Cuando ya creíamos haber escuchado todo, viene el Presidente y nos sorprende una vez más. Señala que él ha hecho más en 11 años que los 64 mandatarios anteriores, en 180 años, desde la fundación de la república.
Obviamente que tamaño dislate no aguanta el menor análisis, es hasta ocioso intentar hacer un desmentido, pero no me queda otra que abordar el asunto aunque sea tangencialmente: Santa Cruz sentó las bases institucionales del país, que luego Ballivián reforzó nada menos que venciendo una batalla crucial de nuestra historia, la de Ingavi, que consolidó la nacionalidad boliviana. Sin ellos, y sin los guerrilleros independentistas, para no hablar de Bolívar y Sucre, Evo no hubiera sido más que un dirigente cocalero de una lejana provincia con capital Buenos Aires o Lima. Y no daría soporíferos discursos en el Congreso.
Ya que estamos, me animo a dar más ejemplos, advirtiendo que son tan obvios que hasta no merecen la pena mencionarse: cuando el “Superman” de los presidentes llegó al poder, sus tres o cuatro antecesores habían realizado el trabajo que le sirvió para cosechar sus éxitos económicos y políticos: alentaron la exploración de gas, construyeron el gasoducto a Brasil, establecieron con ese país los volúmenes a ser exportados y, finalmente, establecieron una fórmula muy conveniente para fijar los precios de ese gas que se vende.
Un ejemplo más trascendente que puede ser añadido es que Bolivia ha presentado la argumentación de su demanda marítima ante La Haya sobre la base de lo que hicieron presidentes anteriores, que ahora Morales desmerece olímpicamente. O sea, que para argumentar ante la Corte Internacional de Justicia, los Gobiernos del pasado actuaron bien, pero para mostrarse como un superhombre ante la ciudadanía, estos no lo hicieron.
Es posible que Morales y su equipo, al presentar tan audaz hipótesis, realmente crean que este Gobierno es mejor a la suma de los 83 anteriores. Ello sería grave porque demostraría que están totalmente desconectados con la realidad y que su endiosamiento les impide ver las cosas con claridad. También podríamos pensar que ni el Presidente ni nadie de su entorno cree tamaña cosa, pero que es presentada de todas maneras para afianzar el liderazgo del Mandatario. Ello también es grave porque parte de la idea, errada, de que se le puede decir cualquier cosa a los bolivianos y estos, mansos según la mente de las autoridades, la creerán a pie juntillas. Esta segunda opción también demostraría la distancia entre la realidad y lo que las autoridades imaginan de ella.
Ha sido sorprendentemente escasa la polémica ante la inaudita proposición presidencial. Si Cristina Kirchner, por poner un ejemplo, al salir del poder, hubiera dicho algo así, los medios, los analistas, los políticos opositores y sus propios aliados la hubieran trucidado. En Bolivia no ocurrió ello, lo que podría demostrar que el discurso, que duró 4 horas y 20 minutos, tuvo un efecto muy menor (seguramente su audiencia fue del 0,1 por ciento) o que la gente, habiendo conocido de segunda o tercera mano esas ideas, simplemente las recibieran como quien oye llover.
Como dije en otra columna, los bolivianos actúan de varias maneras en su vida política, siendo la más importante de ellas esperar el día de la siguiente votación. Intuyo que gran parte de las personas está contando los días hasta que llegue ese día y, mediante el sufragio, forzar a Morales a abandonar el poder (no me queda duda de que, como ya lo dije y él mismo lo hizo antes, torcerá la ley y será candidato otra vez).
Presentar a Morales como un “Superman” de la historia política busca, obviamente, su eternización en el poder. Pero las encuestas demuestran que ello está en duda. Incluso las de uso interno del Gobierno señalan que Morales perderá la próxima elección (entre otras cosas, por eso es que evita llamar a otro referendo). El régimen apuesta a las elecciones y vencer gracias a la dispersión opositora. Yo veo esta posibilidad cada vez más lejana, porque creo que se dará una polarización “natural” entre Morales y el candidato opositor más fuerte (Carlos Mesa aparece con una fortaleza que parece indisputable) y ello significaría el fin del régimen masista. Igual habrá durado 14 años, un récord para la historia boliviana.
Cuando cambia la marea, simplemente cambia. Maratónicos discursos no pueden evitar los desenlaces que marca la historia. La cantata Carmina Burana, que usa antiguos poemas latinos, presenta la idea de la rueda de la fortuna. Cuando alguien está en la parte de arriba de esa rueda, todo le sale bien. Pero el círculo baja y entonces no hay nada que hacer. Dice el verso, traducido al español: Oh Fortuna, como la luna variable, siempre creces o decreces. Ahora oprimes, después alivias como en un juego. A la pobreza y al poder los derrites como al hielo”.
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