El necesario ejercicio de más profesiones.
La festiva expresión presidencial de que la "honestidad es mi profesión",
va mas allá de su anecdóticos exabruptos verbales a los que nos tiene acostumbrados.
Cualquiera puede acceder por ejemplo, a Wikipedia, que define
"honestidad" como una cualidad humana que consiste en actuar de
acuerdo a lo que se piensa y siente. En
el leguaje común, entre "honesto" y "honrado", se marca una diferencia pese a ser sinónimos.
Calificamos de "honrado", a aquél al que le podemos confiar nuestras
posesiones, en el entendido de que su cualidad es la de no adueñarse de lo
ajeno. A "honesto", le asignamos una implicación más cercana a la ética y a la
moral. Es el uso popular de los conceptos lo que apunta a esta sutil diferenciación.
Por ello, no somos nosotros los encargados de calificar el grado de
honradez de SE. Para ese cometido, existen parámetros apuntalados por leyes y
otras disposiciones que eventualmente se encargarán de esto.
A nuestro modesto modo de percibir las cosas, es sobre su honestidad que
nos permitimos plantear algunos interrogantes. La honestidad está relacionada a
lo genuino, a lo verídico entendido como
la verdad concreta y a lo veraz o fidedigno, entendido como algo más
inmaterial, más filosófico. La honestidad no admite lo falso o lo impostado.
Si SE se hubiera definido como autodidacta o hubiese remarcado que su
conocimiento se basa en su vasta experiencia en la dirección sindical, eso sí
habría sido honesto. En lugar de
mostrase agradecido con esas varias casas de estudio superiores que lo halagan con el título de "honoris
causa", se esfuerza en hacer notar que él no es producto de estudios
superiores y ni falta que le hace. Evo Morales es una persona desconfiada y
recelosa. La superioridad que pretende y la descalificación que hace de
aquellos que por oportunidad u opción sí han asistido a una universidad, es
discutible. Los adversarios a su gobierno, son víctimas frecuentes de comentarios
que pretenden ser irónicos, pero terminan siendo sarcásticos, hirientes e
incluso insultantes. Su autocalificada honestidad, deplorablemente, devela un
lado oscuro.
Lamentablemente, hay gente que rodea al Presidente que es la gran causa de
su alejamiento de la realidad. El servilismo de forma natural, acepta la compra
de conciencias normalmente porque no les sobra algo de comer, o porque son intrínsecamente deshonestos.
Nadie, ha quedado indiferente ante las acciones presidenciales con los
indígenas de las tierras bajas. Si los que sólo portamos la bandera boliviana, o no nos identificamos con ninguna etnia en
particular hemos quedado estupefactos, esos indígenas están no sólo
confundidos, sino que obviamente les ronda un sentimiento cercano a la
traición. Su indigenismo ha quedado
dañado irreparablemente y con ello, la representación que pretende enarbolar.
Posiciones referidas a su defensa a la conservación de la naturaleza, desvirtúa
nuevamente, una correlación entre su pensamiento y su accionar. Miles de
bolivianos, que posiblemente desconocían los rasgos y las características de
los nativos de la región amazónica de nuestro país, se identificaron plena y
honestamente con su causa, sobre todo por el tratamiento que su representante,
hoy Presidente, les dispensara.
Días atrás, el escandaloso caso de Petraeus, quien siendo Director de la
CIA norteamericana se vio obligado a renunciar por sus infidelidades maritales,
ha sido visto por muchos con escepticismo.
Para la laxa conducta que adjudicamos a los norteamericanos, parecería
un ejemplo de la tan mentada doble moral en la meca de la libertad. Pero, una
persona con semejante grado de poder en cuyo accionar se juegan decisiones que
involucra la vida y credibilidad de otras personas, un desliz que podría estar en el ámbito de lo privado, abre una gran ventana de dudas sobre su
comportamiento en general. Hay responsabilidades públicas, que exigen patrones
de conductas intachables.
El presidente del Uruguay, es hoy por hoy, el abanderado de otras
profesiones como la humildad y la austeridad en el desempeño de su función
pública. Vive acorde a los enunciados que sobre la vocación de servicio a su país,
guía todas y cada una de sus decisiones en el poder. Si el día de mañana,
especulativamente, Mujica apareciese con una fortuna oculta, la condena sería
proporcional a la gran admiración que por el mundo se ha ganado hasta hoy. Su
pensamiento, sus convicciones y su accionar, no entran en contradicciones.
Lo que la viveza criolla tan consustanciada entre los latinoamericanos,
califica honesto y honrado a "aquél quien no tiene la oportunidad de dejar
de serlo", puede ser tomado con rasgos de humor popular que muy bien
caracteriza Sofocleto el autor peruano en su libro "Los
Cojudos". Pero cuando ese mismo
pueblo, descubre que se le ha usado, mentido y que se le han ocultado
realidades y verdades, el humor deja de estar presente.
Miguel de Unamuno, refiriéndose puntualmente a la España de principios del
siglo pasado, anotaba: " vivimos la mentira de que gobierna una
opinión que en verdad no es la que en
realidad gobierna(...) "es la mayoría que funda su derecho a imponerse
arrogantemente (...) y ésa es la verdadera demagogia..."
Alabanza en boca propia, vituperio en ajena reza el refrán. Mucho cuidado
al etiquetarse. Otra cosa es con guitarra y hay que vivir para demostrarlo.
Karen Arauz
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