La nueva Europa, según Kissinger


Marcel Gonzalo Unzueta E.



Henry Kissinger es una de las voces más influyentes de nuestro tiempo sobre problemas internacionales, como lo demuestra en “Un Orden Mundial”, su último libro, haciendo un profundo y pragmático análisis sobre los vertiginosos cambios en diversas áreas geográficas del planeta: Europa, Medio Oriente, India, China, Rusia y Estados Unidos.

En sus 420 páginas Kissinger se pregunta sobre el futuro de nuestro mundo, cada vez más complejo y fragmentado y nos conduce a una revisión global de la relación entre poder y legitimación.

Es muy significativo el título de Un Mundo en desorden al capítulo dedicado al Medio Oriente en contraposición con el título del libro de Un Orden Mundial. Este desorden es hoy centro de atención de la opinión pública internacional, de la fallida Primavera Árabe a la explosión mediática del Califato. Para el ex Secretario de Estado americano, la actual crisis en esa conflictiva región no debería significar de concentrarse en las negociaciones con Irán, que demuestra, o mejor, estaba demostrando una apertura y nueva visión a viejos problemas con la potencia del norte e incluso con Israel. Con el arribo de Trump a la presidencia,sin embargo, la agenda bilateral ha cambiado radicalmente.

Kissinger teme mucho más la creación de una especie de cerco sciita -que va desde Teherán a Beirut pasando por Bagdad, que daría a Irán la oportunidad de reconstruir el antiguo imperio persiano- que a la ideología agresiva del Estado Islámico, que está siendo derrotado por las fuerzas de coalición rusa-turco-iraquena y americanos.

Los capítulos más bellos,sin embargo, son dedicados a la historia de Europa, del Tratado de Westfalia hasta nuestros días. Para Kissinger, Bismarck realizó una obra maestra de la diplomacia logrando la reunificación de Alemania.

Bismarck, que por formación pertenecía a la Realpolitik, es el personaje clave para comprender los dos grandes conflictos mundiales del siglo XX. Es responsable de haber sembrado las semillas de esa tragedia.

La unificación de Alemania- desde las llanuras del norte al oeste del Rin- hizo saltar el orden fijado en el Tratado de Westfalia de 1648. Dicha unidad requería de instituciones parlamentarias, pero la idea fue incomprendida por sus adversarios que se mantenían bajo el sistema de Metternich. El resultado fue una desenfrenada carrera armamentista.

A diferencia de Metternich, Bismarck es el representante de una nueva política, una nueva era y “una concepción del cosmo consistente en partículas en movimiento y cuyo choque entre sí crea la realidad que percibimos”. Es evidente que Bismarck creó una Alemania que sobrevivió a dos guerras mundiales y a la división por tropas de ocupación, hasta convertirse hoy en uno de los grandes países del sistema internacional, al punto de liderar las grandes decisiones de países miembros de la Unión Europea, que al celebrar 60 años del Tratado de Roma fijará las bases de una Europa que se orienta al nuevo orden mundial: el Pacífico, con China e India a la cabeza.

Para Kissinger, la Alemania después de 1945 ayudó a tener un cierto equilibrio en Europa, el cual, no obstante, cambiará drásticamente con el actual proceso de unificación, que irá a dos velocidades y en busca de una política económica común “La historia de Europa muestra que la unificación nunca se ha realizado a través de procedimientos administrativos… Es necesario un unificador… Cual institución o qué país tendrá este rol?”. Kissinger y nosotros conoceremos la gran respuesta el 25 de marzo, cuando se firmará un nuevo e histórico Tratado de Roma.