En tiempos tan acelerados como lo es el electoral, un hecho, una declaración o una denuncia suelen ser rápidamente ensombrecidos por otros que buscan, precisamente eso. En tal dinámica, es todo un arte el separar el grano de la paja.
Sin embargo, cuando ciertas acciones o dichos afectan la sensibilidad pública, de poco sirven las disculpas y las explicaciones, que más bien complican más a quienes las presentan.
Es probable que, así como ocurre con el actual presidente de la Cámara de Senadores –asociado, haga lo que haga hasta el fin de sus días, al degüello de canes-, el personaje de marras acabe los suyos como aquel que quiso “enseñar a las mujeres a comportarse”, haciendo gala de un machismo rayano en el paroxismo.
Como muchos, puse en cuestión el “consejo” del estulto candidato a la damas de “no vestirse provocativamente” por, supuestamente, estar invitando a ser violadas. ¿Se visten provocativamente, acaso, todas las niñas que a diario son vejadas por machos con la mente podrida al estilo del masista de marras?
Pero, para alivio del misógino Zavala, el suyo no es un caso aislado, como puede ocurrir tratándose de cualquier otro grupo. Lo suyo es una marca, una franquicia si se quiere, consustancial a la tienda política que lo patrocina. Llamémoslo “Maschismo”.
El de este hombre que, dicho de paso, llegó a la candidatura luego de dos fallidos intentos del régimen por habilitar a otros –Adolfo Mendoza, particularmente, redomado pegamujeres- es solamente el más reciente caso de este tipo. Y no creo que vaya a ser el último; ya nos iremos anoticiando de otros “maschistas”, caracterización de la que no se libra el señor Morales, a la sazón Presidente-candidato de contrabando, cuyas frases en esta materia lo pintan de cuerpo entero.
Lo más llamativo es que, ¡vaya uno a saber por qué misteriosos designios!, las propias mujeres del régimen defienden a estos canallas.
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