“Lo que diga el pueblo”, respondió el presidente boliviano Evo Morales cuando le preguntaron si volvería a presentarse como candidato en las próximas elecciones presidenciales en 2019. De esta manera, Morales dejó abierta la puerta sobre su posible participación en los comicios. La realidad es que lejos de respetar la voluntad general, Morales está haciendo todo lo posible para aferrarse al poder.
El actual presidente de Bolivia llegó al mando en 2005 y fue reelecto en dos oportunidades en las elecciones llevadas a cabo en 2009 y 2014. De esta forma, Morales logró asegurarse el puesto por 15 años, aunque a su pesar, el mismo vencerá en 2019. Pero si hay algo que caracteriza a los gobiernos populistas, es su dificultad de asumir que su período terminó. Es por esta razón que si bien el jefe de Estado de Bolivia sabe que su mandato finalizará, está jugando todas sus fichas para que esto no suceda. Incluso sabiendo, que se encuentra inhabilitado constitucionalmente para participar en los próximos comicios.
Cuando el año pasado, Morales perdió el referéndum que él mismo había convocado para lograr su reelección por cuarta vez en 2019, los medios del mundo comenzaron a hacer eco de la noticia. “La derrota de Evo”, titulaban, creyendo que finalmente, el mandatario iba a resignarse y asumir que tenía que abandonar su cargo. Especialistas aseguraban que estaba comenzando a vivirse en América Latina una suerte de cambio de aire, bajo la caída de los principales gobiernos populistas de la región. La llegada de Mauricio Macri al poder en Argentina, la partida de Rafael Correa y Dilma Rousseff en Ecuador y Brasil respectivamente, eran algunos de los ejemplos que enumeraban a la hora de afirmar que finalmente Latinoamérica estaba cambiando de rumbo.
Si bien el pronóstico para la región parecía alentador, las declaraciones recientes del presidente de Bolivia, dejaron atrás toda esperanza dejando una gran lección: nunca hay que festejar antes de tiempo. Lo cierto es que la frase de Morales asegurando que sí el pueblo lo quiere, él se presentará como candidato, tomó por sorpresa a aquellos que juraban que su mandato se terminaría pronto. Pero si ya lo había hecho antes, ¿por qué habría de creer que esta vez sería diferente?
Cuando el año pasado, Morales perdió el referéndum que él mismo había convocado para lograr su reelección por cuarta vez en 2019, los medios del mundo comenzaron a hacer eco de la noticia. “La derrota de Evo”, titulaban, creyendo que finalmente, el mandatario iba a resignarse y asumir que tenía que abandonar su cargo. Especialistas aseguraban que estaba comenzando a vivirse en América Latina una suerte de cambio de aire, bajo la caída de los principales gobiernos populistas de la región. La llegada de Mauricio Macri al poder en Argentina, la partida de Rafael Correa y Dilma Rousseff en Ecuador y Brasil respectivamente, eran algunos de los ejemplos que enumeraban a la hora de afirmar que finalmente Latinoamérica estaba cambiando de rumbo.
En 2009, cuando el mandatario reformó la Constitución, se estableció que un presidente podría mantenerse en el cargo solamente durante dos mandatos consecutivos. Sin embargo, a pesar de la disposición que él mismo instauró, Morales pudo presentarse en las elecciones pasadas y así asegurarse un nuevo mandato hasta 2020.
Si bien para muchos resulta sorpresivo que Morales afirme su idea de presentarse como candidato, el mandatario ya había evidenciado su deseo. Algunos semanas atrás, el jefe de Estado había aprovechado la reelección de la canciller alemana Angela Merkel, para dejar en claro su postura. De esta manera, Morales felicitó a Merkel a través de cuenta de Twitter y anunció: “La reelección garantiza la continuidad de los proyectos a mediano y largo plazo”. Además advirtió, “si Merkel fue reelegida cuatro veces, ¿por qué no puedo hacerlo yo?”, afirmando también que Alemania debe ser tomada como ejemplo.
La determinación de Morales choca esta vez con el cansancio de la ciudadanía, que no está dispuesta a resignar sus derechos. Es por eso que al conocerse la decisión del mandatario, la oposición y las ciudadanos se movilizaron para expresar su desacuerdo. Lo que queda claro es que esta vez, el pueblo no dejará que lo pasen por encima. El descontento de los habitantes con su presidente ya había quedado evidenciado cuando por amplia mayoría, los bolivianos rechazaron el referéndum de 2016. Mientras tanto, Morales se esfuerza por hacerle creer a sus gobernados que esta candidatura es parte de un plan a futuro que los beneficiará. Sin embargo, esta vez no le resultará tan fácil salirse con la suya.
Las disposiciones constitucionales que limitan la reelección de los candidatos forman parte del proceso democrático. El no respetarlas significa un retroceso y a su vez, el deterioro de la democracia, a la que tanto costó llegar. La idea de eternizar el poder, no es nueva para algunos mandatarios. Si hay un continente que conoce sobre esta situación, es África. En algunos países africanos como la República Democrática del Congo, Liberia, Angola, los gobernantes se aferraron a su mandato durante años. Pero incluso en esos países la situación está empezando a cambiar ya que por primera vez en años, están celebrando elecciones presidenciales con nuevos candidatos.
La estrategia de Morales va contra la corriente. Mientras la región se esmera por adecuarse a los principios democráticos para así poder salir adelante, en Bolivia al parecer, esa no es la táctica. Si el presidente cree que el pueblo boliviano dejará que atropellen sus derechos, está confundido. Es hora de que el presidente reconozca que se tiene que ir, que es parte del proceso y que otra persona conducirá el país.
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