocó la ira de los poderosos que, pese a utilizar diversas formas de presión, no han logrado, ni lo harán, desviarnos de nuestro compromiso de informar a la ciudadanía con responsabilidad.
Como en toda obra humana, a lo largo de nuestra historia hemos cometido muchos errores, pero, cumpliendo uno de los principios que nos guían, siempre hemos rectificado cuando se comprobó el error. Ello, porque nuestro objetivo central es informar en forma correcta a nuestros lectores, hombres y mujeres.
Actualmente, estamos atravesando una etapa compleja por la acción del Gobierno, cuyos operadores ven a los medios en general como parte de su oposición. Se trata, sin duda, de un craso error, pues, por un lado, no comprenden que hacer un periodismo independiente y responsable es parte indisoluble del sistema democrático y, por el otro, que ese tipo de periodismo les es más útil que uno sumiso. Esta falta de comprensión hace que seamos objeto de permanentes ataques y, por si fuera poco, de un acoso económico que, sin embargo, termina afectando más al Gobierno.
Desde otra perspectiva, este año también hemos celebrado nuestro ingreso, hace 20 años, a la era digital. Los Tiempos fue el primer periódico del país que tuvo una página digital y, desde entonces, hemos realizado esfuerzos por estar a tono con la tecnología de punta. Esto, sin duda, requiere de grandes esfuerzos pues exigen adecuarnos creativamente a las nuevas formas de comunicación que tiene la sociedad.
En ese contexto, frente a desafíos como el tecnológico y las presiones del poder, en este aniversario queremos ratificar la vigencia de los principios democráticos que nos han guiado desde nuestra fundación y, por otra parte, renovar nuestro compromiso de seguir buscando apasionadamente la verdad y defender el pluralismo político en nuestra páginas de opinión. Es decir, mantener profundizar las características que han convertido a Los Tiempos en el periódico de Cochabamba.
lunes, 12 de septiembre de 2016
en Brasil y Argentina la Justicia está sentando la mano a los depredados de Lula y de Kristina. cosa buena. en Bolivia la cosa no está bien porque la Justicia está destruída por acción de Evo, aunque nunca se sabe. Humberto toca el tema y nos ofrece ejemplos de empresas del Estado.
El partido de Lula da Silva creó 40 empresas estatales durante los trece años que estuvo en el poder. Ahora, todas están operando a pérdida.
En ese lapso, la cantidad de empleados de las empresas estatales pasó de 35.000 a 67.000, una herencia que el gobierno de Michel Temer debe enfrentar despidiendo a por lo menos 10.000. Y creó 20.000 nuevos cargos públicos cada año. El déficit de las empresas estatales pasó de 1.500 millones de reales a 7.500 millones.
Y se sabe que la deuda externa de Petrobrás es de 120.000 millones de dólares. Un funcionario de esa época “devolvió” 100 millones de dólares que, al parecer, se filtraron en sus cuentas sin él haberlo deseado siquiera.
Es una moda esto de crear empresas y aumentar empleados públicos en los gobiernos del “socialismo del siglo XXI”.
Una moda que consiste en crear empresas estatales y luego administrarlas tan mal que terminan, de todos modos, siendo deficitarias. Esa es la receta completa.
De esa manera, los empleados de las empresas creadas terminan siendo una carga que deben soportar los ciudadanos que pagan impuestos.
El gobierno boliviano ha hecho grandes logros en esta moda. Según los datos del economista José Luis Jofré, el gobierno boliviano superó al de Brasil por 7-1.
En los diez años del gobierno de Evo Morales, los empleados de las empresas estatales pasaron de 673 a 16.366. Realmente una verdadera inflación de empleados. Una hiperinflación.
En Bolivia, los empleados públicos pasaron, entre 2005 y 2015 de 218.241 a 387.926.
En Brasil, los lulistas ya están en el momento de rendir cuentas. La destitución de Dilma Rouseff fue el primer castigo. Ahora vienen los siguientes. Muchos van a tener que devolver dinero, y mucho dinero.
