La aplicación de sanciones no logra avances y el delito sigue estancado en cuanto a su prevención y en lo penal porque no hay culpables, ni un precedente de condena, que sirva de escarmiento. (Texto del diario cooperativo OPINION, foto archivo del Editor)
Uno de los delitos que más estremece a la gente, claro está, junto con los asesinatos a mujeres de diferentes edades, que también se incrementan, es el linchamiento de personas, supuestamente consideradas delincuentes o gente antisocial que perpetra robos.
El último que se ha registrado en la ciudad de El Alto, de La Paz, no difiere mucho en sus características. Un hombre acusado de robar supuestamente un vehículo fue quemado junto al mismo en una acción despiadada y como ya es costumbre por una turba de gente. En este caso, sin embargo, nadie ha podido comprobar si la víctima del linchamiento ciertamente estaba robando, o sea que no existe ninguna evidencia, lo que deja también al descubierto que los linchamientos pueden tener otros móviles. Y lo peor de esta situación es que los procesos de investigación policial, casi nunca prosperan, pues el famoso código de silencio, que ya es algo habitual, al mismo tiempo se sobrepone a las investigaciones.
El último que se ha registrado en la ciudad de El Alto, de La Paz, no difiere mucho en sus características. Un hombre acusado de robar supuestamente un vehículo fue quemado junto al mismo en una acción despiadada y como ya es costumbre por una turba de gente. En este caso, sin embargo, nadie ha podido comprobar si la víctima del linchamiento ciertamente estaba robando, o sea que no existe ninguna evidencia, lo que deja también al descubierto que los linchamientos pueden tener otros móviles. Y lo peor de esta situación es que los procesos de investigación policial, casi nunca prosperan, pues el famoso código de silencio, que ya es algo habitual, al mismo tiempo se sobrepone a las investigaciones.
Desde luego, que en este fenómeno tan preocupante de los linchamientos, nunca podría justificarse el hecho de que se infrinja tan cruel y extremo castigo por más que un individuo sea verdaderamente un delincuente que ha causado daño a la integridad física de un vecino o a su propiedad. Una justificación de esta naturaleza cae en la transgresión a la norma penal y se trata, como se ha dicho tantas veces, de un asesinato colectivo contra una determinada persona y que desde luego, quienes instiguen al linchamiento y la misma masa de vecinos que actúan, resultan autores intelectuales y materiales del Más allá de las consideraciones que tienen que ver con estos terribles hechos de sangre, lo que hay que continuar preguntándose, es por qué motivo, estamos frente a la repetición periódica de los mismos, es decir, cuáles son las causas para que se sucedan, sin que hasta el momento se adopten medidas institucionales para frenarlos.
En este mismo espacio en dos oportunidades anteriores, hemos afirmado que la gente que esgrime los linchamientos como una reacción ante la inseguridad ciudadana, lo hace escudándose en el principio de la justicia comunitaria, lo que resulta una completa aberración porque esa forma de justicia ejercitada principalmente en las comunidades rurales, no contempla la pena de muerte como sanción. De tal manera, que resulta una especie de pretexto que encubre un hecho horroroso, pero que hasta el momento no ha tenido respuesta de parte de las autoridades y de instituciones, para evitar su comisión.
Los linchamientos que se registran en el país, hasta el momento, no tienen respuestas, a no ser algunas llamadas de atención de unas pocas autoridades y de organismos internacionales que han expresado su preocupación y que advierten que existe la urgencia de ponerles coto. Algo parecido a lo que está preocupando durante estos últimos tiempos con la violencia, los malos tratos y los asesinatos a mujeres que si bien han merecido una ley expresa que cataloga estos delitos con la categoría de feminicidios, con penas privativas de libertad hasta de 30 años de cárcel sin derecho a indulto, aún no encuentra aplicación práctica por una serie de condicionantes materiales y de estructuras en el plano de la justicia.
En el caso de los linchamientos, la aplicación de sanciones, no logra avances y por el contrario, el delito sigue estancado en cuanto a su prevención, porque no se ha hecho nada en educación, como tampoco en materia penal porque no hay culpables ni un precedente de condena que sirva de escarmiento.
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