Todos sabemos que Penélope tejía una tela de día y la desataba de noche para darle largas a sus ansiosos pretendientes que la querían como esposa cuando acabara la prenda como ella había ofrecido. Ellos tenían la seguridad de que su cónyuge, Ulises, rey de Ítaca, había muerto durante su regreso de la guerra de Troya, menos Penélope. La bella mujer, tenía la esperanza de volver a los brazos de su bravo guerrero y burlaba de esa manera el acoso al que estaba sometida, postergando astutamente los ímpetus de quienes la deseaban como presunta viuda.
El canciller David Choquehuanca está en una situación parecida a la de Penélope en las relaciones de Bolivia con los Estados Unidos, porque teje una recomposición diplomática con la poderosa nación del norte, y cuando está avanzado su trabajo tiene que destrenzarlo porque S.E. le pega una patada al tablero y manda todo al cuerno. El canciller ha anunciado, sin exagerar, por lo menos en unas tres oportunidades, que el documento a firmar con Estados Unidos estaba en los últimos detalles cuando un exabrupto presidencial lo hacía retroceder a fojas cero. Choquehuanca teje de día, durante muchos días, y S.E. desbarata todo de noche porque no quiere el trabajo terminado.
Hay que reconocer que el canciller, aunque carezca de oficio diplomático, desea hacer algo bueno para el país. Otra cosa es que la injerencia de S.E. y de otros que meten sus manos en la política internacional, malogren las mejores intenciones. Dicen que el canciller es un hombre muy influyente en el Palacio Quemado, pero acuden dudas, porque un hombre influyente no tendría por qué dejarse encaramar y no poder designar un equipo eficiente en el Ministerio ni mucho menos en las embajadas y consulados, donde se campea un masismo improvisado que provoca terror.
El ejemplo norteamericano es muy claro. Es visible que Choquehuanca ha querido suavizar las diferencias con EEUU y que se ha empeñado en lograrlo. Luego de la hasta hoy incomprensible expulsión del embajador Goldberg, se acabó con las preferencias arancelarias de la APTDEA, cayó el aporte antidrogas norteamericano a Bolivia en un 52%, no se dio ni un solo paso más en la negociación de un acuerdo de libre comercio como lo han hecho nuestros vecinos, el Estado Plurinacional hace de oficioso portavoz de Cuba y Venezuela en los ataques periódicos contra el “imperialismo”, y el canciller sigue anunciando que el relanzamiento de las relaciones bilaterales con la Unión está en punto caramelo.
El canciller David Choquehuanca está en una situación parecida a la de Penélope en las relaciones de Bolivia con los Estados Unidos, porque teje una recomposición diplomática con la poderosa nación del norte, y cuando está avanzado su trabajo tiene que destrenzarlo porque S.E. le pega una patada al tablero y manda todo al cuerno. El canciller ha anunciado, sin exagerar, por lo menos en unas tres oportunidades, que el documento a firmar con Estados Unidos estaba en los últimos detalles cuando un exabrupto presidencial lo hacía retroceder a fojas cero. Choquehuanca teje de día, durante muchos días, y S.E. desbarata todo de noche porque no quiere el trabajo terminado.
Hay que reconocer que el canciller, aunque carezca de oficio diplomático, desea hacer algo bueno para el país. Otra cosa es que la injerencia de S.E. y de otros que meten sus manos en la política internacional, malogren las mejores intenciones. Dicen que el canciller es un hombre muy influyente en el Palacio Quemado, pero acuden dudas, porque un hombre influyente no tendría por qué dejarse encaramar y no poder designar un equipo eficiente en el Ministerio ni mucho menos en las embajadas y consulados, donde se campea un masismo improvisado que provoca terror.
El ejemplo norteamericano es muy claro. Es visible que Choquehuanca ha querido suavizar las diferencias con EEUU y que se ha empeñado en lograrlo. Luego de la hasta hoy incomprensible expulsión del embajador Goldberg, se acabó con las preferencias arancelarias de la APTDEA, cayó el aporte antidrogas norteamericano a Bolivia en un 52%, no se dio ni un solo paso más en la negociación de un acuerdo de libre comercio como lo han hecho nuestros vecinos, el Estado Plurinacional hace de oficioso portavoz de Cuba y Venezuela en los ataques periódicos contra el “imperialismo”, y el canciller sigue anunciando que el relanzamiento de las relaciones bilaterales con la Unión está en punto caramelo.