En Argentina las cosas fueron tan malas que la señora Cristina Fernández está ahora en la disyuntiva de ir a la cárcel por ladrona o por pésima administradora de la cosa pública.
La diferencia con Bolivia es que en esos dos países la justicia quedó más o menos intacta. Por eso es que ahora los corruptos argentinos y brasileños están en problemas.
Es que no fueron previsores. No destruyeron la justicia, como se hizo en Bolivia. Son unos socialistas improvisados.
En ese lapso, la cantidad de empleados de las empresas estatales pasó de 35.000 a 67.000, una herencia que el gobierno de Michel Temer debe enfrentar despidiendo a por lo menos 10.000. Y creó 20.000 nuevos cargos públicos cada año. El déficit de las empresas estatales pasó de 1.500 millones de reales a 7.500 millones.
Y se sabe que la deuda externa de Petrobrás es de 120.000 millones de dólares. Un funcionario de esa época “devolvió” 100 millones de dólares que, al parecer, se filtraron en sus cuentas sin él haberlo deseado siquiera.
Es una moda esto de crear empresas y aumentar empleados públicos en los gobiernos del “socialismo del siglo XXI”.
Una moda que consiste en crear empresas estatales y luego administrarlas tan mal que terminan, de todos modos, siendo deficitarias. Esa es la receta completa.
De esa manera, los empleados de las empresas creadas terminan siendo una carga que deben soportar los ciudadanos que pagan impuestos.
El gobierno boliviano ha hecho grandes logros en esta moda. Según los datos del economista José Luis Jofré, el gobierno boliviano superó al de Brasil por 7-1.
En los diez años del gobierno de Evo Morales, los empleados de las empresas estatales pasaron de 673 a 16.366. Realmente una verdadera inflación de empleados. Una hiperinflación.
En Bolivia, los empleados públicos pasaron, entre 2005 y 2015 de 218.241 a 387.926.
En Brasil, los lulistas ya están en el momento de rendir cuentas. La destitución de Dilma Rouseff fue el primer castigo. Ahora vienen los siguientes. Muchos van a tener que devolver dinero, y mucho dinero.
En Argentina las cosas fueron tan malas que la señora Cristina Fernández está ahora en la disyuntiva de ir a la cárcel por ladrona o por pésima administradora de la cosa pública.
La diferencia con Bolivia es que en esos dos países la justicia quedó más o menos intacta. Por eso es que ahora los corruptos argentinos y brasileños están en problemas.
Es que no fueron previsores. No destruyeron la justicia, como se hizo en Bolivia. Son unos socialistas improvisados.
jueves, 8 de septiembre de 2016
una encuesta fuera de lugar. una revista interesante Poder y Placer preguntó, de ser las elecciones ahora a quién votaría a Evo, a MESA, (a otro?) y dejó correr la encuesta con claro beneficiario. Susana con toda claridad muestra la aberración porque desconoce el pronunciamiento de una mayoria que el 21F dijo NO a EVO.
La revista Poder y Placer me solicitó un comentario sobre una encuesta realizada en agosto pasado. En realidad eran dos: una con Evo Morales como candidato, en la que gana él; y otra sin él, en la que gana Carlos Mesa.
La pregunta obvia era: “Si el próximo domingo se realizaran en el país elecciones generales, ¿por quién votaría Ud para Presidente si los candidatos fueran los siguientes?” Y figuran varios nombres.
Mi comentario, más bien observación fue ¿por qué colocar al actual presidente Evo Morales en una encuesta, para una cuarta elección en 2019, si constitucionalmente no está habilitado para hacerlo? ¿Por qué insistir, si la ciudadanía expresada en las urnas, el 21 de febrero de 2016 dijo NO al intento de re-re-reeleción y, además, ese NO ganó, a pesar de las trampas?
Volver a presentar a Morales como candidato es desconocer la masa crítica que el 21 F se pronunció en contra “del poder para toda la vida”, como pretenden Morales y los suyos, característica propia de autócratas y dictadores.
