Los venezolanos enfrentan días aciagos por la crisis económica y política que enfrenta su país, situación que se deteriora aún más por el desgobierno en el que ha caído la gestión del presidente Nicolás Maduro. No se puede comprender de otra manera cuando vemos los principales índices económicos de la nación caribeña, tan entrañable para todos los latinoamericanos. Con una fuerte recesión que llega al -5% del Producto Interno Bruto (PIB), una inflación que supera el 50% anual y un derrumbe de las exportaciones, Venezuela está al borde de la quiebra.
En este contexto, las últimas encuestas señalan que más del 60% de la gente considera que la situación es muy preocupante y que el Ejecutivo ofrece una pésima administración frente a este escenario. En una nueva vuelta de tuerca del mandato iniciado en abril de 2013, Maduro anunció cambios en el gabinete, fusión de ministerios y más medidas anticrisis con el fin, así dice, de apuntar a las denominadas “cinco revoluciones” del chavismo: economía bolivariana, revolución del conocimiento, misiones sociales, políticas de Estado y socialismo territorial, todas entre comillas. Parece una burla, pero aquella retórica política, tan vacía de contenidos reales, no hace más que desesperar a los venezolanos que esperan medidas que frenen el actual desabastecimiento de productos de primera necesidad, el aumento de precios y la inseguridad que campea en las grandes ciudades venezolanas.
Entre las acciones más polémicas del Gobierno de Maduro está el denominado cuenta-huellas en los supermercados para controlar las compras de las familias y supuestamente frenar el contrabando, lo que ha llevado a los consumidores a la desesperación por la imposibilidad de comprar según sus necesidades. Ninguna de estas medidas ha logrado detener la galopante crisis que enfrenta la economía venezolana, lo que demuestra la incapacidad de Maduro para gobernar en este escenario, que se agrava a medida que pasa el tiempo. Frente a la incapacidad de los funcionarios del Ejecutivo, el oficialismo intenta apelar a los dioses y santos, en otro capítulo del desvarío. Ahora, el credo chavista reza el ‘Chávez nuestro de cada día’ con la esperanza de salir de este callejón en el que parece estar atrapada Venezuela.
No será con plegarias ni con discursos cargados de retórica populista como Venezuela saldrá de su actual callejón, sino con un Gobierno más responsable y más efectivo en las medidas que adopta para enfrentar la crisis económica
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