Los bolivianos estamos cayendo en una discusión bizantina, absolutamente inconducente –que a la larga puede resultar gravemente tramposa–, sobre algo que legalmente no se puede cuestionar: el presidente Evo Morales está impedido de presentarse como candidato a la Primera Magistratura el año 2014. Eso dice la Constitución Política del Estado y asimismo la Ley 4021 del Régimen Electoral Transitorio.
Además, aunque los partidarios del presidente quieran argumentar que su palabra tiene una validez relativa y que caduca con el tiempo, el mandatario expresó públicamente que en aras de la ‘unidad’ de todos los bolivianos solo terciaría para un segundo período (2010-2014), lo que era constitucionalmente correcto. Por lo tanto, los comicios de 2009 no fueron motivo de polémica, ni de malestar, ni hubo necesidad de recurrir a expertos constitucionalistas o al Tribunal Constitucional, como es el caso actual.
No se debe caer en el error de tratar de interpretar lo que dice la Constitución y las leyes, porque lo que está escrito es muy claro. Las veces que en Bolivia se ha tratado de hacer interpretaciones constitucionales no le fue bien a la democracia, tal el ejemplo de los interinatos presidenciales de Walter Guevara Arze y de Lydia Gueiler Tejada, que dieron paso, sucesivamente, a interrupciones institucionales que se deploran hasta el día de hoy.
Si el presidente, si la alta jerarquía del MAS, si sus parlamentarios, si los ‘movimientos sociales’ aleccionados de antemano, van a presionar para una re-relección de Morales en 2014, sería de lamentar. Lo deseable, lo ideal, es la alternancia de personas en el Gobierno, lo que no significa que el próximo mandatario no pueda ser un líder del partido oficialista. Lo sensato, lo que ambicionaría una democracia sana, sería que exista un relevo en el mando porque nadie es insustituible en un Estado de derecho.
Si el presidente, si la alta jerarquía del MAS, si sus parlamentarios, si los ‘movimientos sociales’ aleccionados de antemano, van a presionar para una re-relección de Morales en 2014, sería de lamentar. Lo deseable, lo ideal, es la alternancia de personas en el Gobierno, lo que no significa que el próximo mandatario no pueda ser un líder del partido oficialista. Lo sensato, lo que ambicionaría una democracia sana, sería que exista un relevo en el mando porque nadie es insustituible en un Estado de derecho.
Si el MAS y sus parlamentarios insisten en que el presidente Evo Morales tiene que ser el candidato y si cuestionan la legalidad de la letra constitucional, de la Ley 4021, y desconocen el compromiso que Evo Morales asumió verbalmente en público, entonces no queda otra salida que ir a la reforma de los artículos pertinentes de la Constitución, que luego debería aprobarse mediante un referéndum nacional. Lo único que importa es que la solución sea meridianamente constitucional y que el país no pierda confianza en lo que dice su Carta Magna
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