La oposición se aplazó al comentar asuntos menores en vez de llamar la atención de la llegada de mandatarios que simbolizan la violación de los Derechos Humanos
Se acaban poco a poco los ecos de la Cumbre Extraordinaria del G77 + China realizada la pasada semana en Santa Cruz de la Sierra, con amplios saldos favorables y una alta calificación para su presidente Evo Morales Ayma. Ahora queda evaluar otros asuntos que preocuparon a la ciudadanía, como el detalle de los gastos.
El mandatario uruguayo José Mujica llamó la atención de la trampa en la que caen los países en desarrollo y los nuevos ricos en imitar el despilfarro del capitalismo salvaje que daña al planeta y también a las sociedades. ¿Hubo despilfarro en la cita internacional o hubo necesaria inversión?
Nadie invita sin limpiar al menos su sala y comedor y, como dicen los anarquistas, una cosa es ser pobre y otra es ser miserable. Partir el pan y compartir el vino es comulgar entre todos. Sin embargo, una de los asuntos pendientes es la rendición de cuentas de lo gastado, cuya cifra asciende según algunos cálculos a unos 75 millones de dólares.
Muchos mandatarios se refirieron a la necesaria transparencia en la administración pública y la consigna debe reflejarse en hechos. El ministro Luis Arce prometió pedir cuentas y ese despacho es el más adelantado en el acceso a la información pública. Por ello esperamos conocer detalles como ser la adjudicación de obras mayores (inversiones concurrentes en infraestructura que quedará) y en contratos para mobiliario, computadoras, servicios. Por ejemplo, por qué se trajeron traductores inexpertos en vez de experimentados bolivianos, calificados internacionalmente.
El asunto de los pasajes debe estar expuesto caso por caso. ¿Quién le paga pasajes, viáticos, estadía a Rigoberta Menchú cada que viene, casi como adorno? ¿Quién financió la movilización y alimentación de miles de masistas que asistieron al estadio Tahuichi? El equipo de campaña del partido gobernante gozó del privilegio de estar en todos los actos masivos y también en la plenaria reservada a los diplomáticos.
Por otro lado, la oposición se aplazó al comentar asuntos menores y en desconocer la importancia para Bolivia como sede del megaencuentro, en vez de llamar la atención de la llegada de mandatarios que simbolizan la violación de los Derechos Humanos. Pasó desapercibido el tristemente célebre Robert Mugawe y el propio Nicolás Maduro, ambos represores de sus pueblos a nombre de una “lucha antiimperialista” o de “complots de la derecha”. Querer invitar al ruso Vladimir Putin es acabar con el espíritu que alentó a los NO alineados y al G 77 en los años 60.
La autora es periodista
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