No son acciones menores las citadas, son sustantivas a la vida democrática, tan venida a menos en los últimos 10 años. Tanto que Morales, caudillo al fin, promueve que su mayor base de sustentación política –la “republiqueta” de los cocaleros de Chapare, que cultivan la hoja de coca, materia prima de la cocaína- lo hayan nombrado ‘su’ candidato para 2019. O que sus conmilitones manifiesten que su alejamiento de la presidencia no depende de su voluntad, sino del pueblo, en este caso solo ellos.
¿Y quienes dijimos NO el 21 F, acaso no somos parte de esta Bolivia mezclada y mestiza, pluri y multi antes de que nos impusieran un Estado Pluri Nacional, sectario, excluyente, antidemocrático, con la corrupción pisándole las rodillas, ya no los talones, amén de sus ínfulas totalitarias?
En un país donde hubiese respeto a la institucionalidad democrática, hoy desterrada, cumplir lo que ordena la Constitución Política del Estado, que costó tres muertos provenientes del pueblo sencillo no oficialista, en la Calancha, debiera ser la norma. Es decir, Evo Morales no puede ser candidato en 2019.
El problema es que han violado tantas veces al Constitución, que nadie se conduele por ella. Tampoco el supuesto interesado, en este caso ilegal candidato, ni el resto oficialista, ni otras personas. A mi si me importa, por eso no comenté los datos de la encuesta –que ya saldrá – en la que Morales es presentado como candidato. ¡Es inconstitucional y ahí no hay nada que deliberar!
La otra muestra sin él, merece otras consideraciones. La primera, faltando más de tres años para octubre de 2019, cuántas de esas personas han presentado oficialmente su supuesta candidatura? A Carlos Mesa, el favorito en esa muestra ¿le basta su buena gestión como buen vocero de la causa marítima, hoy también venida a menos? Esa vocería no le suple el necesario partido político, ni el programa de gobierno, ni el liderazgo. Deberíamos empezar a darle seriedad a los procesos electorales, ver y analizar partidos, programas y candidatos cuando ellos estén en la palestra política.
La Bolivia de Morales va mal, no solo porque nunca estuvimos “blindados” ante la crisis, que ya golpea duro, sino porque en tiempos de vacas flacas, su fachada democrática ya no garantiza la paz social ni tiene instrumentos para controlar la violencia, la agresividad y el odio descarnado entre los semejantes.
¿Salvando las diferencias, es esta la “banalidad del mal” de la que habló Hanna Arendt en su libro “Eichmann en Jerusalén”, y la vida de ese personaje que parecía un hombre común en la Alemania totalitaria? En ese época “todo” parecía normal, desde el temor instaurado que cortaba la respiración, pasando por buscar la muerte jurídica de las personas, la eliminación de su subjetividad, hasta su exterminio físico real? ¿A eso se refiere el Vice cuando habla de “robarle el alma a los k’hras”? (Blancos)
En la Bolivia de Morales todo parece normal: quedarse en el poder “para toda la vida” aunque diga que se va; inventarse guillotinas judiciales para escarmentar a quienes piensan diferente, autoridades de oposición y periodistas, o meterlos presos u obligarlos al exilio; tener presa a gente inocente hace 8 y 7 años, en juicios sin sentencia; mandar a hacer encuestas con un candidato ilegal; exigir a las mujeres que quieran acceder a cargos electivos a tomar cursos de “ideología” sobre la vida de la indígena Bartolina Sisa, que fue una gran mujer, ¿y a los hombre por qué no? Machistas y patriarcales sin atisbos de expiación. Y también parece normal matar. O dejar que se maten unos a otros, violenta e impunemente, sin que medien rasgos de humanidad alguna.
No se trata solo de los últimos 5 muertos del conflicto cooperativista-minero. Son muchos más. Y aquí todo parece normal. Pero no lo es. Menos aun presentar a Morales como candidato en 2019. Es inconstitucional, además de hacerle juego a los impostores, que dicen que se van, pero no quieren irse.
La pregunta obvia era: “Si el próximo domingo se realizaran en el país elecciones generales, ¿por quién votaría Ud para Presidente si los candidatos fueran los siguientes?” Y figuran varios nombres.
