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miércoles, 7 de diciembre de 2016

de mal en peor? la suerte de Cuba y de los cubanos depende de su Gobierno que por el momento sólo atina a mantenerse en pie, haciendo todo lo posible para que nada cambie, en medio de pobreza y privaciones. está en EJU.TV


Cuba después de Fidel: ¿de mal en peor?



Andrés Oppenheimer

Ahora que Fidel Castro se ha ido y los jefes de Estado de Canadá, México y otros países han hecho el ridículo al elogiar los supuestos logros de un dictador que destruyó la economía de su país y ejecutó a miles de personas, es hora de echar un vistazo al futuro de Cuba. A corto plazo, no pinta muy bien.
En teoría, las cosas deberían mejorar. El presidente Raúl Castro, de 86 años, ha demostrado ser más pragmático que su hermano mayor, y podría tener el camino allanado para hacer las reformas económicas que anunció en el VI Congreso del Partido Comunista en 2011.
Los pequeños pasos de Raúl Castro hacia un capitalismo estatal como el vietnamita habían sido frenados por Fidel. Sin Fidel, los “fidelistas” tendrían menos poder para detener las reformas, decía la teoría.
Pero la mayoría de los economistas coinciden en que Raúl Castro enfrenta una tormenta perfecta de malas noticias que le harán difícil reflotar la economía del país.
“Cuba sufre hoy su peor crisis económica desde los 1990”, dice el economista Carmelo Mesa Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, y uno de los principales analistas de la economía cubana. “Las proyecciones son que la economía se estancará o disminuirá en 2016, y que la situación empeorará en 2017”.
En primer lugar, los envíos de petróleo subsidiado de Venezuela a Cuba, que mantuvieron a flote a la economía de la isla en los últimos años, cayeron alrededor de un 40 por ciento durante los primeros seis meses de este año, según un reporte de Reuters. La economía venezolana está en crisis por la caída de los precios mundiales del petróleo y las desastrosas políticas económicas del Gobierno.
En segundo lugar, las exportaciones cubanas de servicios médicos –una especie de esclavitud moderna, mediante la cual el régimen cubano envía a decenas de miles de médicos a Venezuela, Brasil y otros países, y se queda con más de la mitad de sus salarios– pueden estar en peligro. Venezuela tiene dificultades para pagar estos servicios, y el nuevo Gobierno de centro-derecha de Brasil podría no renovar estos contratos gubernamentales.
Tercero, la producción cubana de níquel y azúcar está deprimida por los bajos precios de las materias primas y la destrucción de las industrias cubanas en los últimos 60 años. Y Cuba importa más del 70 por ciento de sus alimentos.
En cuarto lugar, el turismo, la mayor esperanza de la isla desde la apertura del presidente Obama a Cuba en 2014, podría disminuir si el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cumple con su amenaza de “terminar” el acuerdo de Obama con la isla.
“El pronóstico más optimista para Cuba es que después de unas décadas de lucha y reorientación, terminará con el nivel de ingresos de la República Dominicana”, escribió Tyler Cowen, profesor de economía de la Universidad George Mason en The Miami Herald.
Agregó que mientras el Banco Mundial estima el PIB cubano en $us 6.000 per cápita, esa cifra se basa en un tipo de cambio poco realista. El PIB real de Cuba probablemente no sea mucho más alto que los $us 2.000 per cápita de Nicaragua, dijo Cowen. “Si Cuba no hubiera tenido una revolución comunista en 1959, podría haber sido una de las economías latinoamericanas más exitosas”, agregó Cowen.
Mi opinión: En lugar de elogiar a un dictador que no tuvo la valentía de competir en una elección libre en casi seis décadas, los líderes de México, Canadá y otros países deberían haber citado la revolución de Cuba como ejemplo de un modelo económico que nadie debería seguir, y que va de mal en peor.
Si Trump se maneja con inteligencia, dejará a Cuba tranquila y no hará nada que le dé a la dictadura cubana una excusa para dar marcha atrás a sus tímidas reformas. Raúl Castro ha dicho que dejará el poder a comienzos de 2018, y sus sucesores tarde o temprano reconocerán lo que la gran mayoría de los cubanos ya han descubierto hace mucho tiempo: que el comunismo es el camino más largo –y más sangriento– entre el capitalismo y el capitalismo.

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