En un arranque de franqueza y sinceridad, la cochalita me contó que ella se baña todos los días en la ducha de Evo porque el agua es abundante y muy calentita, pero que este secreto no lo conoce nadie, ni el Evo, ni Alvarito, ni Juan Ramón, ni el gringo González
En medio de la falta de agua y la abundancia de chinos transcurrió mi jornada periodística, junto a miles de ciudadanos paceños que evitamos olernos los unos a los otros porque van 10 días que no nos bañamos.
Al ver llegar a mi cubil periodístico a mi colaboradora de prensa abrí mis brazos para abrazarla y apechugarla cual hago cotidianamente pero ella rechazó mi apretón diciéndome: “¡qué mal huele usted, compadre, parece que no se hubiera bañado hace un mes!”.
Avergonzado de mi obligada falta de higiene me acerqué a la bambina cochabambina que olía a limpia, de lo que se sintió orgullosa, pues con una pizquita de vanidad femenina me dijo: “Además huelo a Madame Rochas que es mi perfume acostumbrado…”
Me sentí humillado y avergonzado, atinando solamente a preguntarle cómo pudo hacer frente a la falta de agua en esta castigada ciudad, que no solamente sufre de bloqueos y manifestaciones diarias sino que ahora se ve obligada a la sed y a la falta de la ducha diaria.
Mi discípula, coqueta y vanidosa me contó que la provisión de agua en el Palacio Real de la plaza Murillo es normal y que nuestro Presidente Vitalicio había autorizado al vicepresidente Álvaro García Linera que utilizase la ducha presidencial, beneficio que también podría extenderse al ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, siempre que éste no tratara de lavar sus camiones con el agua del Palacio.
En un arranque de franqueza y sinceridad, la cochalita me contó que ella se baña todos los días en la ducha de Evo porque el agua es abundante y muy calentita, pero que este secreto no lo conoce nadie, ni el Evo, ni Alvarito, ni Juan Ramón, ni el gringo González; sólo lo sabemos ella, yo y ahora mis lectores.
Aproveché la lengua suelta de mi comadre para preguntarle si las Bartolinas y las otras que manejaron el Fondo Indígena gozan de cañerías secretas especiales para hacer frente a la falta de agua que sufrimos todos los habitantes de la ciudad de La Paz, respondiéndome la cochabambina nacida en Quillacollo que el sufrimiento es general y que por eso el mandamás había decretado “Emergencia General”. Asegurándole a mi comadrita que con emergencia o sin ella los paceños seguiremos protestando por calles y plazas “¡¡¡Agua sí, Chinos no!!!” porque los chinos son comunistas y ateos y traen mala suerte, lo cual prefieren ignorar quienes nos gobiernan. Para no enemistarnos con esa gran potencia que le concede créditos hasta al señor García Linera, mañana seguiremos gritando por calles y plazas…” ¡¡¡Agua si, chinos no!!!”
En medio de la falta de agua y la abundancia de chinos transcurrió mi jornada periodística, junto a miles de ciudadanos paceños que evitamos olernos los unos a los otros porque van 10 días que no nos bañamos.
Al ver llegar a mi cubil periodístico a mi colaboradora de prensa abrí mis brazos para abrazarla y apechugarla cual hago cotidianamente pero ella rechazó mi apretón diciéndome: “¡qué mal huele usted, compadre, parece que no se hubiera bañado hace un mes!”.
Avergonzado de mi obligada falta de higiene me acerqué a la bambina cochabambina que olía a limpia, de lo que se sintió orgullosa, pues con una pizquita de vanidad femenina me dijo: “Además huelo a Madame Rochas que es mi perfume acostumbrado…”
Me sentí humillado y avergonzado, atinando solamente a preguntarle cómo pudo hacer frente a la falta de agua en esta castigada ciudad, que no solamente sufre de bloqueos y manifestaciones diarias sino que ahora se ve obligada a la sed y a la falta de la ducha diaria.
Mi discípula, coqueta y vanidosa me contó que la provisión de agua en el Palacio Real de la plaza Murillo es normal y que nuestro Presidente Vitalicio había autorizado al vicepresidente Álvaro García Linera que utilizase la ducha presidencial, beneficio que también podría extenderse al ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, siempre que éste no tratara de lavar sus camiones con el agua del Palacio.
En un arranque de franqueza y sinceridad, la cochalita me contó que ella se baña todos los días en la ducha de Evo porque el agua es abundante y muy calentita, pero que este secreto no lo conoce nadie, ni el Evo, ni Alvarito, ni Juan Ramón, ni el gringo González; sólo lo sabemos ella, yo y ahora mis lectores.
Aproveché la lengua suelta de mi comadre para preguntarle si las Bartolinas y las otras que manejaron el Fondo Indígena gozan de cañerías secretas especiales para hacer frente a la falta de agua que sufrimos todos los habitantes de la ciudad de La Paz, respondiéndome la cochabambina nacida en Quillacollo que el sufrimiento es general y que por eso el mandamás había decretado “Emergencia General”. Asegurándole a mi comadrita que con emergencia o sin ella los paceños seguiremos protestando por calles y plazas “¡¡¡Agua sí, Chinos no!!!” porque los chinos son comunistas y ateos y traen mala suerte, lo cual prefieren ignorar quienes nos gobiernan. Para no enemistarnos con esa gran potencia que le concede créditos hasta al señor García Linera, mañana seguiremos gritando por calles y plazas…” ¡¡¡Agua si, chinos no!!!”
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