Mi comentario, más bien observación fue ¿por qué colocar al actual presidente Evo Morales en una encuesta, para una cuarta elección en 2019, si constitucionalmente no está habilitado para hacerlo? ¿Por qué insistir, si la ciudadanía expresada en las urnas, el 21 de febrero de 2016 dijo NO al intento de re-re-reeleción y, además, ese NO ganó, a pesar de las trampas?
Volver a presentar a Morales como candidato es desconocer la masa crítica que el 21 F se pronunció en contra “del poder para toda la vida”, como pretenden Morales y los suyos, característica propia de autócratas y dictadores.
No son acciones menores las citadas, son sustantivas a la vida democrática, tan venida a menos en los últimos 10 años. Tanto que Morales, caudillo al fin, promueve que su mayor base de sustentación política –la “republiqueta” de los cocaleros de Chapare, que cultivan la hoja de coca, materia prima de la cocaína- lo hayan nombrado ‘su’ candidato para 2019. O que sus conmilitones manifiesten que su alejamiento de la presidencia no depende de su voluntad, sino del pueblo, en este caso solo ellos.
¿Y quienes dijimos NO el 21 F, acaso no somos parte de esta Bolivia mezclada y mestiza, pluri y multi antes de que nos impusieran un Estado Pluri Nacional, sectario, excluyente, antidemocrático, con la corrupción pisándole las rodillas, ya no los talones, amén de sus ínfulas totalitarias?
En un país donde hubiese respeto a la institucionalidad democrática, hoy desterrada, cumplir lo que ordena la Constitución Política del Estado, que costó tres muertos provenientes del pueblo sencillo no oficialista, en la Calancha, debiera ser la norma. Es decir, Evo Morales no puede ser candidato en 2019.
El problema es que han violado tantas veces al Constitución, que nadie se conduele por ella. Tampoco el supuesto interesado, en este caso ilegal candidato, ni el resto oficialista, ni otras personas. A mi si me importa, por eso no comenté los datos de la encuesta –que ya saldrá – en la que Morales es presentado como candidato. ¡Es inconstitucional y ahí no hay nada que deliberar!
La otra muestra sin él, merece otras consideraciones. La primera, faltando más de tres años para octubre de 2019, cuántas de esas personas han presentado oficialmente su supuesta candidatura? A Carlos Mesa, el favorito en esa muestra ¿le basta su buena gestión como buen vocero de la causa marítima, hoy también venida a menos? Esa vocería no le suple el necesario partido político, ni el programa de gobierno, ni el liderazgo. Deberíamos empezar a darle seriedad a los procesos electorales, ver y analizar partidos, programas y candidatos cuando ellos estén en la palestra política.
La Bolivia de Morales va mal, no solo porque nunca estuvimos “blindados” ante la crisis, que ya golpea duro, sino porque en tiempos de vacas flacas, su fachada democrática ya no garantiza la paz social ni tiene instrumentos para controlar la violencia, la agresividad y el odio descarnado entre los semejantes.
¿Salvando las diferencias, es esta la “banalidad del mal” de la que habló Hanna Arendt en su libro “Eichmann en Jerusalén”, y la vida de ese personaje que parecía un hombre común en la Alemania totalitaria? En ese época “todo” parecía normal, desde el temor instaurado que cortaba la respiración, pasando por buscar la muerte jurídica de las personas, la eliminación de su subjetividad, hasta su exterminio físico real? ¿A eso se refiere el Vice cuando habla de “robarle el alma a los k’hras”? (Blancos)
En la Bolivia de Morales todo parece normal: quedarse en el poder “para toda la vida” aunque diga que se va; inventarse guillotinas judiciales para escarmentar a quienes piensan diferente, autoridades de oposición y periodistas, o meterlos presos u obligarlos al exilio; tener presa a gente inocente hace 8 y 7 años, en juicios sin sentencia; mandar a hacer encuestas con un candidato ilegal; exigir a las mujeres que quieran acceder a cargos electivos a tomar cursos de “ideología” sobre la vida de la indígena Bartolina Sisa, que fue una gran mujer, ¿y a los hombre por qué no? Machistas y patriarcales sin atisbos de expiación. Y también parece normal matar. O dejar que se maten unos a otros, violenta e impunemente, sin que medien rasgos de humanidad alguna.
