Se trata de un nuevo atropello contra la libertad de prensa durante el Gobierno del presidente Evo Morales, donde el ejercicio del oficio periodístico se ha transformado en una proeza solo para valientes. El justificativo de la Policía es que los comunicadores intentaron ingresar por la fuerza a la audiencia y que no estaban “bien vestidos” para el proceso judicial. Esos argumentos fueron rebatidos por los periodistas que, según han testificado, intentaban cumplir con su labor periodística de cubrir un evento de interés público.
En un claro atentado contra las libertades, los periodistas fueron empujados contra la pared, enmanillados y detenidos en una celda como si fueran delincuentes comunes. Afortunadamente, fueron liberados, pero el gravísimo hecho queda en los registros como otro de los atropellos que se vienen cometiendo contra los periodistas y los medios de comunicación en el país.
El renunciante director de Página Siete, Juan Carlos Salazar, ha denunciado recientemente que su medio de comunicación enfrenta el constante acoso de parte del Gobierno de Morales por su posición crítica con el poder. Por todos estos antecedentes, expresamos nuestra solidaridad con los colegas del diario paceño e instamos a redoblar esfuerzos para cumplir con el compromiso social de informar, pese a todas las presiones políticas que están vigentes.
La situación de la prensa es el reflejo del desarrollo de su democracia. En Bolivia, los derechos a la libertad de prensa y de expresión están en retroceso por las diversas acciones que se cometen desde el poder público. En última instancia, los efectos no son solo para la prensa independiente, sino para los ciudadanos, que ven restringido su derecho constitucional a estar bien informados
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