El complejo minero de Huanuni podría convertirse en el resumen que retrata el “Proceso de Cambio”, pero que de alguna manera nos vuelve al pasado, a dolorosas experiencias como la relocalización de los mineros.
Como se sabe, Huanuni, la empresa minera más grande del país y que además es nacionalizada, está al borde de la quiebra. Solo en lo que va del año su producción ha caído en más de un 60 por ciento, pese a que los precios de los minerales se habían recuperado y la bonanza de la última década ha permitido que sus competidoras privadas estén gozando de suculentas ganancias.
No hablemos del Perú, donde el boom de la minería ha conseguido récords nunca vistos. El problema es que en una empresa donde deberían estar trabajando menos de mil, hay casi cinco mil obreros y todos ellos ganan sueldos inimaginables en otras empresas del sector.
Para revertir esta penosa situación el Gobierno ha ordenado otorgarle un crédito de 45 millones de dólares a Huanuni, destinado a la compra de nuevas maquinarias. Sin embargo, ese dinero podría quedar en nada, si no se recurre a la racionalización de la empresa, es decir a la “relocalización” de los mineros supernumerarios.
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