No se trata solo de los últimos 5 muertos del conflicto cooperativista-minero. Son muchos más. Y aquí todo parece normal. Pero no lo es. Menos aun presentar a Morales como candidato en 2019. Es inconstitucional, además de hacerle juego a los impostores, que dicen que se van, pero no quieren irse.
lunes, 5 de septiembre de 2016
el texto de Iván Arias es rico en muchos sentidos primero, su apego a la verdad, su reminiscencia de los origenes del MAS, y esa fidelidad a la historia, imposible de negar o de cambiar. eso sí, algunos (es mi caso personal) denunciamos de a poco, todo el proceso entremezclado con las reales reivindicaciones de las masas, aunque los evistas, asesorados por inteligencia de Cuba, (medio siglo de experiencia) le sirvieron la mesa a Evo Morales, que se fue quedando solo a la cabeza de un Gobierno que se desmorona.
El burro hablando de orejas. Creando, Identificando, acorralando y atacando enemigos, reales o ficticios, los partidarios del actual régimen se apoderaron de los espacios de resistencia civil para, con la lógica amigo-enemigo, asediar y asaltar los áreas de poder y buscar su legitimación mediante el voto. Con la lógica del terror y la aplicación sistemática de bloqueo de carreteras, toma de empresas, asalto a propiedades privadas y persecución política a ciudadanos que consideraban sus enemigos, los movimientos sociales pusieron en jaque al país entre el 2000 y el 2005.
Asediaron al sistema político desde todas las trincheras que pudieron. Desarrollaron un discurso basado en la denuncia, la descalificación y el terror físico y verbal. Aprovechando y reclamando los derechos democráticos de libertad de expresión, decían lo que se les venía en gana sin medir su lengua bípeda. Se erigieron en los supuestos únicos autores del retorno a la democracia y, por lo tanto, henchidos de orgullo, en sus únicos beneficiarios. “Como nosotros somos los autores de la democracia podemos hacer con ella lo que nos dé la gana”, era su principio.
A punta de métodos violentos impusieron su particular forma de entender y aplicar la democracia: o me haces caso o te hago la vida imposible. Y así, cinco gobiernos (Banzer, Tuto, Goni, Mesa, Veltze) sufrieron el asedio y bloqueo de líderes y movimientos sociales que tenían como discurso y práctica la intolerancia, el autoritarismo, el racismo, el odio, la falta de ética y la demagogia. El fin justifica los medios, fue su norte y la necrofilia el medio. El amor a la muerte de las personas (militantes, simpatizantes o simples ciudadanos) como forma de escalar al poder, es propio de movimientos autoritarios. La inmolación como herramienta de la revolución.
Contaba un amigo que, en una de esas tantas acciones vandálicas de bloqueos de carreteras, cerco a las ciudades y asedio al sistema político, algún prominente líder de un movimiento social dijo: “Esto no va a ninguna parte, ya vamos días en huelga, marchas y bloqueos… y los neoliberales no ceden…necesitamos sangre. Eso es lo único que puede romper este empate”. Y claro la sangre no salía de los poderosos, era vertida por los pobres que ellos decían defender. Los llevaban al enfrentamiento fratricida que posibilitaba que la sangre corra por las carretas y calles de la patria. Y es que para los asaltantes del poder, ya sea fascista, comunista, populista de derecha o izquierda, la sangre del pueblo es el caldo de cultivo de sus victorias. De esa manera, en la lógica perversa de los tiranos, la muerte y muertos son necesarios porque las revoluciones, requieren, precisan mártires.
Decían defender la democracia cuando en realidad solo buscaban usarla y prostituirla. Y sin medir nada, tumbaron gobiernos y se encaramaron en el poder. Eso sí, inteligentemente, como lo diseñaron en el Foro de Sao Paulo, el golpe debía ser en el marco del uso de los instrumentos democráticos: el voto.
