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jueves, 7 de noviembre de 2013

Karen Arauz se refiere al suceso trágico de Riberalta y la extraña actitud de un Gobierno que "dientes pá fuera" se lamenta, pero que en realidad nada hace para mostrar su pesar a la familia, a la sociedad, al pueblo de Riberalta víctima de tanto abandono e irresponsabilidad estatales.

ESTADO DISLOCADO
Probablemente hay alguien más que se queda ensimismado delante de un lavarropas dejando que el torbellino de texturas y colores se apoderen de sus pensamientos, poniendo atención en cómo se van enredando, girando locamente, tratando de hallar un patrón repetitivo en cada vuelta del renovado embrollo. Es muy extraño constatar las maneras cómo la mente se centra en cosas tan domésticas y aparentemente sin sentido, hallando parangón para algo tan serio y tan sustancial como la noción de que como país, estamos viviendo tiempos desarticulados.

La vertiginosidad de cómo se acontecen las cosas en Bolivia, no dan tregua a reflexiones quietas, bien pensadas y conclusiones juiciosas. Todos los días , en todos los ámbitos de nuestra vida, nos topamos con acontecimientos a veces dolorosos, a veces ridículos pero siempre turbadores.

Observar y poner distancia entre el sentimiento y la objetividad con la que se deben tomar las cosas, es casi imposible sin sentir inquietud por lo que es un todo sinsentido. Riberalta ha estado en nuestra mente desde el accidente del pequeño avión comercial, que ha dejado al descubierto los extremos de la vida misma. Sobrevivientes cuyos relatos erizan la piel y en contraste, las ceremonias de entierro de los que no corrieron la misma suerte no  hallan pausa por las reacciones inmediatas de las autoridades, que sabiendo que hay responsabilidades que no se pueden eludir, hacen gala de esa asombrosa habilidad que el poder ha encontrado como mecanismo perfecto para desviar la atención y así poder lavarse indignamente las manos.

La primera reacción del Presidente, fue, cómo no, de exigir sanciones a la línea aérea. Que se sepa, no ha estado en Trinidad en el sepelio de los empleados de la Gobernación que fallecieron, ni tampoco hizo una escala en la Clínica Incor de Santa Cruz para asegurar el auxilio del gobierno a los heridos, en esta que sí es una responsabilidad del estado.

Y por supuesto, el piloto que se debate entre la vida y la muerte, no sabe que en realidad el salvarse lo tiene entre la cárcel y la censura y la culpa. A raíz de lo ampliamente mediatizada búsqueda de explicaciones, razones y culpables, nos enteramos que cuando la alta cúpula del gobierno se  desplazará a un aeropuerto mediano o pequeño, la DGAC, dispone de una avanzada de AASANA con técnicos y controladores aéreos experimentados para tomar las previsiones que el caso amerita. Sería muy ilustrativo saber, si tales previsiones se repitieron en ocasión del descubrimiento del grotesco fascista monumento a Chávez. Ya que se había cometido la tropelía de construirse, ¿no podía encontrase otro momento o al menos, no hacer semejante fanfarria? Este es una nueva demostración de que los recursos son nomás gastos reservados...a su libre disposición.

En el Beni y en Riberalta específicamente, es muy dudoso que los ciudadanos estén complacidos con esta ostentación tan fuera de lugar. Qué tiene que ver el Beni con este "homenaje" a un presidente extranjero para que amerite la erogación de una insondable cantidad de recursos, en una ciudad tan llena de necesidades básicas para no hablar de un elemental carro bombero. Un episodio tan trágico como la muerte de varias personas apenas horas antes, que es pasado por alto para una ceremonia rozando lo bufo, es la medida de la mísera importancia que tienen las personas que no sean aquéllas que están directamente involucradas en los extendidos planes de uso y abuso del poder. Otra cosa será observar a las palomas que con seguridad le encontrarán una cabal utilidad.

La campaña electoral tan absurdamente adelantada, sólo deja al descubierto que los egos de los actores políticos, son un factor de distorsión total sobre las prioridades. Lamentablemente, no sólo son los actuales detentores del poder que dislocan constantemente la realidad con sus actitudes.  El globo de ensayo lanzado por Juan del Granado pretendiendo reponer sobre el tapete el tema de la capitalidad, resultó ser un tiro certero en su propio pie. Es que no es fácil entender que un político de su experiencia, no se percate que el dinamismo de la política boliviana es tal, que desandar sendas trágicamente transitadas, no aporta para brindar vías de solución a los nuevos problemas que están arremetiendo contra el país.

La situación vivida en Apolo, con todas sus implicancias, es una espada amenazante sobre la esencia misma del Estado boliviano. Rasgarse las vestiduras por las constantes insinuaciones que fuera de nuestras fronteras nos señalan casi como un narco estado, no solucionan el problema en sí. La semana anterior fue un artículo del Wall Street, esta semana una programa de humor de una increíble audiencia, parodia a una supuesta concursante boliviana, consumiendo drogas en total exaltación y es en ese momento que las destempladas voces de bolivianos ofendidos toman la escena. Pero cuando de exigir que se dé fin de una buena vez a esta bonanza en cultivos y esta danza de laboratorios de cristalización por doquier, en todos los rincones del territorio, o cae un Sanabria y similares, ahí las voces se encargan de desviar el tema en una escalada de dislocación social y una imbecilidad generalizada.
Karen Arauz



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