Estamos todos de acuerdo de que en las relaciones diplomáticas debe existir un respeto mutuo y que se debe defender la dignidad de la nación. Para nadie es grato que se le imponga lo que alguien no desea hacer. Pero eso de querer tener unas relaciones con EEUU que sean de “tú a tú” como las quiere S.E. es un poquito lírico. Ni las naciones europeas se atreven a tanto. Una garrapata puede incomodar a un elefante, pero nada más. Aunque la garrapata esté metida en su oreja el elefante ni se va a enloquecer ni se va a revolcar ni menos se va a morir. Lo peor que le puede suceder es cargar con la garrapata durante años, como miles de parásitos que viven de él. Y Bolivia, al lado de EEUU es eso: una garrapata.
¿Cuáles son nuestros mayores problemas con los gringos? El narcotráfico, sin duda, el mayor. ¿Pensamos, por ventura, que EEUU y la comunidad de naciones nos van a dejar sembrar coca y producir cocaína a nuestras anchas? Solo lo pensará el defenestrado embajador Solón. ¿Se puede afirmar, como ha hecho S.E. el jueves pasado en Argentina, que la DEA “no lucha contra el narcotráfico (y que) controla el narcotráfico para usarlo con fines políticos e implicar a dirigentes antiimperialistas”? ¿Sanabria es un dirigente antiimperialista? El otro tema de roce con los norteamericanos es el refugio que han tenido allí los acusados por el llamado “octubre negro” y los dirigentes cruceños acusados de separatismo y demás cargos. Los masistas dicen que si aquellos refugiados no tienen culpa deberían presentarse ante la justicia boliviana. Pero, ¿de qué justicia se habla? ¿Si hasta el más imbécil de los bolivianos sabe que quien se somete a la justicia en Bolivia está sentenciado de antemano? ¿Cuál de los compatriotas que están en EEUU no iría directo a San Pedro, Chonchocoro, Palmasola o cualquier mazmorra mugrienta si osara presentarse en el país? EEUU lo sabe. Sabe de memoria lo que pasa en Bolivia. Sabe de la “judilización” de la política. Y una democracia como la norteamericana no está dispuesta a entregar cristianos a los leones.
Pese a que Choquehuanca teje de día, S.E. desbarata el tejido de noche. Es el síndrome de Penélope. Esta mala relación con los norteamericanos puede perdurar hasta que en Bolivia se cambie el gobierno. Pero es una pena que estemos perdiendo tantas oportunidades de negocios por querer ser la garrapata en el oído del elefante. Un ejemplo: dicen que Perú, hace un lustro, exportaba 500 millones de dólares a EEUU y hoy exporta 5.000 millones. ¿No es envidiable? ¿Acaso Humala va a echar todo eso por tierra? ¡Jamás!.
¿Cuáles son nuestros mayores problemas con los gringos? El narcotráfico, sin duda, el mayor. ¿Pensamos, por ventura, que EEUU y la comunidad de naciones nos van a dejar sembrar coca y producir cocaína a nuestras anchas? Solo lo pensará el defenestrado embajador Solón. ¿Se puede afirmar, como ha hecho S.E. el jueves pasado en Argentina, que la DEA “no lucha contra el narcotráfico (y que) controla el narcotráfico para usarlo con fines políticos e implicar a dirigentes antiimperialistas”? ¿Sanabria es un dirigente antiimperialista? El otro tema de roce con los norteamericanos es el refugio que han tenido allí los acusados por el llamado “octubre negro” y los dirigentes cruceños acusados de separatismo y demás cargos. Los masistas dicen que si aquellos refugiados no tienen culpa deberían presentarse ante la justicia boliviana. Pero, ¿de qué justicia se habla? ¿Si hasta el más imbécil de los bolivianos sabe que quien se somete a la justicia en Bolivia está sentenciado de antemano? ¿Cuál de los compatriotas que están en EEUU no iría directo a San Pedro, Chonchocoro, Palmasola o cualquier mazmorra mugrienta si osara presentarse en el país? EEUU lo sabe. Sabe de memoria lo que pasa en Bolivia. Sabe de la “judilización” de la política. Y una democracia como la norteamericana no está dispuesta a entregar cristianos a los leones.
Pese a que Choquehuanca teje de día, S.E. desbarata el tejido de noche. Es el síndrome de Penélope. Esta mala relación con los norteamericanos puede perdurar hasta que en Bolivia se cambie el gobierno. Pero es una pena que estemos perdiendo tantas oportunidades de negocios por querer ser la garrapata en el oído del elefante. Un ejemplo: dicen que Perú, hace un lustro, exportaba 500 millones de dólares a EEUU y hoy exporta 5.000 millones. ¿No es envidiable? ¿Acaso Humala va a echar todo eso por tierra? ¡Jamás!.
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