Tomaron el poder y se dedicaron a destruir la institucionalidad democrática. Como receta, después del asedio y la toma del poder por el voto, acusaron a las viejas normas como las causantes del atraso y el subdesarrollo. Para revertir esa situación, el procedimiento común de los socialistas del siglo XXI fue instituir asambleas constituyentes que les permitiera concentrar el poder y establecer un marco normativo favorable a su eternización. Luego, la persecución política contra los enemigos de la patria, bajo el rótulo de neoliberales, traidores, separatistas, sediciosos y golpistas se convirtió en el medio para descabezar a la oposición política. La libertad de prensa tan usada por ellos en tiempos de su emergencia, una vez en el poder, es algo que les incomoda y para ello han comprado medios, comprado periodistas y cercado a los pocos que aún se mantienen libres. De esa manera, de democracia real, hemos pasado a democracia aparente, simulada a través del voto.
Es por ello, que escucharlos acusar a los cooperativistas de golpistas, uno se pregunta, ¿y cómo llegaron ustedes al poder? En el reciente conflicto entre el gobierno y uno de sus más férreos aliados, los cooperativistas mineros, éstos amenazaron al régimen con que así como tumbaron a los neoliberales, también podían tumbar a cualquier gobierno que no les haga caso. Por supuesto que esas declaraciones son temerarias, subversivas y condenables. Yo las condeno y seré, como lo fui antes, uno de los primeros en oponerme a que alguien se atreva a romper lo poco de democracia que nos queda en favor de un golpe de estado. Siempre es, mil veces, preferible una mala democracia a una perfecta dictadura.
Las desafortunadas declaraciones y pretensiones de poner en jaque al país por parte de los cooperativistas que hoy cargan en sus espaldas un asesinato, son los argumentos con los que el gobierno habla de un supuesto golpe de estado en ciernes. Nada más absurdo. Pero de ser cierto, ¿no fue con los mismos métodos que hoy usaron los cooperativistas con los que llegaron el poder? ¿Por qué los golpistas de ayer, eran buenos aliados y hoy son vilipendiados y perseguidos? ¿Por qué tanta rapidez en arrestar a los causantes de la muerte de una autoridad y la negligencia en descubrir a los autores de los balazos que mataron cuatro cooperativistas?
Vistas así las cosas, si los orientales tuvieron su “Hotel Las Américas” para doblegarlos y humillarlos, los cooperativistas tuvieron su “Panduro” para descabezarlos. Y si este ajuste fuera para poner las cosas dentro del orden e institucionalidad democrática, es de aplaudir. Pero si solo es para enroscar más el poder de los que no quieren irse jamás, el remedio será peor que la enfermedad.
Asediaron al sistema político desde todas las trincheras que pudieron. Desarrollaron un discurso basado en la denuncia, la descalificación y el terror físico y verbal. Aprovechando y reclamando los derechos democráticos de libertad de expresión, decían lo que se les venía en gana sin medir su lengua bípeda. Se erigieron en los supuestos únicos autores del retorno a la democracia y, por lo tanto, henchidos de orgullo, en sus únicos beneficiarios. “Como nosotros somos los autores de la democracia podemos hacer con ella lo que nos dé la gana”, era su principio.
A punta de métodos violentos impusieron su particular forma de entender y aplicar la democracia: o me haces caso o te hago la vida imposible. Y así, cinco gobiernos (Banzer, Tuto, Goni, Mesa, Veltze) sufrieron el asedio y bloqueo de líderes y movimientos sociales que tenían como discurso y práctica la intolerancia, el autoritarismo, el racismo, el odio, la falta de ética y la demagogia. El fin justifica los medios, fue su norte y la necrofilia el medio. El amor a la muerte de las personas (militantes, simpatizantes o simples ciudadanos) como forma de escalar al poder, es propio de movimientos autoritarios. La inmolación como herramienta de la revolución.
