Me disponía a salir para el trabajo y como eso me lleva unas cuantas cuadras, me puse los auriculares y sintonicé por internet la radio. Era la inconfundible voz del señor Presidente Evo Morales. Y ahí comenzaba pidiendo paciencia porque iba a dar un informe de diez años de gobierno – ¡Carajo! – Me dije, esto va a ser muy interesante.
Y entonces comenzó la letanía, que por experiencia sabía que era un informe enviado desde el Ministerio de Economía y Finanzas, maquillado en el despacho de algún burócrata en el Palacio y cuidadosamente elaborado bajo la mirada del señor Vicepresidente para que en cuanto a números se trate le resulte fácil al Presidente leer y entenderlos.
Fue la expectativa seguida del desencanto. Una burda comparación entre el pasado del siglo XX con los años de gobierno. El “antes” referido a los gobiernos de la década de los ochenta y noventa, con el “ahora” indicativo de lo actual. Es decir un Ministro de Economía que realiza promedios entre un período de veinte años con otro de diez. Para empezar eso ya nos daba una muestra de lo sesgado de los datos y la inconsistencia de la comparación.
Antes todo resultaba poco o penoso y ahora todo era mucho y demandaba aplausos. En la necedad oficial de negarse a ser objetivos y en la urgencia de hacerle creer a sus bases que con Evo comienza la historia, el dibujo libre del informe se convierte en un cuento mal elaborado, peor contado y pesimamente leído. Total que hasta tuvo que pedirles que despierten y aplaudan.
Sería muy fácil destrozar ese informe, con datos oficiales pero comparaciones iguales. Eso no es lo importante, porque sencillamente el informe no buscó hacer conocer la verdad sino venderla de modo que con el envase preparado se crea que el contenido es sabroso.
Yo no tengo dudas de que muchos bolivianos crean que lo dicho es cierto y que ese mensaje de todo lo anterior fue malo y todo lo actual es bueno se quede en el ambiente para facilitar el voto por el SI. Al final ese era el objetivo. ¿Cuántos de los diputados y senadores del MAS presentes en el informe lo entendieron? ¿Un dos por ciento?
Entonces el informe hay que verlo desde el ángulo de la forma y manera con que el gobierno se ha venido manejando estos diez años. Satanizando el pasado y llegando a los mismos extremos que tenían las dictaduras militares, que nos decían que el comunismo iba a quitarnos nuestra casas y nuestros hijos, afirmaciones que se repiten en la boca del gobierno que se dice de izquierda.
Lo penoso de todo esto es que el gobierno no quiere entender que el pasado son ellos. Que la comparación debía haber sido entre el año 2015 y el 2006. Y que desde ese ángulo todo lo que se dijo era brillo se convierte en barro sucio. No hay nada que puedan mostrar como avance. Se les cayó el Litio, el Mutún, el gas, Vinto, Huanuni, sus empresas estatales deficitarias. Pero en contraste creció la coca, el contrabando, la corrupción y el despilfarro.
Esto es lo que en fondo desearon taponar, ocultar a los ojos del pueblo el cuento masista, ese que trató de vendernos una nueva forma de hacer las cosas, y que terminó siendo más de lo mismo.
No se puede vender como oro el barro. Se puede perseguir, amenazar, usar el Poder para destrozar, denigrar y enriquecerse como vienen haciendo. Más temprano que tarde el pueblo se cobrará la factura del derroche sindical- empresarial en el que están coludidos unos cuantos. Y quizás ese momento ha llegado.
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