El “gringo” Gonzales es un hombre de la Comunicación, que se despachaba con corrosiva ironía desde algún canal, por eso no extrañará que otro ciudadano comente su trayectoria pública con tónica un poco parecida. Para empezar, no hace mucho que no hubiera creído ni a una gitana la predicción de que sería hasta presidente en ejercicio; que conocería así –siquiera eventualmente- el peso pesado del poder, y vería en vivo y directo la genuflexión de los cortesanos del Palacio Quemado.
De los que pasaron por el fango de la política, tal vez el “gringo” sea el que menos se ha desfigurado. Las más de las veces se le ha visto con la llaneza habitual conocida; parece que se resistiera a cambiar; quizás porque sabe que ser un hombre de partido es una peligrosa travesía sin retorno; lo dijo el gran maestro de la Comunicación, el Dr. Luis Ramiro Beltrán. Muchos se hicieron políticos a cambio de abandonar la profesión. Ya en el llano es difícil retomarla. En todo caso, la credibilidad ya no vuelve.
Lo que antes se llamaba “cuarto poder del Estado”, es decir, la prensa, nunca fue ajena a la lucha por la democracia. “Escribir es un modo de combatir --decía José Martí--; se pelea cuando se dice la verdad”. Y los periodistas, por la naturaleza de su labor, no pueden rehuir ese compromiso. La ética de ese profesional es diferente al de un marrullero trapisondista de la politiquería. La relación de la ética con los derechos ciudadanos, tiene una delimitación controvertida. El tema es de fondo y para más espacio. Lo dejamos intacto.
Volviendo al cambalache político, el “pasanacu” ministerial y parlamentario ha cobrado auge en estos días. Ha empezado desde ahora el montaje del aparato electoral de 2019, y sobre un solo eje: la repostulación del jefazo. El oficialismo va otra vez con todo; incluso la oposición, así como está hoy, seguirá siendo su mejor aliada. La organización interna no es problema. El gringo Gonzales ha dicho que cualquiera puede presidir el Senado, por lo que no debió ser difícil la decisión. Todos se parecen; nadie es distinto a otro. La masa del plurinacional –como todas las masas-- es amorfa y manejable a control remoto.
En 2014 una diputada oficialista protestó diciendo “que no podemos ser como ganado, que nos cambien de un rebaño a otro”. Pero ése es el socialismo doña Adelia; en ninguna parte es otra cosa.
Sin obviar los temas poco importantes como el agua, lo prioritario y urgente es hallar la vía expedita para perpetuarlo de presidente al hermano Evo. El congreso del MAS consideró cuatro posibilidades, pero en el camino sumaron dos más; siguen buscando; el palo de ciego aún funciona. Refiriéndose a una de ellas, Morales dijo: “Si yo fuera el TSE anularía el referendo del 21 de febrero”. ¿Apoyaría esa locura el presidente reelecto del Senado? La hora de las definiciones parece aproximarse.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
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