viaja sin pedir permiso
nadie sabe cuánto gasta
nadie sabe los resultados de esos viajes
LOS VIAJES DE SE: EMA
De veras que quisiéramos saber qué hace S.E. en sus viajes al exterior. Yo, por lo menos, sí. Durante la era republicana, hace cosa de cuatro años, los presidentes, además de solicitar el permiso del Congreso para ausentarse, informaban para qué viajaban, avisaban de cuánto gastarían en su desplazamiento, y sobre todo, a su regreso, comunicaban a los parlamentarios, a través del Canciller, qué ventajas habían logrado para el país después de cada viaje.
Es evidente que los tiempos han cambiado mucho y que desde hace más de 20 años se aplica la llamada “diplomacia directa”, gracias a las facilidades en las comunicaciones y a las frecuentes “cumbres”, que hacen que los jefes de Estado se conozcan más y que se puedan encontrar sin demasiado protocolo. Por eso mismo, los presidentes pueden solucionar problemas mediante el teléfono, al extremo que la labor de los embajadores ya no resulta lo decisiva que era antes, cuando eran auténticos plenipotenciarios. Menos mal, porque con los embajadores que tenemos hoy estaríamos fritos.
No sabemos si ahora S.E. pide permiso a la Asamblea para ausentarse del país. Imaginamos que sí, que la Constitución dirá algo al respecto aunque no hemos hallado nada sobre el particular. Nunca hemos visto en los periódicos ni en la televisión que el Canciller solicite permiso para que S.E. se ausente del país. Jamás supimos que avisara de sus gastos. Y lo peor, no sabemos en qué consisten los permanentes y renovados “éxitos” que desde los medios oficiales le atribuyen a cada viaje presidencial.
Recordamos perfectamente cómo eran los viajes de Jaime Paz y de Hugo Banzer, cuando en el Parlamento se producían verdaderas batallas con la oposición para que los mandatarios pudieran cumplir sus compromisos en el exterior. Desde luego que, antes de cualquier visita oficial, en la Cancillería se tenía que hacer un trabajo previo muy intenso y se elaboraban declaraciones conjuntas que suscribían durante sus encuentros los jefes de Estado o sus cancilleres, además de los acuerdos. La otra batalla era por el presupuesto para el viaje, que era mezquinado como sucede con todo país pobre y rigurosamente detallado ante la Contraloría. Por último, los mandatarios de la archivada República, tenían que dejar en el hangar su viejo avión, que más parecía un saltamontes, y trasladarse en vuelos comerciales, lo que era incómodo pero, por lo menos, ahorraba muchos miles de dólares al erario nacional.
Ahora, no sabemos qué hace S.E. en el exterior, fuera de los consabidos partidos de futbol. En el avionazo que tiene, S.E. se ha recorrido casi el mundo entero. Ha estado hasta en las islas Fiji utilizando el carísimo Falcon. No existe reunión “cumbre” ni invitación donde S.E. no asista a las volandas. Y, repetimos, nadie sabe si tiene permiso para dejar el mando o si ya no es necesario hacerlo, ni cuánto gasta, ni qué consigue. El Vice se queda feliz en el Palacio y, como esta vez, anuncia que dos figuras mundiales, el papa Francisco y S.E., se reunirán a parlamentar. ¿Le quiere tomar el pelo a S.E.? ¿O va a embaucar al país entero? Porque no nos va a venir con que S.E. copará la atención mundial, cuando estamos al borde de una guerra terrible y los poderosos se reúnen en San Petersburgo. Ya veremos qué sucede con la reunión en el Vaticano, aunque hay que dar por descontado que los “éxitos” presidenciales serán fabulosos y su ingenio impresionará a la curia romana.
En Minsk, Bielorrusia, S.E. ha estado de visita al presidente Lukashenko, “el último dictador de Europa”, según la prensa, que ha asumido el poder por cuarta vez, al estilo “democrático” de los socialistas del siglo XXI. S.E. ha recordado a su bienhechor Hugo Chávez, afirmando que él, Chávez, le “ayudó a comenzar esa relación”. ¡Obvio! ¡Quién más iba a ser! Lukashenko le ha dicho a S.E. que teniendo la experiencia con Venezuela, tratará de hacer lo mismo con Bolivia. ¿Qué nos dará Bielorrusia? Inversiones, dicen los presidentes; armas, dicen los que saben más.
Curiosamente, S.E. ha viajado a Europa para perdonar. Tal es su fe cristiana, su amor por el prójimo, su pasión electoral, que ha decidido indultar a quienes presuntamente atentaron contra su vida al cerrarle su espacio aéreo hace varias semanas. Así se lo ha dicho al señor Rajoy (no sabemos si al Rey) y así se lo dijo al presidente italiano Giorgio Napolitano. Les dijo que los indígenas no eran vengativos. ¿Quería decir que los europeos sí? Nadie lo llamó para recibir su perdón pero él se fue, casi en una peregrinación pastoral.
Claro que no se olvidó del futbol. En Madrid, no dudó en visitar el estadio Santiago Bernabeu donde le regalaron una camiseta del equipo y conoció al admirado Di Stéfano y al mágico Zidan. Y S.E. viajó a Bérgamo, en Lombardía, a 600 kilómetros de Roma, y se jugó un partidito de fútbol, además de decirles a los bolivianos residentes que regresen a Bolivia, donde ahora se vive mejor que en Europa y EE.UU. ¿Bien, no? Eso es saber usar y abusar del poder. Ciertamente, la República estaba destina a desaparecer ante tanta maravilla. (Escrito por Manfredo Kempff y publicado por www.eju.tv)
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