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domingo, 26 de febrero de 2012

Susana Seleme con la franqueza de que hace gala se refiere en términos duros al Presidente en quién no puede encontrar calidad alguna

Busco razones menos críticas, miradas más benévolas hacia el presidente Evo Morales; escarbo entre los hombres y mujeres que lo acompañan para encontrar el sentido humanista del socialismo y de la solidaridad social que solía ser atributo de la izquierda, pero no hallo respuesta... Perdón, en realidad sí las hay: a cambio de humanismo solidario, apalean, amordazan y espantan a mujeres, hombres y niños indígenas en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, y a punta de corazas y gases aplican bastones de electroshock al metal de las sillas de ruedas de las personas con capacidades diferentes, a fin de impedirles la entrada al centro del poder: la plaza Murillo. 
No me doy tregua y busco la vía pluralista al socialismo, ni jacobina ni estalinista, pero me doy con un palmo de narices infestado de aberraciones ideológicas, teóricas, de yapa vergonzosamente machistas y sexistas. ¿Qué otra cosa se puede pensar al oír berridos copleros depredadores de la dignidad de las mujeres, entonados por algunas mujeres? “Ahora las ministras van por los balcones, pidiendo limosna, para sus calzones” o “en los carnavales llueven colaciones, las ministras cambian tangas por calzones”. 
Concluyo que en el MAS, ellos y ellas están atrapados sin salida en la degeneración del oficio político público. Nada les impide hacer de Palacio de Gobierno o de la plaza Murillo, que niegan a gente en sillas de ruedas, el escenario que les da licencia para matar la mesura y la decencia, mientras ‘coplean’ sus apetitos y represiones sexuales, a título de picaresca carnavalera con dominio fálico. 
Más que el presidente ‘buscón’ –‘Evusconi’, dicen por ahí, dados sus reiterados y ofensivos ‘chistes’ de macho cabrío– me indignan las mujeres lambisconas cantando coplas, ofreciendo sexo y calzones, a título de “una cultura ancestral”, según una ministra, que reconoce que las coplas “pecan de machismo”. Un par de ejemplos: “Este Presidente de buen corazón, a todas las ministras les quita el calzón” o “nuestro presidente muy pícaro es, solo quiere una y se come a tres”. 
Tratando de ser benévola con la ministra de marras, asumiré su ‘ancestral’ como si se remitiera a la cultura patriarcal, expresada, en este caso, en el sexismo cultural que revela relaciones de poder siempre en detrimento del derecho humano de las mujeres a rebelarnos para no seguir siendo consideradas objetos sexuales, ahora con grosera sorna. La ministra exime a Morales de haber cantado la copla sobre las Bartolinas, ONG afín a Morales, cuyo nombre remite a la líder indígena, en lucha contra el dominio español: “Bartolinas Sisa, tienen mucha fama, por eso las llevo directo a mi cama”. Si no la cantó, aunque sí sonreía a mandíbula batiente, un día después ofendió a otras cambiando el nombre por el de ‘mizqueñas’ –del pueblo de Mizque– con el mismo objetivo: llevarlas a la cama. 
Bien dice Pilar Rahola que hace falta en las sociedades y culturas patriarcales: “...que los hombres se liberan del exceso de pene que tienen clavado en el cerebro”. Las mujeres del MAS también debieran liberarse del que tienen clavado en sus cabezas y dejarlo para su intimidad en igualdad de condiciones: recibir y producir placer. 
No se trata solo de impulsos autoritarios o del uso de la violencia política para perseguir a opositores. Se trata de que ellos y ellas están atrapados sin salida en la descomposición en la que han hundido la práctica política.

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