MIRANDO DE ABAJO
Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
El Canal de Canadá
De no creerse. Supuse
que seríamos un poco más que Haití, Ruanda, Somalia, pero no, vamos
descendiendo por esa ruta hasta que indefectible ganemos el campeonato mundial.
Tomando un café endulzado,
que pronto se convertirá en amargo, enciendo la tevé y, justo, da la mala
fortuna, el mandatario de Bolivia inicia sus desatinos en las Naciones Unidas:
que son desunidas.., porque en eso nos diferenciamos.., y todo por el pueblo..,
y la timidez de algunos países.., y siento aquí, siento allá. Sienta menos,
presidente, y piense más.
¿Habrá llegado a
tanto la soberbia de la casta gobernante que incluso se apunta el derecho de
cambiar la geografía y la historia? Lo ha hecho con los milenios supuestos de
una cultura que al parecer cinco mil años atrás ya había ido y vuelto de la
luna. Estoy confundido en las fechas ahora, y en los límites internacionales,
porque Evo Morales habló de un tratado entre Estados Unidos y Canadá sobre
Panamá. De pronto Canadá fue Panamá, para al instante el Canal de Panamá ser el
Canal de Canadá. Hablaba del tratado por el que la zona sería usufructuada a
perpetuidad por los gringos. Comprendo que la rima suele embelesar a mentes
ingenuas, llenar huecos intelectuales con sonidos afines, pero vamos, estamos
en una conferencia internacional donde al menos se presume que alguna palabra
pesará por su significado.
“No hay que
temerle al capitalismo”. No necesita decirlo, presidente, si usted es el
ejemplo más palpable de capitalismo brutal. Aunque ausente de los problemas
ahora, sigue con su contraparte k’ara manipulando desde lejos para que sus
huestes se apoderen de lo que es de todos. Craso error que suele llevar a mal
fin. Ya firmó con los cooperativistas, que a quien cooperan es a su bolsillo y
no al país; los dirigentes porque los otros son trabajadores explotados en
condiciones peores a cualquier sindicalizado. Me recuerda la Corrida de
Oklahoma (The Oklahoma Land Rush), el 22 de abril de 1889, donde cincuenta mil
personas se lanzaron a una orden a apoderarse de las tierras que alguna vez
fueron indias. En desbandada corrieron, a pie y a caballo, para marcar los
límites de las propiedades que les asignarían como suyas, acaparando lo que
podían a manos llenas. Lo que usted hace, y quiere hacer, es lo mismo; que sus
correligionarios, los que lo convertirán en Trujillo, en Papa Doc, en
Stroessner, se queden con esta expoliada y frustrada nación.
No en vano, y
hablando de la futura Ley Minera, el CONAMAQ dice que afectará a las Tierras
Comunitarias de Origen. La “teoría” está echada ya en el último libro de García
Linera como comenta Luis Christian Rivas Salazar. En este Nuevo Testamento de
la falsa revolución, este individuo apunta con sorna y sin desgano al
avasallamiento de las TCO y los parques nacionales. ¿Para qué? Para repartirlos
entre la nueva clase, los que idealmente perpetuarán la Bolivia del pillaje.
La idea es el
poder absoluto, la riqueza desmedida. Como toda payasada necesita de un estrado
con paneles pintados que presten ambiente. Lo ideológico no existe, no puede
existir en una zona ficticia como el canal de Canadá. Dejemos pamplinas de lado
y a desenmascararse. Les tomó siete años hacerlo, pero ahora brilla de
claridad.
Los mineros
sindicalizados quizá estén al borde de su desaparición. Como en Oklahoma los
vaqueros, en Bolivia cooperativistas mineros, chuteros, contrabandistas,
cocaleros y narcos esperan el pitido gubernamental para invadir. Esta firma de
veta Rosario “a medias” significa la punta de lanza de la toma general, en
Colquiri como en el Tipnis o Madidi.
La suerte está
echada, pero los dados se pueden volcar. Mientras tanto me enojo porque nadie
quiere venderme un pasaje a esa ignota región que en 1903 o 1909, no se sabe
con certeza de acuerdo al discurso, dirimieron yanquis y canadienses en el
trópico que los atraviesa. O el canal de Canadá será otra invención como el “proceso
de cambio”. Parece, parece…
26/09/12
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