Flaco favor le han hecho al Presidente del Estado los asambleístas del MAS de Oruro al disponer que el aeropuerto Juan Mendoza de esa ciudad, reinaugurado ayer como parte de las celebraciones del 232 aniversario del grito libertario de 1781, cambie de nombre por el de Juan Evo Morales Ayma.
Mendoza fue el primer piloto orureño y tuvo una destacada actuación en diferentes hitos de la historia contemporánea del país, convirtiéndose en una personalidad reconocida de ese departamento, y fue precisamente por los servicios presentados a su ciudad y al país que se dio su nombre al aeropuerto.
Así se explica que la zalamera decisión de los asambleístas del MAS haya provocado revuelo en esa ciudad, empañando los festejos programados por la efeméride departamental. Amplios sectores ciudadanos rechazan ese cambio de nombre y es posible, incluso, que al propio Presidente del Estado esa decisión lo haya tomado de sorpresa.
No está demás recordar, en este contexto, que más allá del nombre que se le imponga circunstancialmente a una obra pública, la gente, pasada la parafernalia, le dará siempre el que corresponde. Ejemplos al canto y tratándose de aeropuertos, por muchos años el de El Alto tenía la denominación de John F. Kennedy.
Por tanto, deberían ser las propias autoridades las que eviten estos excesos de adulo que afectan la imagen presidencial y, sobre todo, muestran una peligrosa tendencia al culto a la personalidad que tanto daño hace a las naciones y a la política como demuestran superabundantemente la historia del país y del planeta.
En consecuencia, que el aeropuerto de Oruro se siga, pues, llamando Juan Mendoza.
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