Concentraciones opositoras: “Andate nomás, che”
Las marchas opositoras del 21-F fueron históricas por varias razones, entre otras porque fue la primera vez que la oposición mostró su fuerza en la calle en 11 años de manera simultánea, en decenas de ciudades capitales e intermedias. Segundo, porque fueron ‘autoconvocadas’, es decir, espontáneas, usando las redes sociales para organizarlas. Y, tercero, porque fueron valientes, planificadas contra todo el poder estatal, que incluye amedrentamientos, presiones, amenazas, medios paraestatales que ‘entrevistan’ a Zapata, jueces y fiscales vendidos, etc. Así da gusto participar.
Las marchas opositoras son una demostración más de que “ha cambiado la marea”, pero todavía hay gente que considera que el ciclo de Evo Morales aún durará unos años más, hasta 2025. Quienes creen ello no ven los datos objetivos de la realidad: que Morales ya perdió el referéndum en 2016 y que perdería los siguientes; que las encuestas señalan que solo tiene una intención de voto que bordea el 30%; que por ello sería derrotado en una eventual segunda vuelta electoral (si logra habilitarse para ello), etc. Este ‘fin de ciclo’ es multifacético: es político, por lo que acabo de mencionar, pero es también económico, debido a la baja de los precios de los productos que exporta Bolivia; es de ‘discurso’, porque el oficialismo ya no tiene nada más que ofrecer al votante; y es internacional, como demuestra la situación del vecindario. Hasta el correísmo está en serio peligro de perder en la segunda vuelta de ese país. Quizás solo el tenebroso ejemplo de Venezuela le quede al masismo como referente cuando lleguen los próximos comicios.
El problema estructural del Gobierno es cómo explicar a los bolivianos por qué Morales debe gobernar una vez más entre 2020 y 2025. Cualquier argumentación parece forzada ante la razón ‘real’ de ese propósito, que es obviamente satisfacer su angurria de poder. Los estrategas electorales oficialistas estarán en figurillas para explicar por qué deberíamos aceptar aquello. ¿Para que sigan enriqueciéndose? ¿Para que construyan otros museos, esta vez para exhibir los calzoncillos del jefe? ¿Para que edifiquen más palacios, con más alfombras persas? ¿Para que se compren más canales de TV? ¿Para que sigan construyendo aeropuertos sin pasajeros, estadios sin público, satélites sin uso? Si un Gobierno no puede conseguir en 14 años los avances que prometió a su pueblo, no los conseguirá en los cinco años posteriores.
Como se leía en un ingenioso cartel en la marcha de La Paz: “Andate nomás, che”
Las marchas opositoras son una demostración más de que “ha cambiado la marea”, pero todavía hay gente que considera que el ciclo de Evo Morales aún durará unos años más, hasta 2025. Quienes creen ello no ven los datos objetivos de la realidad: que Morales ya perdió el referéndum en 2016 y que perdería los siguientes; que las encuestas señalan que solo tiene una intención de voto que bordea el 30%; que por ello sería derrotado en una eventual segunda vuelta electoral (si logra habilitarse para ello), etc. Este ‘fin de ciclo’ es multifacético: es político, por lo que acabo de mencionar, pero es también económico, debido a la baja de los precios de los productos que exporta Bolivia; es de ‘discurso’, porque el oficialismo ya no tiene nada más que ofrecer al votante; y es internacional, como demuestra la situación del vecindario. Hasta el correísmo está en serio peligro de perder en la segunda vuelta de ese país. Quizás solo el tenebroso ejemplo de Venezuela le quede al masismo como referente cuando lleguen los próximos comicios.
El problema estructural del Gobierno es cómo explicar a los bolivianos por qué Morales debe gobernar una vez más entre 2020 y 2025. Cualquier argumentación parece forzada ante la razón ‘real’ de ese propósito, que es obviamente satisfacer su angurria de poder. Los estrategas electorales oficialistas estarán en figurillas para explicar por qué deberíamos aceptar aquello. ¿Para que sigan enriqueciéndose? ¿Para que construyan otros museos, esta vez para exhibir los calzoncillos del jefe? ¿Para que edifiquen más palacios, con más alfombras persas? ¿Para que se compren más canales de TV? ¿Para que sigan construyendo aeropuertos sin pasajeros, estadios sin público, satélites sin uso? Si un Gobierno no puede conseguir en 14 años los avances que prometió a su pueblo, no los conseguirá en los cinco años posteriores.
Como se leía en un ingenioso cartel en la marcha de La Paz: “Andate nomás, che”
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