Nadie puede desconocer algunos logros del socialismo en materia social, en salud y en educación. Cuba sigue viviendo de esas viejas conquistas reducidas hoy a una mera pancarta. Pero la regla general de estos regímenes ha sido la consolidación de dictaduras que se convirtieron en fines en sí mismos y los grandes ideólogos comunistas terminaron con las mismas apariencias, gustos y fortunas que la de los burgueses que tanto combatieron. Los autócratas comunistas y los miembros de su séquito se volvieron tan ambiciosos al dinero como cualquier mortal y lo peor del caso es que a nombre de esa satrapía destruyeron el modo de vida de la gente, familia y patrimonio.
No hay un solo ejemplo en la historia de un régimen colectivista que haya arrojado un saldo a favor convincente que justifique los métodos usados, salvo las fortunas de quienes prometieron justicia social, igualdad, vivir bien y tantas otras ilusiones que sí se han hecho realidad en países que se han enfocado en la libertad y en los pilares de la democracia.
Desde que estalló el caso de la banda de abogados extorsionadores que trabajaban para varios ministerios bolivianos, se ha comprobado que el "proceso de cambio" se ha convertido en un vil negocio para ciertos mandamases que se estarían haciendo millonarios. Desde que se cayó la parafernalia indigenista, la verborragia ecologista y las poses "comunitaristas", los operadores gubernamentales han perdido el norte, los ideales y el discurso y parecen estar abocados al vil metal.
Los que se creyeron el cuento del "terrorismo-separatismo", podrían haberlo justificado con el pretexto de la unidad nacional, la integridad de nuestro territorio y la estabilidad, pero ahora que abundan los testimonios de quienes han hecho las maquinaciones desde adentro del aparato gubernamental se pueda dar fe que todo forma parte un proyecto guiado por los más bajos instintos.
No hay un solo ejemplo en la historia de un régimen colectivista que haya arrojado un saldo a favor convincente que justifique los métodos usados, salvo las fortunas de quienes prometieron justicia social, igualdad, vivir bien y tantas otras ilusiones que sí se han hecho realidad en países que se han enfocado en la libertad y en los pilares de la democracia.
Desde que estalló el caso de la banda de abogados extorsionadores que trabajaban para varios ministerios bolivianos, se ha comprobado que el "proceso de cambio" se ha convertido en un vil negocio para ciertos mandamases que se estarían haciendo millonarios. Desde que se cayó la parafernalia indigenista, la verborragia ecologista y las poses "comunitaristas", los operadores gubernamentales han perdido el norte, los ideales y el discurso y parecen estar abocados al vil metal.
Los que se creyeron el cuento del "terrorismo-separatismo", podrían haberlo justificado con el pretexto de la unidad nacional, la integridad de nuestro territorio y la estabilidad, pero ahora que abundan los testimonios de quienes han hecho las maquinaciones desde adentro del aparato gubernamental se pueda dar fe que todo forma parte un proyecto guiado por los más bajos instintos.
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