Dentro de los múltiples reclamos que se le hace al gobierno,- que no sabe,
no contesta- es el que de un plumazo,
lanzaran al barranco una importante resolución de año nuevo. Había que hacer lo imposible para ver el lado positivo
de las cosas, sobre todo en lo referente a esta administración. Eso claro, en virtud de que alguna razón de
peso tiene que haber para que después de
once años de un trabajo duro, desgastante, de tremenda responsabilidad y mucha
oscuridad, Evo Morales haya hecho del
lograr una nueva postulación, la razón de su existencia. El que algunos vean, lo
que muchos otros no y que estén dispuestos a todo por mantener las cosas como
están, es una provocación.
Durante todo el año pasado, después de la Camc, el Fondioc entre otras múltiples
cuestiones difíciles de digerir, parecía que la necesidad de impunidad -amén del disfrute del "maravilloso
instrumento del poder" -era un
motivo por demás válido para no permitir que nadie meta sus narices o escarbar
que fue de los miles de millones de
dólares ingresados en la más grande
bonanza de nuestra historia. Tampoco es deseable que otros se pongan a fisgonear en millonarios
contratos adjudicados pasionalmente. Esto será -sin duda- una de las grandes
incógnitas a resolver y pecados por confesar, una vez que caduque este gobierno
y su proceso de cambio. Todo tiene fecha de vencimiento, desde el noble yogurt
hasta la vida de todos los seres vivos. Sin excepción.
Con la mejor intención, había que considerar que el Dakar era algo positivo
no solo para los fanáticos tuercas y ciertos movimientos sociales tan propensos
al jolgorio, sino además, era una circunstancia que ameritaba mirar con buenos
ojos. Todo pasaba más o menos suave, pensando que era mejor no ahondar en el
tema y mantener una benevolente y distante actitud. No pasaba desapercibido sin
embargo, un dejo de amarga
realidad. No estamos muy acostumbrados a
los éxitos de ninguna índole, ni
siquiera en el campo deportivo. El entusiasmo es contagioso y parte de la
ciudadanía, celebró el simple paso de los vehículos del rally, con la alegría de
una gloria impotente y postergada.
En La Paz no pasó de ser una desfile
de motorizados sin la adrenalina de una carrera de verdad. La insultante falta
de agua en cien barrios paceños se pausó y la valiente protesta de una centena
de vecinos, fue raudamente repelida por las fuerzas de seguridad. Esa
demostración del poco apego del gobierno por la libertad de expresión cuando la
ejercen los del frente, fue otra evidencia que no están equivocados quienes se
oponen a este gobierno. Evo Morales ha
demostrado, otra vez, su
habilidad e ingentes recursos para convertir cualquier ocasión en un festivo
logro de alabanza personal.
A esas alturas, la actitud tan precariamente mantenida, se acabó de golpe con
solo unos segundos de intervención de Quintana en la televisión gubernamental. El pacifismo y la benevolencia, fue liquidada
por una más de las andanadas irracionales a las que se ha acostumbrado en su ya
habitual abuso de poder. " Ciento ochenta años de vaciamiento del alma
nacional". En su delirante andanada, definió a los opositores como "nuevos
invasores , los Almagros, los Pizarros modernos. Rufianes, sicarios políticos,
lacayos del imperio" espetó. Decir que el Dakar "ayuda a saldar las
deudas del espíritu y levanta el orgullo nacional" ya era como mucho. El
descarrilamiento del escaso eje restante, lo logró en el paroxismo de su alocución con
esta extralimitación "el hermano Evo es un boliviano universal". Ya
está. Eso sería todo.
No existe la mínima posibilidad de encontrar una excusa al comportamiento
del Ministro Quintana. La irracionalidad ha llegado a extremos imposibles de
justificar. No sabemos que es lo que ha hecho que él y otros apegados al poder,
se den la licencia de insultar impunemente a todo ciudadano que no haya caído
en la trampa populista, demagógica e irresponsable de este gobierno. O se haya
arrepentido de haberlo hecho. Un adversario solo puede ser considerado como
tal, en cuanto existan mínimas normas éticas. Exabruptos como el mencionado,
son inadmisibles en un estado civilizado donde exista observancia a las leyes,
el estado de derecho y un elemental respeto a los derechos de los demás. De
otro modo, estamos hablando de un territorio bárbaro donde todo vale.
Flaco favor se hacen a sí mismos despreciando el peso que una sociedad
tiene en las decisiones que afectan sus vidas. Esperar una disculpa, es algo
que ni cabe ni tampoco es necesario. Ni siquiera da lugar a aquello de que
habría que tomarlo como de quien viene. Los oscuros personajes que fungen de
salvadores imbatibles, se están equivocando de medio a medio. Si el 21 de
febrero de hace un año, la ciudadanía decidió manifestar que quiere un cambio
de conducción, esta febril guerra que pretenden desatar con maniobras límites,
con el amedrentamiento y el insulto como
sus mejores armas, liberará el gran mecanismo que el ciudadano
tiene al alcance, que no es otro que el freno de mano, que si no falla jamás.
Karen Arauz
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