Que las cooperativas mineras perdieron su esencia y se convirtieron en empresas pequeñas y medianas no es un secreto. Que tienden a hacer el menor esfuerzo para producir, tampoco, aunque en este caso esa actitud es consecuencia de que durante largos años los cooperativistas trabajaron como pudieron para sobrevivir en las peores condiciones posibles. Ellos y sus familias.
Sin embargo, al mejorar las cotizaciones internacionales de los minerales, se generó un boom, pese al cual las cooperativas, en su generalidad, mantuvieron la lógica de labor de los años precedentes: explotar filones ya descubiertos y atacar los más ricos, como sucedió en Huanuni y Colquiri.
En el primer caso, la devastadora “guerra del estaño” de octubre de 2006 se cobró vidas y dejó heridos, algunos de quienes arrastrarán de por vida las secuelas de las lesiones, y en el segundo, una autoridad develó el misterio. La empresa Sinchi Wayra acumuló 300.000 toneladas de concentrados en la parte norte del campamento minero.
Ese enorme volumen sólo necesita de una pala mecánica o muchos brazos para transportarlo en volquetas a la no muy lejana planta de fundición de Vinto. Las ganancias que acumularán los cooperativistas serán muy elevadas.
O sea, la mayor utilidad posible con el mínimo esfuerzo.
De acuerdo con la Constitución, sin embargo, la riqueza natural pertenece a todos los bolivianos, no exclusivamente a quienes los explotan, como sucedía, por ejemplo, con los hidrocarburos en la época del hoy refugiado Gonzalo Sánchez de Lozada.
Entonces, cabe esperar que el Ministerio de Minería y Metalurgia y la Corporación Minera de Bolivia salgan en defensa de los intereses del Estado, que son los de todos los bolivianos, y eviten un saqueo, esta vez perpetrado no por una transnacional, sino por una cooperativa minera.
Lo que se afirma en esta columna vale para todos los emprendimientos que explotan riqueza natural en el país. La Constitución y las leyes se redactaron para ser cumplidas a cabalidad. Todos los bolivianos estamos obligados a pagar impuestos, en la medida en que generamos ingresos.
Los mismos cooperativistas, sin embargo, admitieron que el nivel de su tributación es muy bajo. No obstante, que se sepa, ninguna cooperativa fue clausurada o multada, a diferencia de los establecimientos económicos que evitan pagar impuestos por montos que, muchas veces, son inferiores a los 100 bolivianos.
Muchos denunciaron públicamente que la servidumbre debe erradicarse del país y del mundo. Lo que sucede con los guaraníes en el Chaco es indignante y reprochable, pero no es necesario ir tan lejos para encontrar una realidad parecida en las cooperativas auríferas del norte paceño, donde los trabajadores reciben como remuneración la posibilidad de arañar las áreas de explotación por unas horas a la semana. Si algo encuentran, será para ellos, y si no tienen suerte, pues a esperar que pasen los próximos siete días, no importa que haya que alimentar a una familia.
conversaciones, tertulias, confidencias trascendentes del pasado, de la actualidad y del futuro
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domingo, 9 de septiembre de 2012
tenemos que repetirlo. las cooperativas mineras tienen tan sólo el nombre de tales. en realidad son empresas medianas y pequeñas, que explotan las minas en provecho propio. "los cabecillas son los jefes y los propietarios" los otros obreros que reciben migajas, injustamente tratados, explotados y muchas veces obligados bajo distintas formas. algo dice La Prensa, pero no todo
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