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viernes, 13 de enero de 2012

Victor Gutiérrez describe la indignación de un pueblo que piensa ya en la forma de salir del atolladero político actual. OPINION de CB.


Los primeros muertos del año 2012 a manos del Gobierno del MAS se producen en estos primeros once días del nuevo año en territorio masista políticamente hablando, dado que Yapacaní se constituía hasta hace poco tiempo atrás en uno de los bolsones de mayor apoyo al partido gobernante y enclavado en el Norte cruceño. El MAS por una vez más apostó por el uso de la fuerza y la brutalidad represiva para acabar con las largas jornadas de protesta protagonizadas por la gran mayoría del pueblo de Yapacaní, que desde el pasado año 2011 ensayó diversos mecanismos de presión social para lograr que el Alcalde masista de Yapacaní renuncie a su cargo, sindicado de haber incurrido en diversos actos de corrupción observados muy rápidamente durante el desarrollo de su gestión. Para el MAS de Evo Morales ante todo había que preservar la presencia del Alcalde masista en el municipio de Yapacaní por la “incondicionalidad” mostrada por dicho Alcalde durante todo este tiempo respecto del máximo responsable del Órgano Ejecutivo. 

En esta línea de acción, el resultado de la represión violenta ordenada en Yapacaní ha sido, según se informa hasta el presente, tres muertos y decenas de heridos, represión que al tenor del ordenamiento legal vigente tiene como a máximos responsables a miembros del Órgano Ejecutivo, en este caso al Ministerio de Gobierno, que dispuso el envío de un contingente masivo de policías hacia Yapacaní a fin de garantizar el retorno legal del Alcalde cuestionado. 

Estos hechos han desatado una indignación enorme en pobladores de Yapacaní que a viva voz dicen ahora que se “arrepienten por haber votado y apostado por el MAS y por Evo Morales” por cuanto las actitudes de ellos son iguales o peores a los regímenes del pasado tan criticados por Evo Morales, pero muy bien imitados por el mismo.

El camino que sigue Evo Morales y su partido político MAS es, sin duda, el camino del desprestigio creciente que se experimenta a diario en el país, en unos casos debido a la ineficiente e ineficaz gestión gubernamental, en otros debido a la tremenda impostura que exhiben en casi la mayoría de sus actos, aspectos que muestran de modo muy elocuente que el pretendido cambio anunciado se quedó tan sólo en el discurso y que ahora tenemos “peor de lo mismo”. 

Hechos y circunstancias que indignan cada día con mayor fuerza a un pueblo impaciente que empieza a pensar en la formas de salir de este atolladero político.

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