La descollante y universal figura del papa Francisco tiene cada vez más adeptos. El término “papamanía” se ha acuñado poco después de la elección del sumo pontífice. Esta tendencia se expresa en gigantografías de la imagen de Francisco expuestas en ciudades como Buenos Aires, que ayer inauguró un afiche de 88 metros de alto por 34 metros de ancho.
Los pequeños comerciantes de recuerdos del papa Francisco están encantados con el aumento de las ventas de imágenes del pontífice, así como de rosarios, crucifijos y otros símbolos religiosos.
En Roma, además de la mayor afluencia de multitudes, la venta de recuerdos también se ha incrementado notablemente. Los portarretratos, imanes para refrigerador y, sobre todo, libros biográficos de Jorge Mario Bergoglio, son los más solicitados.
El entusiasmo por la personalidad del papa Francisco no sólo se explica por la novedad de un pontífice latinoamericano, sino por el expárroco de barrio, que no se contentaba con saber sólo el nombre de sus feligreses, sino que quería conocer también hasta el nombre de sus perros y demás mascotas.
El excardenal-arzobispo de Buenos Aires ha conquistado la admiración y el cariño de la gente, no sólo de los católicos. Su discurso, su compromiso con los pobres y su renuncia a los oropeles del cargo han despertado la admiración generalizada. Por otra parte, su carisma personal, su sonrisa y, sobre todo, su aproximación a las personas, saludar a todos y usar un vehículo abierto, también amplía el número de admiradores y admiradoras de Bergoglio.
El nuevo pontífice nació en 1936 en el barrio de Flores, uno de los más populares de la capital argentina. Fue el mayor de cinco hermanos y su madre quedó parcialmente paralítica al dar a luz a Malena, la única hermana que aún vive, por lo que él tuvo que aprender a cocinar pollo, tallarines o ñoquis y pasó mucho tiempo con su abuela.
A los 21 comenzó su carrera religiosa. En 2001 fue nombrado cardenal. Comía solo y no iba a banquetes, excepto cuando el ofrecimiento partía de una familia humilde.
En Cochabamba, la figura del papa está presente en la vida de la población. Despierta simpatía y esperanza. Su pontificado ha renovado la fe de muchas personas que participan de esta Semana Santa.
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