Por un lado mientras las cifras macroeconómicas muestran resultados favorables como el aumento del consumo, del gasto de gobierno, el aumento del valor de las exportaciones, con sus efectos multiplicadores en los ingresos fiscales, por el otro la inversión privada permanece entre paréntesis y la inversión pública muestra ser un rotundo fracaso: en la minería, caso litio, fundición y mutún; en la industria, empresas como: Hilos Hilbo, Texturbol, Planta ensambladora de computadoras, o parque industriales o Papelbol en Villa Tunari, BoA Boliviana de Aviación, que le cuestan al Estado, es decir a todos los bolivianos, cubrir sus déficits operativos e inutilidad económica de todas ellas.
Si hablamos del proyecto más importante, que fue la bandera con la cual se quebró el proceso democrático el año 2003, la industrialización de los hidrocarburos, nada tenemos en más de seis años.
Esto quiere decir que en todo este tiempo, el gobierno ha tenido dinero para derrochar, gracias a lo cual se puede sostener e incluso obtener el 55 por ciento de aprobación según encuestas últimas. Y la sociedad en su mayoría, aplaude este estado de cosas. Cómo lo hizo durante el septenio banzerista, cuando el precio del petróleo se disparó y el general se dedicó a construir autopistas e importar vehículos como signo de prosperidad social.
No tiene nada de raro entonces que al derroche popular- estatal le siga la fiesta nacional que se vive, incentivando el contrabando y el narcotráfico.
Contrasta esto con la ausencia de proyectos nacionales que sean objetivos del verdadero cambio que se ha propuesto. Mirando el proceso desde afuera, Bolivia ha perdido peso.
Cuando les pido a mis alumnos ejemplos de países en los cuales no invertirían, nombran a Bolivia entre Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Argentina. Esta imagen nacional, no es la que se siente fronteras adentro, donde se cree en el proceso de cambio, es decir; en la inversión de valores, donde lo que antes estaba arriba ahora está abajo, o lo que era visto como bueno hoy día es visto como malo. Esta inversión de valores ha mostrado un rostro vacío de contenido indígena, popular y revolucionario, por otro contradictorio entre su discurso y la acción donde el contenido se alimenta de la violencia y la corrupción promovida desde las más altas esferas del Poder.
El beneplácito de las Fuerzas Armadas que no reaccionan ante el derroche de los recursos nacionales en proyectos partidarios, la complicidad del sector empresarial que cuida sus bolsillos antes que los intereses nacionales, la complacencia de amplios sectores populares con la política de encubrimiento y amparo de las actividades ilegales sostenidas desde el Estado, configuran el soporte político de este proceso. En palabras sencillas, la indiferencia social ante lo que se dice y se hace, es la mejor manera de avalar los tremendos desaciertos del gobierno.
Por eso quienes reclamamos por una administración que tenga objetivos, planificación, estrategias claras y controles reales, parecemos simplemente desorejados, es como si pidiéramos algo fuera de orden. Y claro en medio de la fiesta cuando los sentidos se alteran, nadie quiere escuchar reflexiones, todos prefieren bailar, gritar y reír, es así como se sienten los bolivianos ahora.
Lo tremendo de esto, es que el desarrollo energético postergado por carencia de políticas al respecto, nos deja mucho más lejos del desarrollo que comienzan a experimentar otros, como el Perú, cuyo volumen de inversión extranjera directa supera el nivel de las reservas internacionales que tenemos y la expectativa de proyectos en el marco de los países signatarios de la integración del Pacifico: Chile, México, Colombia y Perú extiende sus beneficios hacía la Unión Europea y Estados Unidos, justo cuando estos buscan afianzar inversiones que les permitan controlar la crisis que viven.
En suma, mientras los tratados de libre comercio han configurado un nuevo escenario de afianzamiento del comercio exterior para proveer de tecnología de punta a economías dispuestas al desafío de globalizarse, Bolivia se ha encerrado como monje agustino en sus cuatro paredes.
Vivimos la época del folklore, mixtura, serpentina, cerveza y chicharrón, hoy día tenemos para pagar todo eso, mañana quien sabe...
conversaciones, tertulias, confidencias trascendentes del pasado, de la actualidad y del futuro
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viernes, 28 de diciembre de 2012
aumento de consumo, aumento de exportaciones por un lado, inversión privada en veremos e inversión pública un fracaso Mutún, minería, litio, fundición. empresas que le cuestan al estado cubrir déficits Texturbol, Boa, Papelbol. 6 años y nada todavía en industria del gas. Evo ha derrochado para ganar apoyo. imagen deteriorada con valores invertidos. así describe con acierto D.P. la real situación
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