Contaba un amigo que, en una de esas tantas acciones vandálicas de bloqueos de carreteras, cerco a las ciudades y asedio al sistema político, algún prominente líder de un movimiento social dijo: “Esto no va a ninguna parte, ya vamos días en huelga, marchas y bloqueos… y los neoliberales no ceden…necesitamos sangre. Eso es lo único que puede romper este empate”. Y claro la sangre no salía de los poderosos, era vertida por los pobres que ellos decían defender. Los llevaban al enfrentamiento fratricida que posibilitaba que la sangre corra por las carretas y calles de la patria. Y es que para los asaltantes del poder, ya sea fascista, comunista, populista de derecha o izquierda, la sangre del pueblo es el caldo de cultivo de sus victorias. De esa manera, en la lógica perversa de los tiranos, la muerte y muertos son necesarios porque las revoluciones, requieren, precisan mártires.
Decían defender la democracia cuando en realidad solo buscaban usarla y prostituirla. Y sin medir nada, tumbaron gobiernos y se encaramaron en el poder. Eso sí, inteligentemente, como lo diseñaron en el Foro de Sao Paulo, el golpe debía ser en el marco del uso de los instrumentos democráticos: el voto.
Tomaron el poder y se dedicaron a destruir la institucionalidad democrática. Como receta, después del asedio y la toma del poder por el voto, acusaron a las viejas normas como las causantes del atraso y el subdesarrollo. Para revertir esa situación, el procedimiento común de los socialistas del siglo XXI fue instituir asambleas constituyentes que les permitiera concentrar el poder y establecer un marco normativo favorable a su eternización. Luego, la persecución política contra los enemigos de la patria, bajo el rótulo de neoliberales, traidores, separatistas, sediciosos y golpistas se convirtió en el medio para descabezar a la oposición política. La libertad de prensa tan usada por ellos en tiempos de su emergencia, una vez en el poder, es algo que les incomoda y para ello han comprado medios, comprado periodistas y cercado a los pocos que aún se mantienen libres. De esa manera, de democracia real, hemos pasado a democracia aparente, simulada a través del voto.
Es por ello, que escucharlos acusar a los cooperativistas de golpistas, uno se pregunta, ¿y cómo llegaron ustedes al poder? En el reciente conflicto entre el gobierno y uno de sus más férreos aliados, los cooperativistas mineros, éstos amenazaron al régimen con que así como tumbaron a los neoliberales, también podían tumbar a cualquier gobierno que no les haga caso. Por supuesto que esas declaraciones son temerarias, subversivas y condenables. Yo las condeno y seré, como lo fui antes, uno de los primeros en oponerme a que alguien se atreva a romper lo poco de democracia que nos queda en favor de un golpe de estado. Siempre es, mil veces, preferible una mala democracia a una perfecta dictadura.
Las desafortunadas declaraciones y pretensiones de poner en jaque al país por parte de los cooperativistas que hoy cargan en sus espaldas un asesinato, son los argumentos con los que el gobierno habla de un supuesto golpe de estado en ciernes. Nada más absurdo. Pero de ser cierto, ¿no fue con los mismos métodos que hoy usaron los cooperativistas con los que llegaron el poder? ¿Por qué los golpistas de ayer, eran buenos aliados y hoy son vilipendiados y perseguidos? ¿Por qué tanta rapidez en arrestar a los causantes de la muerte de una autoridad y la negligencia en descubrir a los autores de los balazos que mataron cuatro cooperativistas?
Vistas así las cosas, si los orientales tuvieron su “Hotel Las Américas” para doblegarlos y humillarlos, los cooperativistas tuvieron su “Panduro” para descabezarlos. Y si este ajuste fuera para poner las cosas dentro del orden e institucionalidad democrática, es de aplaudir. Pero si solo es para enroscar más el poder de los que no quieren irse jamás, el remedio será peor que la enfermedad.
viernes, 2 de septiembre de 2016
Manuel Marin del ABC de Madrid, sugiere "cicuta" recordemos el veneno que daban a tomar a los poderosos, de a poquito. está ocurriendo con Sánchez que mantiene el NO contra Rajoy, sin ofrecer alternativa.
El PSOE lleva meses inmerso en escaramuzas de amago, rituales de traiciones y técnicas de guerrilla urbana. El alma del partido, la autoridad del líder, la estrategia idónea para su refundación y la rehabilitación de su identidad como referencia de la izquierda están en juego desde el 20-D porque Podemos destrozó todos los esquemas. Hasta ahora, el PSOE se ha limitado admitir la existencia de un pulso latente, pero controlado por Ferraz, sin que los barones críticos con Sánchez hayan planteado con nitidez la necesidad de la ya familiar «abstención técnica».
Ahora, la presión interna a Sánchez para que ceda y permita formar un gobierno en minoría del PP se reactivará una vez que sus 85 escaños han asistido complacientes a una revancha moral. Sin embargo, el PSOE impondrá la ley del silencio durante tres semanas. Es impensable que se enzarce en una guerra civil en plena campaña de elecciones gallegas y vascas. Por eso, el secretismo y la falta de filtraciones, ese silencio denso previo al estallido del caos, serán señal de que la presión causa efecto y Sánchez medita. Sin embargo, cualquier sobreactuación mediática de los barones irritados sería indicativa de que no doblan el pulso a Sánchez y el «no» se perpetuará hasta la repetición de los comicios. Sánchez tiene a su favor que los dirigentes territoriales críticos solo están de acuerdo en diseñar el futuro del PSOE sin él…, pero no en quién ha de liderarlo después. Por eso, el secretario general tiene ventaja y ha aprendido a respirar sin dificultad en una atmósfera tan tóxica. Es más resistente de lo que pensaban algunos líderes socialistas.
Será factible, o no, que un puñado de secretarios generales autonómicos desautorice a Sánchez. Pero que nadie espere que la sentencia llegue a cumplirse en un cadalso público arrojándole verduras a la cara entre gritos de júbilo mientras se afila la guillotina. A lo sumo, y si finalmente exhiben en público la valentía que ahora solo balbucean en corrillos de confidentes, le ofrecerán cicuta y un reservorio silencioso para ingerirla con dignidad. A fin de cuentas, arrancar galones con deshonra no es un espectáculo edificante para los votantes, y a Pablo Iglesias se le regalaría una victoria inmerecida.
En el PSOE la confusión se ha hecho laberíntica. Nadie sabe nada porque Sánchez se encarga de que nadie sepa nada. Ayer volvió a incurrir en una contradicción insalvable. Si es «imposible» formar gobierno con Podemos, si reitera que «no habrá elecciones», y si el Comité Federal sin fecha se reafirmará en el «no» a Rajoy, ¿qué solución cabe? Sánchez la oculta. Pero tendrá que desdecirse -o le obligarán a ello- de una de las tres variables porque juntas, sencillamente, abocan a un imposible metafísico.
Ahora, la presión interna a Sánchez para que ceda y permita formar un gobierno en minoría del PP se reactivará una vez que sus 85 escaños han asistido complacientes a una revancha moral. Sin embargo, el PSOE impondrá la ley del silencio durante tres semanas. Es impensable que se enzarce en una guerra civil en plena campaña de elecciones gallegas y vascas. Por eso, el secretismo y la falta de filtraciones, ese silencio denso previo al estallido del caos, serán señal de que la presión causa efecto y Sánchez medita. Sin embargo, cualquier sobreactuación mediática de los barones irritados sería indicativa de que no doblan el pulso a Sánchez y el «no» se perpetuará hasta la repetición de los comicios. Sánchez tiene a su favor que los dirigentes territoriales críticos solo están de acuerdo en diseñar el futuro del PSOE sin él…, pero no en quién ha de liderarlo después. Por eso, el secretario general tiene ventaja y ha aprendido a respirar sin dificultad en una atmósfera tan tóxica. Es más resistente de lo que pensaban algunos líderes socialistas.
Será factible, o no, que un puñado de secretarios generales autonómicos desautorice a Sánchez. Pero que nadie espere que la sentencia llegue a cumplirse en un cadalso público arrojándole verduras a la cara entre gritos de júbilo mientras se afila la guillotina. A lo sumo, y si finalmente exhiben en público la valentía que ahora solo balbucean en corrillos de confidentes, le ofrecerán cicuta y un reservorio silencioso para ingerirla con dignidad. A fin de cuentas, arrancar galones con deshonra no es un espectáculo edificante para los votantes, y a Pablo Iglesias se le regalaría una victoria inmerecida.
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